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Fía Rivera y la revolución silenciosa de las mujeres digitales

Hasta hace unos años, trabajar desde un pueblo del interior y generar ingresos de nivel internacional era poco más que una fantasía

Fía Rivera y la revolución silenciosa de las mujeres digitales

Fía Rivera y la revolución silenciosa de las mujeres digitales

Hoy, en cambio, miles de mujeres en América Latina están encontrando en el mundo digital una alternativa real para construir independencia económica. Entre ellas, una figura destaca por su método claro y su mensaje directo: Fía Rivera, argentina nacida en General Pico, La Pampa, quien transformó una crisis personal en una plataforma educativa que hoy forma a mujeres de toda la región.

Su historia comenzó sin capital, sin contactos y sin un entorno que entendiera del todo lo que intentaba hacer. En lugar de seguir el camino tradicional, decidió aprender sobre el universo digital, probar, equivocarse y volver a intentarlo. Con el tiempo, descubrió que aquello que sabía y había vivido podía convertirse en un producto valioso. Lanzó su primer programa online desde su habitación, con una computadora prestada. Cinco años después, su empresa factura entre cinco y seis cifras mensuales. Pero lo que más resalta no es el monto, sino el impacto: cientos de mujeres que han aprendido a generar ingresos a partir de sus propias habilidades.

El contexto en el que trabaja Fía tiene sus propios matices. Según el Global Entrepreneurship Monitor, América Latina lidera el emprendimiento femenino por necesidad, pero solo una pequeña parte logra consolidar modelos de negocio estables y escalables. En ese punto se ubica su propuesta. Rivera enseña a convertir lo que alguien sabe o ha resuelto en su vida en una oferta digital rentable. Su método se basa en cuatro ejes que se repiten en casi todos sus entrenamientos: mentalidad, hábitos, un modelo de negocio simple y una oferta atractiva.

Su enfoque es más práctico que teórico. No se trata de frases inspiradoras, sino de herramientas aplicables. Para ella, el primer paso es trabajar la mente. Cree que muchas mujeres crecen escuchando que no son buenas para los números, que su rol está en otro lado o que el éxito económico es un privilegio ajeno. Cambiar esa narrativa es parte del proceso. En paralelo, la construcción de hábitos sostenibles —disciplina, organización, aprendizaje continuo— actúa como sostén del proyecto. Luego llega la elección del modelo de negocio: algo simple, adaptable, que permita escalar sin depender del tiempo personal. Finalmente, el desarrollo de una oferta irresistible, es decir, un servicio o producto que resuelva un problema real y que el mercado valore.

Rivera insiste en que no es necesario inventar algo nuevo. Basta con identificar una habilidad o experiencia que ya se domina y convertirla en una propuesta estructurada. En sus palabras, el desafío no es tener ideas, sino aprender a venderlas de forma inteligente. Esa visión práctica le permitió atraer a mujeres de distintos perfiles: desde madres que convirtieron su experiencia en programas de acompañamiento, hasta profesionales que encontraron en la enseñanza digital una nueva fuente de ingresos.

El auge de estos negocios también refleja un cambio cultural. Durante décadas, el trabajo femenino estuvo asociado al empleo formal o a actividades presenciales con horarios fijos. La posibilidad de generar ingresos desde casa, con una laptop y conexión a internet, modifica por completo esa dinámica. No se trata solo de dinero, sino de tiempo, de autonomía, de una forma diferente de entender el éxito.

Fía evita las promesas rápidas. Suele decir que el trabajo digital no es una solución mágica, sino un camino que requiere constancia y aprendizaje. En un entorno saturado de fórmulas milagrosas, su discurso destaca por la honestidad. Afirma que el verdadero progreso llega cuando se deja de perseguir la viralidad y se empieza a construir comunidad. “Las vistas no pagan las cuentas”, repite en sus clases, una frase que resume su visión pragmática del negocio digital.

Las cifras respaldan el fenómeno. De acuerdo con el World Economic Forum, cerrar la brecha digital para las mujeres podría aportar hasta cinco billones de dólares a la economía global. En América Latina, donde el acceso a capital y redes de apoyo sigue siendo limitado, modelos como el de Rivera ofrecen una alternativa viable para reducir esa distancia.

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Lo más valioso, quizá, es que su historia devuelve la sensación de posibilidad. No hay grandes slogans ni discursos heroicos: solo una mujer que aprendió a usar internet para cambiar su vida y que ahora enseña a otras a hacer lo mismo. Desde su pequeña ciudad en Argentina, Fía Rivera representa una nueva generación de emprendedoras que entienden la tecnología no como un lujo, sino como una herramienta de libertad. Y aunque su revolución no hace ruido, está transformando silenciosamente el futuro económico de miles de mujeres que, como ella, decidieron no esperar a que alguien les abriera la puerta.

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