Una inmersión cerca del cielo en busca de un eslabón perdido
Con un afán netamente científico, el estudio de las cavernas (espeleología) ha desatado una operación que mantiene a unos 30 expertos de Europa y Sudamérica sumergidos a casi 4.000 metros de altura en las gélidas aguas del Lago Titicaca, desde hace dos semanas.
COPACABANA.--- - Con un afán netamente científico, el estudio de las cavernas (espeleología) ha desatado una operación que mantiene a unos 30 expertos de Europa y Sudamérica sumergidos a casi 4.000 metros de altura en las gélidas aguas del Lago Titicaca, desde hace dos semanas.Adiestrados para bucear bajo el nivel del mar, estos científicos de Francia, Alemania, Italia, Brasil y Bolivia, encabezados por el italiano Lorenzo Epis, un doctor en espeleología, llevan a cabo la operación Atahualpa 2000 que cuenta con el respaldo financiero de la privada agrupación cientítica italiana Akakor Geographical. Su objetivo: un templo sagrado de la cultura andina de Tiawanacu.Poco menos que eslabón perdido de la especie, el templo o cualquier vestigio de él permitirá entender una época de 3 o 4 siglos que marcan el paso de un período a otro de esta milenaria cultura andina, de cuyo esplendor permanece en pie parte de la ciudad, labrada en piedra maciza simétricamente cortada, que hacia el siglo XI de nuestra era tenía una población de unos 100.000 habitantes.Akakor (nombre -en lengua aún no descifrada- de uno de los 7 emplazamientos urbanos de una antigüedad sin data que aún permanecen sumergidos) tiene, entre muchas de sus particularidades, a la primera mujer en la historia del legendario lago sagrado de los Incas que, enfundada en traje de buzo, escarba en sus profundidades, desafiando la presión subacuática y un frío indescriptible.También doctora en espeleología, Soraya Ayub, una brasileña de 32 años y de origen sirio-libanés, se sumerge todos los días desde hace dos semanas en el Titicaca con la misma ansiedad y objetivo común que sus compañeros.El equipo de expertos ha montado su cuartel de operaciones en el santuario católico de Copacabana, fundado en el siglo XVI por unos evangelizadores españoles y situado en una colina en el límite meridional del lago que une a Bolivia con Perú.Cual rito sagrado, estos infatigables transgresores de lo desconocido, comienzan muy temprano su rutina que habrá de llevarlos a la Isla del Sol, donde las ñustas, unas indígenas vírgenes reclutadas por la burocracia del Inca, eran ofrendadas en sacrifio al Tata Inti (dios sol en lengua nativa) hace más de ocho siglos.En una barca de Totora, especie lacustre con la que ancestralmente se construyeron las embarcaciones en Los Andes, Epis, Ayub y sus 'correligionarios', rastrean, en una serie de inmersiones, el lecho lacustre según el estado del tiempo permita la visibilidad."Nos sumergimos finalmente y sabiendo las dificultades y la diferencia que comporta una inmersión a 4.000 m de altitud, comparando aquellos efectuados a nivel del mar. Fuimos tomados de mucha emoción pareciendo que las historias y leyendas de aquel lago nos tenían envueltos", recuerda Epis del primer día de labor.Este grupo de científicos han desarrollado sus propias formas de vida para acometer la empresa que podría echar luz sobre una de las cinco fases de la expansión tiwanacota, cuyo origen se remonta 1.500 años antes de Cristo.Bastante lejos del archipiélago de Copacabana, alterado estos días por el movimiento de Akakor Geographical y generalmente frecuentado por turistas y feligreses, estos hombres se alimentan durante el día a base de pan de trigo y plátano, lo mismo que los lugareños aymaras."Son los atributos minerales del plátano los que previenen a los buzos de sufrir calambres (contracciones en las terminales nerviosas)", explica el brasileño Eduardi Vinhaes, experto en medicina hiperbárica.Aunque los resultados obtenidos en dos semanas de investigación incesante no permiten aún abrigar más que esperanzas, la empresa se prolongará durante una semana más.El objetivo es más que relevante: se buscan indicios que permitan entender cómo esa cultura desarrolló la medicina neurológica practicando las trepanaciones de cráneo, en la ingeniería de alimentos, consechando a través de micro riego, tubérculos de más 2 kg de peso o, cómo, entre otros paradigmas, logró establecer con precisión infinitesimal los movimientos del Sol y sus relación astrológica con la Tierra.El eslabón antropológico y arquelógico fue también buscado sin éxito por el francés Jacques Cousteau en 1976 y un equipo de National Geographic, 12 años después.El mundo tiwanacota discurrió desde la fase inicial aldeana, siglo XIV antes de Cristo, hasta la Imperial, hacia fines del siglo XIV de nuestra época.En un tiempo equidistante se sitúa el objeto de la búsqueda, el período urbano maduro, alrededor del siglo VII después de Cristo, durante el cual se levantaron edificaciones, algunos de cuyos vestigios, entre ellos la Puerta del Sol y el templete semisubterráneo del Calasasaya, se mantienen todavía en pie. Se presume que un fenómeno climático similar a El Niño se desató sobre la ciudad de Tiwanacu, erigida a unos 70 km al nordeste de La Paz, provocando su desaparición.



