Noticiero mediodía Cartagena

Cartagena

Alicia Labrador: De pasos pequeños a ser la gran referencia de la estética en Miami

Alicia Labrador no llegó a la estética por casualidad; la estética la eligió desde la cuna

Alicia Labrador no llegó a la estética por casualidad; la estética la eligió desde la cuna

Alicia Labrador no llegó a la estética por casualidad; la estética la eligió desde la cuna

Creció viendo a su madre dirigir un centro y se movió entre conversaciones de quirófano y cabinas de tratamiento. Ese entorno no solo le enseñó técnicas; le grabó una idea sencilla y poderosa: cuando hay buena atención, comunicación clara y empatía real, los resultados llegan. Ahí empezó todo, en la certeza de que la belleza —la interna y la externa— se trabaja con el mismo respeto.

Su primer salto profesional fue en 2004, en Venezuela. Con las manos todavía temblando de ilusión montó una pequeña clínica para pérdida de peso. La llamó Ob Line Spa. Era un espacio modesto, casi íntimo, donde cada paciente conocía a la dueña por su correo electrónico. Con el tiempo, ese apodo se volvió identidad. “Ali” por su nombre, “estética” por su vocación. El rebranding fue natural: lo que había nacido como un emprendimiento con más ganas que metros cuadrados se transformó en Aliestetic, una marca con foco, propósito y una ambición que no se gritaba: se trabajaba.

Lo que distingue a Alicia no es una máquina de última generación ni una técnica exclusiva —aunque las tiene—. Es la manera en que mira a las personas. Antes que la indicación, escucha. Antes que el plan, entiende la historia. Esa lectura humana le permite abrir espacios de transformación que devuelven esperanza y activan autoestima. Su obsesión profesional es la piel: el órgano más grande, más leal y más agradecido del cuerpo. Le fascina verla responder casi de inmediato cuando recibe el cuidado correcto. En esa relación piel-persona, Alicia encuentra una ruta directa hacia el bienestar. No promete milagros; propone procesos. Y los sigue de cerca.

Alicia repite que la verdadera innovación no es solo tecnología, es humanidad aplicada. Cuando ciencia, técnica y sensibilidad se encuentran en la misma sala, la experiencia cambia. El paciente siente que no es un número. Por eso, en Aliestetic, la calidad no es un eslogan; es un sistema: atención que acompaña, protocolos que se cumplen, resultados que se miden y un seguimiento que no suelta la mano. Lo más valioso es que su equipo piensa igual. No es una coincidencia; es selección y formación. La cultura de servicio se cuida todos los días, como se cuida la piel.

Definirse no le cuesta: mujer creyente, resiliente, auténtica, agradecida; cabeza y corazón en el mismo timón. Su historia en Estados Unidos confirma esa mezcla. Llegó sola, con dos hijos, y empezó desde abajo, literalmente con un balde y un trapo, limpiando spas. No romantiza ese periodo: fue duro. Pero en ese trabajo también afiló su mirada. Observó cómo se atendía, qué faltaba, qué sobraba, qué podía hacerse mejor. Y cuando aparecieron oportunidades, las vio y las tomó. No hubo pausas. Mientras otros cerraban el día, ella abría el siguiente.

El sueño de Aliestetic en Miami empezó en 500 pies cuadrados: un consultorio pequeño, sin adornos, donde la prioridad era hacer bien lo esencial. De ahí pasó a 5.000 pies cuadrados y a un ecosistema completo: clínica de cirugía plástica, unidades tecnológicas, y un centro de recuperación —CTN— integrado al proceso para acompañar al paciente antes y después de cada intervención. La idea no era crecer por crecer, sino cerrar el círculo del cuidado. Que la persona entre con una inquietud y salga con un plan, un resultado y una red de respaldo.

Ese modelo, probado en Miami, se volvió replicable. Llegó la expansión a Naples, con el cirujano estadounidense Brian Smith, y el mismo sello: excelencia, seguridad, innovación y un trato que prioriza el valor de la persona. Alicia habla de franquicias futuras, pero no como un mapa de locales; lo piensa como la extensión de una cultura. “Mantener el legado y unir a quien quiera estar en la misma órbita”, dice. Es una frase sencilla que revela una convicción: construir comunidad es tan importante como construir marca.

Los reconocimientos han ido llegando como consecuencia, no como objetivo. Elected officials en Estados Unidos —entre ellos Cristy Fraga, Pepe Díaz y María Elvira Salazar— han destacado su trayectoria y la efectividad de su trabajo. Fundaciones de prestigio la han invitado como referente. Personalidades internacionales la han señalado por su capacidad innovadora; Agustín Laje, por ejemplo, ha hablado de su “trascendencia” como emprendedora. También la han celebrado grupos de mujeres, el Diario El Venezolano y programas de televisión que han contado su historia. Alicia agradece, pero no se detiene allí. Los premios validan; los pacientes transformados, justifican.

Su propuesta a la comunidad estética de Estados Unidos es concreta: sostener la excelencia con procesos, elevar la calidad de servicio en cada detalle y poner siempre a las personas primero. Eso implica invertir en capacitación continua, integrar tecnología útil —la que suma evidencia, no moda—, y abrir espacios de colaboración entre profesionales que compartan ética, criterio y ganas de hacer las cosas bien. Aliestetic es su trinchera y su laboratorio: un lugar donde se prueban estándares altos y se corrigen rápido los desvíos.

Hay, además, un hilo íntimo que atraviesa su relato. Alicia habla de Dios con naturalidad, sin imponerlo. Dice que la fe le ordena prioridades y le da aplomo. De ahí su resiliencia: el tropezón no la define; la decisión de levantarse sí. Esa misma fortaleza la vuelca en otras mujeres. Quiere que otras emprendedoras sepan que se puede iniciar con poco, incluso con una escoba en la mano, y terminar dirigiendo equipos médicos completos si se trabaja con disciplina, transparencia y visión.

Cuando Alicia acompaña a un paciente, no solo ve una piel a tratar; ve un proyecto de vida que puede mejorar. Por eso el seguimiento es tan riguroso: porque la verdadera estética no termina cuando la persona se mira al espejo por primera vez; empieza ahí. Mantener resultados exige educación, hábitos y apoyo. Ella y su equipo asumen ese compromiso como parte del servicio. Es una manera de honrar el tiempo y la confianza del paciente.

Hoy, hablar de estética en Miami y no mencionar a Aliestetic es pasar por alto una referencia que nació de lo esencial: escuchar, comprender, cuidar y actuar con calidad. La historia de Alicia Labrador demuestra que la belleza con propósito no es un eslogan marketinero; es un método de trabajo que mejora vidas. Desde la cabina modesta en Venezuela hasta las instalaciones integrales en Florida, el recorrido es el mismo en espíritu: pasos pequeños, foco claro, constancia diaria.

El futuro está en marcha: consolidar Miami, fortalecer Naples, preparar nuevas aperturas y seguir formando profesionales que compartan la cultura Aliestetic. Pero, sobre todo, cuidar la raíz: la humanidad que sostiene cada decisión. Alicia lo resume con una serenidad que no oculta el empuje: excelencia siempre, innovación útil y el valor de las personas por encima de todo. Lo demás —los metros cuadrados, los equipos, los reconocimientos— llega después y llega, como su historia, a fuerza de trabajo bien hecho.

El siguiente artículo se está cargando

Caracol Radio
Directo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Ciudades

Elige una ciudad

Compartir

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad