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Tauromaquia en el mundo: ¿qué oculta la industria de las corridas de toros? Diferentes perspectivas

La Sala Plena de la Corte Constitucional ratificó la ley, en la que se prohíbe las corridas de toros.

Estocada a las corridas de toros en Bogotá. Foto: Colprensa

Estocada a las corridas de toros en Bogotá. Foto: Colprensa(Thot)

En un contexto en el que la ‘Sala Plena de la Corte Constitucional’ ratificó la ‘Ley 2385 del 2024’, en la que se prohíbe las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas y tientas en Colombia, con el objetivo de buscar una transformación cultural con respeto de los animales, se hace relevante hablar sobre la tauromaquia, una práctica ancestral que todavía se imparte en varios países.

Cabe destacar que esta decisión también determinó que quedan prohibidas las actividades sobre los toros coleados, las corralejas y las peleas de gallos. En este orden de ideas, es importante aterrizar algunos puntos de vista para comprender por qué se debe erradicar este tipo de prácticas, pero también la contraposición que busca conservar las tradiciones.

Para empezar, el zoólogo y activista Jordi Casamitjana, con amplia trayectoria en defensa de los animales y autor en ‘Vegan FTA’, afirmó que las corridas de toros no son peleas, sino ejecuciones ritualizadas y planificadas.

Desde su perspectiva, el toro no entra a la arena en igualdad de condiciones, ya que llega debilitado, sometido a heridas con lanzas y banderillas que lo desgastan física y emocionalmente antes de ser atravesado por la espada del torero.

Adicionalmente, para este activista, este desenlace no es un espectáculo artístico, sino la recreación moderna de antiguos sacrificios religiosos en los que se usaban animales para purificar culpas humanas.

Asimismo, hizo énfasis en que el llamado ‘toro de lidia’ no corresponde a una especie distinta, sino a ejemplares de ganado vacuno criados y seleccionados con base en comportamientos agresivos.

Este sufrimiento, dijo el zoólogo, no se limita al toro, pues vacas y caballos también son víctimas. En el caso del rejoneo y de las corridas portuguesas, los caballos son sometidos a espuelas que desgarran su piel, embestidas violentas y técnicas que les cubren la visión para evitar su huida.

¿Cómo responde la sociedad y qué papel juegan los gobiernos?

Hay estudios de veterinarios independientes que han demostrado, añadió, que todos estos animales atraviesan un dolor físico severo antes de morir tras una prolongada agonía, aunque la industria intente desacreditarlos financiando investigaciones favorables a su causa.

También destacó que la percepción social hacia la tauromaquia ha cambiado de forma drástica. Encuestas recientes muestran que cada vez más ciudadanos rechazan estas prácticas, incluso en países con tradición taurina.

Ejemplos como Cataluña y Canarias en España, además de Colombia y varias regiones de México, ya han dado pasos hacia la prohibición legal. Para el zoólogo, esto demuestra que la tauromaquia no es una tradición incuestionable, sino una práctica en retroceso frente al avance de nuevas sensibilidades éticas y sociales.

No obstante, el contraste se da en el plano económico. Según Casamitjana, la tauromaquia sobrevive gracias a una enorme financiación pública. Por ejemplo, España supera los 571 millones de euros anuales, a los que se añaden al menos 130 millones de la Unión Europea.

Para él, sin este respaldo económico, la industria no tendría cómo sostenerse. Además, agregó que la tauromaquia fue utilizada históricamente como herramienta de dominación durante la colonización española en América y como imposición cultural en partes de la península ibérica y Francia.

¿Por qué algunos defienden la tauromaquia como patrimonio?

En contraste con estas críticas, los defensores resaltan el valor cultural, económico y simbólico de la tauromaquia. El matador mexicano, Diego Silveti, la define como un rito sagrado heredado de tiempos ancestrales, cargado de simbolismo y de una conexión espiritual entre el hombre y el animal.

Para la ‘Fundación Toro de Lidia’, la tauromaquia representa un motor económico que genera miles de empleos en zonas rurales, desde la cría de toros hasta la organización de corridas, consolidando una red de subsistencia para comunidades que dependen de esta actividad.

El sector turístico también encuentra beneficios. Empresarios y asociaciones culturales aseguran que la tauromaquia fortalece el atractivo de ciudades con plazas emblemáticas, donde visitantes nacionales e internacionales buscan vivir la experiencia del espectáculo.

Desde el enfoque de los ganaderos de bravo, la crianza del toro de lidia contribuye a la conservación de la dehesa, un ecosistema único ligado a esta raza, que podría desaparecer sin el soporte económico de la industria taurina.

Finalmente, vale la pena concluir que mientras críticos como Casamitjana denuncian la tauromaquia como una forma de explotación animal injustificable, sus defensores insisten en que constituye un arte vivo con valor espiritual, impacto económico y relevancia patrimonial.

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