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Santiago Sposto, un productor argentino con brújula global

Es, en suma, un productor y compositor argentino con brújula global: donde la música necesita una cabeza estratégica, una mano experta y un oído atento, su nombre aparece en los créditos

Santiago Sposto, un productor argentino con brújula global

Santiago Sposto, un productor argentino con brújula global

Santiago Sposto pertenece a esa generación de productores y compositores que entendieron que el pop latino del siglo XXI se cocina a varias bandas y a varios husos horarios. Argentino, con base entre Buenos Aires, Ciudad de México y ahora Nueva York, se mueve con naturalidad entre el estudio, el set publicitario y la pantalla grande. Su perfil combina obra para artistas, cine y marcas, respaldado por membresías en academias clave de la región y, recientemente, por su incorporación como miembro votante de la Recording Academy —los Grammy estadounidenses—, un sello que certifica su madurez profesional y su inserción en el circuito global.

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El tramo más reciente de su carrera tomó forma en Ciudad de México a partir de 2021, cuando empezó a producir y componer para un abanico de artistas de México, Argentina y Estados Unidos. En ese mapa aparecen MARLLA, Arturo de las Fuentes, BEGOÑA, Luna Rubio, Marsh Massías y Edmy Ríos en el frente mexicano; Sasha Mortier y Anabel por Argentina; y colaboraciones con Janette Mata y Matt Cairns desde la escena estadounidense. Su rol no se limita a la consola: participó en sesiones de composición con Andrés Chano —ex productor de Reik—, Paula Arenas y Ale Zéguer, y entiende la canción pop como un espacio de encuentro donde conviven melodía, identidad y estrategia.

El caso de MARLLA ilustra esa mezcla de intuición y constancia. Sposto se sumó desde los primeros pasos de la artista y aportó obras originales que contribuyeron a su fichaje por Warner Music México, un salto que consolidó la dupla creativa y validó su oído para el desarrollo. Ese mismo pulso autoral se expandió al cine: “Roto”, de su autoría, integra la banda sonora de “Todas Menos Tú” (2024), una de las películas más vistas en México, confirmando que su lenguaje funciona también en el formato narrativo.

Su trabajo para marcas muestra otro músculo: campañas globales de Unilever —con piezas para Knorr y Mordisko— junto a productoras internacionales como Big Sync Music, donde la precisión del brief convive con la construcción de identidad sonora. En ese frente, Sposto articula dirección musical, diseño de identidad y una producción híbrida que toma elementos del pop, lo alternativo y acentos latinos para entregar piezas listas para emisión, con la voz y el gancho como ejes.

Antes de su etapa mexicana, ya había cursado dos escuelas de alta exigencia. Como music producer en Purple Sounds —en Los Ángeles, en modalidad remota— ejerció tareas de vocal producer y mixing engineer con foco en entregas bajo deadline, creación de “vocal chops”, vocoders y ganchos melódicos en inglés y español, además de la edición y mezcla de pistas vocales. La otra escuela fue publicitaria, en Manojo Estudio (Buenos Aires), donde se desempeñó como postproductor de audio para comerciales de TV: más de 80 piezas emitidas en América Latina para marcas globales como Mattel —Barbie, Hot Wheels— y Marvel lo entrenaron en trato con clientes, cronogramas ajustados y calidad técnica sin atajos.

La formación académica refuerza la curva profesional. Egresó de la Escuela de Música Contemporánea —institución asociada a Berklee— y obtuvo una beca completa para el Diplomado en Composición de la SACM. En ese programa marcó un récord: fue el autor con más canciones seleccionadas para el concierto final en el Centro Cultural Roberto Cantoral. Bilingüe en español e inglés, se mueve con soltura en sesiones internacionales y entornos híbridos, un requisito ya ineludible del negocio.

Su agenda suma reconocimientos que hablan de presente. Además de su flamante condición de votante en la Recording Academy, fue seleccionado como jurado para la competencia ECMA (East Coast Music Awards) de Australia, una participación que lo posiciona en instancias de evaluación artística más allá de su territorio natural de trabajo. En paralelo, como miembro votante de la Latin Recording Academy, sigue de cerca el pulso de la conversación latinoamericana y los cruces con los Grammy globales, un diálogo cada vez más intenso para la música en español.

Convertirse en votante de los Grammy tiene, para Sposto, un peso particular. Lo vive como un honor y un reconocimiento enorme que exige responsabilidad: sabe de primera mano el esfuerzo y el tiempo detrás de cada proyecto que llega a la mesa de votación. También lo entiende como un gesto de época. La industria atraviesa desafíos económicos que golpean con fuerza a los artistas emergentes y, en América Latina, se suman obstáculos específicos del territorio. Por eso celebra la expansión de espacios para la música en español: los Latin Grammy funcionan como incentivo y vidriera, y su participación en ambas academias —la latina y la estadounidense— le permite involucrarse activamente, aportar criterio y colaborar desde adentro con el crecimiento del ecosistema. En un momento de su carrera en el que trabaja cada vez más con el mercado norteamericano, poder votar en los premios de mayor visibilidad global es, además, una satisfacción profesional y un compromiso ético con sus colegas.

Recientemente Santiago abre un capítulo clave en su historia y es la relación profesional con el reconocido productor Joel Hamilton. Sposto conoció al productor en agosto, durante una convención de la AES en Ciudad de México, presentado por un amigo en común, Ezequiel Morfi —recién electo vicepresidente regional para Latinoamérica de la Audio Engineering Society—. Lo escuchó dar varias charlas y le impresionó su enfoque de producción y mezcla: sin misticismos, práctico, con los pies en la tierra. Mientras muchos envuelven la técnica en un halo de secreto, Hamilton la desmitifica y simplifica, apoyado en una trayectoria que habla sola. Convivieron todo el fin de semana de la convención y Sposto pudo oír de primera mano su experiencia en Estados Unidos. Ese intercambio se convirtío en trabajo concreto y en Nueva York pudo empezar a colaborar con él en Studio G, con la intención de nutrirse del método y sumar un nuevo nivel a su trayectoria.

Detrás de la biografía, hay una estética reconocible: una producción pop contemporánea que no teme ensuciarse con texturas alternativas, una obsesión por la voz —esculpida, editada, puesta al frente con intención— y un criterio melodista que prioriza el gancho antes que el artificio. Sposto se define por resultados de emisión y catálogo, por su comprensión del branding sonoro y por una ética de trabajo que une precisión técnica y sensibilidad artística.

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