Caficultores piden acuerdos con la Federación y el Gobierno Nacional por crisis del sector
Alertan que la importación de café de baja calidad está haciendo perder credibilidad en el producto colombiano disminuyendo, a su vez, el precio interno del grano.
Foto: Colprensa
Pereira
Problemas como los cambios extremos de clima, el costo de la mano de obra, la baja en el precio del interno y en la bolsa de Nueva York, entre otras situaciones, han llevado a que el sector cafetero esté en alerta debido a que los costos de producción se incrementan pero la venta no está permitiendo lograr un equilibrio entre costos y ganancias por la producción, así lo ha resaltado Carlos Arturo López, vocero de Dignidad Cafetera en Risaralda, quien asegura que falta gestión por parte de la Federación Nacional para que estos factores no hagan inviable la caficultura en varias regiones del país.
“Tantas variables, como la prima que también ha bajado debido a responsabilidad de la Federación de no garantizar la calidad del café exportado, indican que viene en detrimento notable el precio que nos pagaban hace unos meses al actual y esto se ha aunado a una gran cosecha de Brasil, por lo que se espera un panorama oscuro. Urgen medidas inmediatas, pero el enfrentamiento del presidente de la república con la Federación Nacional de Cafeteros, nos deja en el medio, totalmente abandonados”, manifestó.
Hace especial énfasis en que las importaciones de café de baja calidad, están cambiando la credibilidad en el producto colombiano, haciendo que el valor por el grano siga a la baja.
“Hay serios indicios de que las importaciones de tanto grano por parte de la Federación, han aumentado más del 100 % en los últimos años y esto contribuye a que en el país se tome solo pasilla y a que posiblemente adulteren los cafés que exportamos por lo que se rebaja la prima que nos pagaban por buena calidad en el mundo y perdemos credibilidad. Con eso se reducen los beneficios para los cafeteros de esta región”, aseguró.
Hace un llamado a los organismos nacionales para que se cite a mesas de concertación y se evalúe tanto la producción y el precio de esta, como los costos de manufactura y la calidad de vida que quienes están en el campo cosechando.
