Ciencia y medio ambiente

Microplásticos: ¿está el contaminante más abundante esparciendo una enfermedad infecciosa?

Según diversos estudios científicos, los microplásticos podrían ser el caldo de cultivo para diversos agentes que pueden ser dañinos para el ser humano y producir enfermedades.

Imagen de referencia de microplásticos. Foto: Getty Images.

Imagen de referencia de microplásticos. Foto: Getty Images. / Alistair Berg

Los microplásticos son uno de los contaminantes más abundantes que existen en la tierra, habiéndose reportado su presencia en prácticamente cada rincón del planeta, desde las profundidades abismales del océano pacífico hasta las alturas más escarpadas, cerca de la cima del monte Everest.

La abundancia de la contaminación generada por los microplásticos es tal que incluso han llegado a encontrarse en el torrente sanguíneo de las personas, sumando un nuevo riesgo para la salud, no solo por su toxicidad en el organismo, sino por su capacidad para convertirse en el caldo de una variedad de agentes infecciosos, como parásitos, bacterias, hongos y virus.

Microplástico infeccioso

El descubrimiento, de acuerdo a la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU., se produjo en 2010, cuando un equipo de científicos marinos de Woods Hole, Massachusetts, extrajo las redes de malla fina que habían previamente sumergido en medio del océano Atlántico norte, para extraer los pequeños restos de plástico provenientes de las orillas lejanas.

Entre el plástico recolectado, los científicos observaron comunidades boyantes de vida: hallaron algas, protistas y bacterias, a las que la autora principal del estudio, la bióloga del microbioma marino, Linda Amaral-Zettler, del Laboratorio de Biología Marina (MBL), denominó la ‘Plastisfera’.

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Desafortunadamente, luego de un censo preliminar en la ‘Plastisfera’, los científicos hallaron un residente no tan amistoso. Se trata de un género de bacterias denominadas como Vibrio, con algunas cepas potencialmente patógenas para el ser humano.

De hecho, la doctora Amaral-Zettler pudo confirmar este potencial infeccioso con el apoyo del Real Instituto de Investigación Marina de los Países Bajos, analizando el genoma de estas bacterias, para confirmar que efectivamente tenían un comportamiento patógeno, desencadenando padecimientos como el cólera.

El camino a probar uno de los riesgos adicionales de los microplásticos

El camino es largo aún mientras el foco de los estudios está en la toxicidad de los microplásticos, los investigadores tendrán que demostrar que los patógenos colonizan los microplásticos. “Hay que estar seguros de que se trata efectivamente de patógenos porque, para las mismas bacterias, hay cepas no patógenas y patógenas”, de acuerdo a Gabriele Sorci, experta en ecología y evolución de las interacciones huésped-patógeno del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia.

“Luego hay que demostrar que estas bacterias, una vez que colonizan el microplástico, pueden sobrevivir en estos sustratos el tiempo suficiente para introducirse en huéspedes potenciales. Tienen que infectar al huésped y luego producir la enfermedad”, aseguró, según la revista científica.

Al respecto, en 2019, ecólogo marino Randi Rotjan, de la Universidad de Boston y sus colegas, informaron que los patógenos sí pueden hacer este viaje, al menos dentro de un laboratorio. Para realizar la prueba, los científicos alimentaron a una especie de coral con polietileno contaminado con Escherichia coli, la cual, incluso después de la muerte del organismo, siguió esparciéndose la bacteria entre sus pólipos.

Parásitos en el microplástico

Asimismo, según un reciente trabajo de la experta en enfermedades infecciosas Karen Shapiro, de la Universidad de California en Davis, los microplásticos también pueden transportar parásitos.

Su equipo añadió tres parásitos conocidos como Toxoplasma gondii, Cryptosporidium parvum y Giardia enterica, a botellas de vidrio que contenían agua de mar y microplásticos en el laboratorio, notando que podían adherirse a los microplásticos y que la proporción de parásitos adheridos a los microplásticos, frente a los que flotaban en el agua, aumentaba en el transcurso de una semana.

En la naturaleza, estos tres parásitos, que se sabe que se concentran en el marisco y enferman a los humanos que comen marisco crudo, pueden desplazarse de la tierra al mar a través del agua. No está claro hasta qué punto viajan a través de los microplásticos.

“El riesgo para las personas o los animales depende realmente del comportamiento de transporte de los parásitos, y por eso creo que es tan importante entender cómo acaban estos parásitos en el mar”, afirma Shapiro. Ahora está comprobando en el laboratorio si los microplásticos aumentan la concentración de parásitos en las ostras.

De acuerdo a los estudios reseñados por la revista científica, la simple inhalación o ingestión de microplásticos ambientales podría, en teoría, transportar patógenos que causen infecciones en los seres humanos. En marzo, por ejemplo, un equipo de investigadores con sede en Guangdong, China, demostró mediante un estudio in vitro que la gripe A puede colonizar microplásticos de poliestireno e introducirse en células pulmonares humanas a través de la endocitosis de la partícula de plástico.

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