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La Tercera Ola, el papel de la desinformación en épocas electorales

La era de la información está en el centro de la carrera política que se avecina en 2026. Para expertos, sin un consumo consciente y cuidadoso, la ciudadanía corre el riesgo de tomar decisiones basadas en manipulación.

| Foto: Caracol Radio

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El mecanismo de participación está siendo seriamente afectado por esta tercera ola de información en la que, cada vez más ciudadanos a nivel mundial ven el voto como algo sin utilidad, y las fake news se mezclan con información dada desde la investigación exhaustiva y una visión crítica.

Así, transformando el sistema político en uno en el que se reduce a una narrativa llamativa en campañas políticas, donde más que un perfil político se busca exponer un personaje que capte la atención y aprobación de los ciudadanos para así ganar su voto.

Estas fueron algunas de las ideas que se dialogaron durante ¿Cómo defenderse de la desinformación en las elecciones?, organizado por Prisa Media y la Registraduría Nacional del Estado Civil.

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A nivel global, este ambiente polarizado es la tendencia, sin embargo, Catalina Botero, abogada y experta en libertad de expresión, recalca que algunos países como Uruguay poseen “una sociedad civil que tiene anticuerpos para este tipo de noticias” y que no se deja arrastrar por “decisiones histéricas”.

esinformación es un “problema de cultura política, no de personas”; para la abogada, estamos en un momento crítico de la democracia a nivel mundial.

Declaraciones apoyadas por Rafael Rubio, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense en Madrid, señalando que hoy “hay demasiada información, más desinformación que información”, por lo que es urgente que los medios recuperen su función de filtro mediante el fact-checking, además de una investigación profunda y contextualizada de la situación.

Para Rubio, toda esta problemática está relacionada con que se da por garantizada la defensa autónoma de la democracia representativa, y que esta “ha quedado orillada en los debates intelectuales”.

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Desde otra perspectiva, Beatriz Vallejo, directora de Ethos, propone entender la desinformación como un problema de comportamiento humano. Asegura que “estar expuesto a 15 minutos de discursos de odio es gravísimo”, pues no solo genera radicalización política, sino que disminuye la capacidad de empatía y acción colectiva. Para contrarrestarlo, presentó el proyecto “Un País Posible”.

Desde el que se propone una fórmula en cuatro pasos: “generar interés, movilizar la intención, facilitar la acción y consolidar hábitos sostenibles”. Con base en evidencia internacional, Vallejo afirma que estas estrategias pueden reducir hasta en un 30 % la vulnerabilidad a la desinformación.

Finalmente, Gonzalo Araújo, cofundador de Orza Relacionamiento Estratégico, resalta el valor de los mapas electorales como herramientas para comprender las dinámicas territoriales del voto y contrarrestar narrativas simplistas.

Según explica, los datos permiten mostrar “cómo vota un lugar de forma predominante” y cruzar esa información con variables socioeconómicas, encontrando correlaciones entre condiciones sociales y decisiones políticas. Para Araújo, esta herramienta es “poderosísima”; con ella la ciudadanía entendería mejor la política y no dependería únicamente de relatos manipulados.

En conclusión, para los expertos, la defensa frente a la desinformación electoral requiere una estrategia integral: fortalecer la cultura política, promover la alfabetización mediática, recuperar la función crítica de los medios y aplicar herramientas basadas en evidencia. Como advierte Botero, “cada uno debe ser protagonista de la defensa de sus valores”, pues la democracia no se sostiene sola.

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