Ciencia y medio ambiente

Tristeza en casa de los Rodríguez por la muerte de ‘Milagro’

El gatito nacido con dos caras y tres bocas se había convertido el centro de atención de la cuadra.

Tristeza en casa de los Rodríguez por la muerte de ‘Milagro’

Tristeza en casa de los Rodríguez por la muerte de ‘Milagro’(Archivo Colprensa.)

En el barrio Las Nieves, cerca de la casa de los Rodríguez, cada ‘buenos días’, entre vecinos, la última semana, iba seguido de la pregunta ¿cómo amaneció el gatico?, y es que desde el domingo 15 de mayo el nacimiento de un pequeño felino en la casa de Rubén, lo había cambiado todo.

Rubén Rodríguez y su hija Adriana son de esas personas que tienen el instinto de protección de animales desvalidos, por eso hace pocas semanas cuando una gata llegó a su casa en avanzado estado de preñez y con hambre, no dudaron en acogerla, alimentarla y cuidarla para el parto no fuera traumático para la minina.

El parto fue el sábado en la noche y el sitio escogido por la gata fue en una de las habitaciones de la casa, justo debajo de una cama.

Pero el domingo cuando Rubén sacó los críos con su madres para disponerlos en el sitio preparado para ellos la sorpresa fue mayúscula, pues uno de los gaticos no era como los dos otros dos.

“Cuando lo vi y lo reparé le dije a mi hija: mira, este gatico es como fenómeno”, dijo Rubén algo sorprendido, y no era para menos.

“El gatico tiene dos caritas y tres boquitas”, explicó Rubén, quien asegura que el hecho lo sorprendió porque “son cosas que no se ven todos los días”.

Desde ese día Rubén y Adriana alimentaban al gatico con una jeringa pues su condición anatómica no le permitía a la madre amamantarlo como a sus otros dos críos. Pero al amanecer del miércoles como todos los días Adriana se acercó a los pequeños para ver cómo estaban y se encontró con que ‘Milagro’ había muerto.

A pesar de que la gata no amamantaba a al recién nacido lo calentaba por lo que su protector pensaba que podía sobrevivir más tiempo y esperaba una semana para llevarlo al veterinario.

“Yo no lo he llevado al veterinario. Estoy esperando que cumpla los ocho días, cuando abra los ojitos, para que lo revise. Ojalá que de aquí hasta allá no se me haya muerto porque la mamá no lo alimenta, claro que ella lo recibe y le da calor”, había dicho Rubén.

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