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Día de velitas: luz, tradición e identidad

La noche del 7 de diciembre en Colombia enciende algo más que velas: en cada farol hay historia, memoria y una tradición que nació hace más de un siglo.

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Día de las velitas: 10 frases para dedicar el 7 de diciembre 2025: deseos, agradecimientos y más

La celebración del Día de las Velitas, que cada 7 de diciembre ilumina calles, casas y parques en todo el país, es considerada uno de los rituales más sentidos por las familias colombianas. Más allá del colorido y la reunión familiar, esta fecha marca de forma simbólica el inicio de la Navidad y se ha convertido en un espacio para agradecer, pedir deseos y reforzar la unión comunitaria.

Aunque muchos la viven desde una dimensión espiritual o religiosa, otros la asumen como un momento cultural que conecta generaciones y que evoca recuerdos de infancia, encuentros barriales y pequeños rituales personales.

¿Cómo surgió el Día de las Velitas?

El origen de esta tradición es histórico y relativamente reciente. Se remonta al 8 de diciembre de 1854, cuando el papa Pío IX proclamó mediante la bula Ineffabilis Deus el dogma de la Inmaculada Concepción. La noche anterior, las comunidades católicas acompañaron el anuncio con antorchas y luces, un gesto simbólico que pronto se extendió por América Latina y tuvo una acogida especial en Colombia.

Lo que comenzó como un acto devocional católico se transformó con los años en una costumbre popular profundamente arraigada. En Colombia, el encendido de velas durante la víspera del 8 de diciembre trascendió lo estrictamente religioso: se volvió un rito familiar, una forma de expresar gratitud, esperanza y deseos para el nuevo año que se acerca.

¿Por qué esta celebración se volvió un símbolo nacional y cómo ha cambiado con el paso del tiempo?

El Día de las Velitas se convirtió en un sello de identidad porque combina tres elementos esenciales para la cultura colombiana: familia, comunidad y luz. Las casas se transforman en pequeños altares, los barrios se unen en torno a faroles elaborados a mano y la calle se vuelve un espacio de encuentro donde convergen tradiciones católicas, expresiones culturales y nuevas interpretaciones personales.

Con el paso del tiempo, la celebración también ha cambiado, pues actualmente se reúnen varios significados religiosos con rituales más íntimos o simbólicos: velas de distintos colores, deseos personalizados, reuniones entre amigos o experiencias que, incluso, trascienden las diferencias de creencias.

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