Para Miriam Liz Andela, la educación es el principal motor de transformación
Desde sus primeros años, Miriam Liz Andela soñó con un futuro diferente al que parecía estar destinada. Hoy, como magistrada indígena, su vida demuestra cómo la educación puede romper barreras y transformar realidades.
Miriam Liz Andela recuerda que, desde los cuatro años, su vida estuvo marcada por el deseo de aprender. Inspirada por su familia, quienes inculcaron el valor de la educación como legado, se convirtió en una defensora incansable de este derecho. “No tenemos tierras para dejar, pero sí una buena educación”, dice al recordar las enseñanzas de su padre y abuelos.
Para Andela, ser líder implica coherencia entre lo personal, familiar y comunitario. Como mujer indígena, destaca que las exigencias son mayores. Sin embargo, asegura que soñar y superar limitaciones son esenciales para abrir caminos. Su mensaje a las nuevas generaciones es claro: aprovechar las oportunidades educativas disponibles hoy más que nunca.
Su historia es un recordatorio de que la educación no solo transforma a las personas, sino también a las comunidades. La magistrada invita a los niños y niñas a soñar y esforzarse, pues considera que el conocimiento es el vehículo más poderoso para construir un futuro más justo y equitativo.
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