Andrew Silva: Un formador de líderes en Colombia en los barrios populares del Valle
Es el director ejecutivo de la fundación Ser para Ser, una entidad que busca apoyar jóvenes para encontrar herramientas para realizar su proyecto de vida.
Tanto Cali como Valle del Cauca se han caracterizado por ser territorio de cultura, éxito, empuje, y personas con mucha humanidad que brillan por su talento y esencia en el terreno al cual se dedican. Sin embargo, no todo es positivo, ya que esta zona del país ha sufrido por hechos trágicos de violencia y crimen producidos por cuenta de agentes nocivos como la delincuencia y el narcotráfico.
En Colombia existen personas que han decidido por enfocar su proyecto de vida a beneficiar a las comunidades locales, y generar transformación social en donde hubo pobreza, abandono, y violencia. Esta es la historia de Andrew Silva, el director ejecutivo de la fundación Ser para Ser, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la formación integral de jóvenes del oriente de Cali.
Este programa busca ayudar a jóvenes que están en la etapa de la adolescencia y tienen dudas acerca de su futuro profesional, y pueden tener incertidumbre sobre qué camino tomar para sus años venideros. Su fundación apoya a estudiantes desde octavo grado, ofreciendo herramientas como talleres, guías y charlas a los estudiantes para que encuentren su potencial, y lo puedan desarrollar para encontrar una manera de forjar su futuro personal y profesional.
El camino de un formador
Creció en el barrio El Diamante, dentro del Distrito de Aguablanca hacia el oriente de la capital del Valle del Cauca, el seno de una familia conformada principalmente por su abuela, sus tíos y sus primos, ya que sus padres se separaron cuando él tenía seis años. Allí, en la casa que construyó su abuelo, que no logró conocer, ya que murió joven, aprendió valores y recibió consejos para afrontar una delicada problemática que vivió en su adolescencia. Para sus épocas de juventud, recibió diversos ofrecimientos y propuestas para formar parte de la delincuencia organizada y el expendio ilegal de drogas.
En una ocasión, a sus 16 años, cuando estaba saliendo del colegio, se detuvo al llamado de un vendedor de salchipapas que le dijo “mire lo que le dejaron”. Era una motocicleta nueva de alto cilindraje que le había regalado la oficina de sicarios de dicha zona de la ciudad para que formara parte del grupo al margen de la ley. Vio la moto, y aunque se veía demasiado atractiva, Andrew no la recibió, y como tantas y tantas ofertas de la delincuencia y el mundo oscuro, terminó rechazándolas.
Su gran estatura de 1,90, su portentoso cuerpo, junto a su capacidad de liderazgo que desarrolló con el pasar de los años, generó que a su corta edad fuese un fuerte candidato entrar a los grupos ilegales. Por más lujos y objetos materiales que le ofrecieron, nunca consideró el crimen como una opción, y se enfocó en otras cosas.
“Hay que ser muy berraco para, a esa edad, y con tantas distracciones y ansiedades, pasar cuatro años de la vida asumiendo otras cargas más allá de las académicas. Son valientes porque deciden crear realidades diferentes a partir de contextos muy complejos”, expresa a una entrevista concedida al diario El País.
Un proyecto transformado en realidad
Cuando cursaba el grado once, Silva fue electo como personero del colegio, y una de sus propuestas fue la creación de una escuela de liderazgo. Dicho proyecto comenzó juntando a los tres estudiantes más inquietos con los tres más aplicados de cada curso. Ahí es como se sembró la semilla de lo que hoy se conoce como la fundación Ser para Ser.
Cada año, el equipo de esta organización puede mostrar ejemplos efectivos de personas que pasaron por su programa, y que actualmente son ingenieros, comunicadores, psicólogos, docentes, entre otros. En diversas oportunidades, estos mismos profesionales sacan un tiempo de su agenda para aportar a la fundación con su tiempo y conocimiento hacia los beneficiarios que buscan un mejor futuro para ellos y sus familias.