Ciencia y medio ambiente

El trauma puede heredarse: esto dice la ciencia sobre las heridas emocionales a través del ADN

“El trauma se lleva en el ADN”, es lo que dice una nueva aproximación científica a los traumas y heridas emocionales que pasan de una generación a otra.

El trauma se hereda según estudio científico

El trauma se hereda según estudio científico

¿El sufrimiento que vivieron nuestros abuelos o padres puede afectar la salud mental y emocional de sus hijos o nietos? En tiempos de guerra, como los que se viven en regiones como Gaza o Ucrania, esta es una pregunta que muchas personas se hacen. Y no es nueva: incluso revistas como National Geographic se han preguntado si el trauma familiar se puede “heredar” en nuestros genes.

La doctora Tara-Lyn Camilleri, investigadora postdoctoral de la Universidad de Monash (Australia), escribió en The Conversation que, aunque este tema ha ganado mucha atención, hay que tener cuidado con las ideas simplificadas.

“El trauma puede pasar de una generación a otra, pero no está escrito directamente en el ADN como si fuera una maldición inevitable”, explica la científica.

¿Qué significa eso?

Nuestro cuerpo y nuestra mente no funcionan como una máquina rígida. Tienen algo que los científicos llaman plasticidad fenotípica. En palabras sencillas, esto significa que una persona puede desarrollar diferentes características dependiendo del ambiente en el que crece, aunque tenga el mismo ADN.

Por ejemplo, si un niño crece en un lugar peligroso o con mucho estrés, su cuerpo y su mente pueden volverse más alertas o sensibles. Eso puede ser útil para sobrevivir en ese ambiente, pero si luego vive en un entorno seguro, esa “alerta constante” puede transformarse en ansiedad o estrés crónico.

¿Y qué papel juega el ADN?

El ADN es como un guion, pero hay elementos llamados epigenéticos que funcionan como notas sobre ese guion. Estas notas indican qué partes del ADN se deben activar o no, dependiendo de lo que sucede alrededor. Por eso, dos personas con genes similares pueden reaccionar de forma muy distinta si han tenido vidas diferentes.

La doctora Camilleri dice que muchos factores influyen en cómo se transmite el trauma: desde la alimentación durante el embarazo, hasta el nivel de estrés o los cuidados recibidos en la infancia. Incluso los niveles hormonales o el funcionamiento del sistema inmunológico pueden afectar el desarrollo de un bebé.

No todo está determinado: el entorno importa

Lo más importante es entender que el trauma no se transmite solo por lo biológico. El ambiente, las relaciones familiares, el acceso a apoyo emocional y la conexión con la cultura pueden hacer una gran diferencia.

En Nueva Zelanda, por ejemplo, comunidades indígenas han usado el idioma, los rituales y la conexión con la tierra para sanar heridas emocionales causadas por la colonización. En familias judías con descendientes de sobrevivientes del Holocausto, la identidad cultural y los rituales también han sido clave para superar el trauma heredado.

Además, hay herramientas muy efectivas como la crianza con enfoque en el trauma o las terapias familiares tempranas, que ayudan a romper ese ciclo en los hijos.

“Sentirse seguros, tener rutinas, y vivir en un entorno con sentido y estabilidad ayuda al cuerpo a regular el estrés y a mejorar la salud a largo plazo”, asegura Camilleri.

¿Entonces el trauma se hereda o no?

Según la experta, no es que el trauma quede grabado para siempre en el ADN como si fuera una cicatriz. Lo que sucede es que nuestros cuerpos reaccionan a lo que vivimos, y esas reacciones pueden influir en cómo criamos a nuestros hijos o en cómo se desarrollan físicamente. Pero esas marcas no son permanentes y pueden cambiar si cambia el entorno.

Gracias a la plasticidad de nuestro cuerpo, siempre estamos en diálogo con el mundo que nos rodea. Si cambiamos ese mundo, también podemos cambiar el futuro”, concluye la doctora Camilleri.

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