Por qué se celebra el día de las velitas en Colombia
Esta es la primera fecha importante de las fiestas decembrinas. Conozca la historia real detrás de esta centenaria y representativa tradición.
Inició el mes de diciembre y con él llegan todas las tradiciones que durante años han hecho parte de la cultura colombiana, en el marco de las celebraciones navideñas.
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Desde finales de noviembre es común ver luces y adornos en algunos sitios como las casas, pues muchos que aprovechan el tiempo libre de los puentes festivos de ese mes para ocuparse en ello.
Otras personas prefieren esperar a pasar la hoja del calendario para empezar a adornar y preparar los detalles de las cuatro grandes celebraciones que se viven entre diciembre y enero.
La primera de ella es el tradicional día de velitas. Una celebración que no tiene su origen en Colombia precisamente, pero combina historias y costumbres de distintas culturas.
Es una de las fiestas más representativas de la temporada decembrina y en Colombia las personas se han apropiado de ella, hasta el punto de ser una de las fechas más esperadas, año tras año.
El origen de esta fiesta, cuya fecha exacta se debate entre el 7 y el 8 de diciembre (muchos la celebran los dos días), es fuertemente religioso.
Por esta razón, en Colombia, un país mayoritariamente católico, el día de velitas se ha configurado como una celebración fuerte y que reúne a familias y amigos en torno a tradiciones, música y gastronomía.
Breve historia del día de velitas
La celebración de las velitas se remonta al año 1854, cuando la Iglesia católica proclamó el dogma de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción.
A través de esta declaración, los católicos empezaron a reconocer y celebrar el carácter virginal de María, por ser la única persona libre de pecado y quien tuvo en su vientre al hijo de Dios.
Para los católicos es también la fecha de conmemoración del anuncio que hizo el Arcángel Gabriel a la Virgen María, de ser la elegida y llevar desde ese momento en su vientre a la persona de Jesús.
Cuenta la historia que durante la noche del 7 de diciembre de 1854, cuando la Iglesia católica hizo el anuncio de este nuevo dogma, los fieles en el mundo celebraron con una vigilia acompañada de velas, luces y antorchas.
Esta demostración de fe se convirtió en una costumbre y adquirió un sentido conmemorativo. Así, año tras año, los fieles empezaron a encender luces para conmemorar la vigilia de la Inmaculada Concepción y la proclamación del dogma, el 7 y 8 de diciembre.
Una fiesta del judaísmo
Si bien en la celebración del día de velitas hay una fuerte presencia de la tradición católica, las prácticas del judaísmo también aportaron aspectos importantes a esta fiesta.
La relación entre el día de las velitas y el judaísmo está marcada por la Janucá, una celebración de los judíos que se extiende durante ocho días y ocho noches.
La celebración tiene su origen en el tiempo posterior a la caída de Alejandro Magno, conquistador del Imperio Persa, en el año 323, antes de Cristo (a.C.).
Las luchas de poder luego de la muerte de Alejandro llevó a que los seléucidas tomaran posesión de Judea, ubicada en el centro del actual Israel.
Los seléucidas impusieron las tendencias religiosas y culturales de origen griego, lo que no fue bien recibido por los judíos.
Cuando el rey Antíoco IV Epífanes profanó el Templo Sagrado de Jerusalén y mandó levantar un altar al dios griego Zeus, inició una de las más fuertes persecuciones a los judíos.
En el año 166 a.C., el sacerdote judío Matatías empezó una campaña para desterrar a los seléucidas. La campaña fue culminada por su hijo en el año 164 a.C., con la recuperación de Jerusalén.
Cuando los seléucidas salieron de Judea, solo dejaron una ampolla de aceite que alcanzaba para mantener el candelabro del Templo de Jerusalén encendido durante una jornada.
Sin embargo, este alumbró durante ocho días, mientras los judíos conseguían más aceite para iniciar con la recuperación del templo.
Este milagro de la luz es el que se conmemora en el judaísmo con el encendido de luces durante ocho días y recordando el triunfo de los judíos.
La tradición de las velitas tiene también parte de esta creencia por la diáspora judía y la expansión cultural.
Día de velitas en Colombia
La celebración del día de las velitas llegó a Colombia por dos vías. Una de ellas, como ya se ha dicho, es la de la tradición judía que se expandió por el mundo con la migración.
La otra, tal vez la más evidente, está ligada a la creencia católica. Llegó al país por medio de relación con España y la influencia de la Iglesia católica en la configuración de la identidad nacional.
España fue uno de los países que más aceptó y defendió el dogma de la María Santísima en su Inmaculada Concepción, razón por la que se encargaron de apoyar la difusión de su creencia.
Poco a poco, el día de las velitas empezó a ocupar un lugar muy importante en la cultura colombiana. No en vano, sitios como Salamina (Caldas) y Quimbaya (Quindío), planean celebraciones reconocidas a nivel nacional e internacional.
En el caso de Salamina, la conmemoración de la Inmaculada Concepción de María inició en el año 2001 con una celebración que hoy se conoce como la Noche del Fuego.
Las calles inundadas de faroles hechos a mano, luces de colores, balcones florecidos, conciertos de música sacra y clásica y una robusta agenda cultural, hacen parte de la festividad.
En Quimbaya, conocido como el “Municipio Luz de Colombia”, se desarrolla desde los años 80 una celebración similar.
También se acude a los faroles hechos a mano para engalanar las calles y celebrar a la Virgen María en el misterio de su Concepción Inmaculada.
En el resto del país, el día de velitas se convirtió también en un espacio para la reunión familiar y el encuentro con los seres queridos.
En torno a la música de diciembre, delicias gastronómicas como la natilla y los buñuelos y el tradicional encendido de velas, este día abre de manera oficial la época decembrina en Colombia.