Natalia Ponce de León: “Creo que cuando uno nace, escoge la misión y yo decidí ser esta guerrera”
La mujer que se convirtió en defensora y representante de las víctimas de ataques con agentes químicos en Colombia reveló en el podcast ‘Meterse al Rancho’, del actor colombiano Santiago Alarcón, cómo se reconstruye una vida después de un episodio así
Natalia Ponce de León (Bogotá, 1980) está convencida de que el ataque de ácido del que fue víctima cuando tenía 33 años tenía que pasar: “Yo creo que uno escoge en su vida cuando nace la misión que va a desempeñar. Uno dice: ‘voy a ser esta guerrera en esta vida y tengo que pasar por esto para convertirme en esa guerrera’”.
Natalia Ponce de León cree que su victimario, Jonathan Vega Chávez, a quien algún día le deseó la muerte y quien actualmente cumple una condena de 21 años y 10 meses por el delito de homicidio agravado en grado de tentativa, también tenía un propósito: “cambiar la Ley de todo un país y el sistema de salud”.
Natalia Ponce de León, quien se ha erigido como la representante más reconocida y defensora de las víctimas de ataques con agentes químicos en Colombia, está convencida que si tuviera la oportunidad, tampoco cambiaría su destino: “han sido años espectaculares. No me arrepiento y no devolvería el tiempo”.
¿Cómo se reconstruye una vida?
Así lo contó esta mujer, que decidió crear una fundación que vela por los derechos de las víctimas de este tipo de violencia, en el más reciente capítulo de ‘Meterse al Rancho’, un podcast dirigido por el actor colombiano Santiago Alarcón, en el que también reveló cómo se reconstruye una vida después de un episodio
“He viajado por el mundo; he ayudado a mucha gente; he tocado muchos corazones; he sido ejemplo para muchas mujeres, para no dejarse derrotar ni callar. Ha sido muy lindo”, contó Ponce de León de los nueve años que han transcurrido después de que su victimario le vertiera un litro de ácido sulfúrico en su cuerpo.
La joven, que recibió en 2017 el premio internacional a las “Mujeres de Coraje”, le reveló a Alarcón que lo único que creía que le había arrebatado su atacante fue el físico y su identidad: del primero aseguró que era “prestado”, que lo “realmente importante era el alma”; y del segundo indicó que le gustaba más la de ahora.
Con relación al dolor, le contó al actor que su cerebro tuvo la capacidad de bloquear los “malos recuerdos”. Tanto el dolor físico, como el dolor espiritual que sintió durante los días que permaneció en la Unidad de Quemados del Hospital Simón Bolívar, y en los que fue intervenida una decena de veces, fueron borrados de su memoria: “me acuerdo de las cosas lindas”.
Volverse a encontrar
Sin embargo, dentro de los recuerdos crueles que se cuelan furtivos en la memoria está el de la primera vez que se vio a un espejo después del ataque: “casi me muero. Estaba como un monstruo: sin pelo, superflaca, sin ojos, sin boca. Les dije: ‘No quiero saber nada, quiero que me venden y me pongan mucha morfina”.
No obstante, después del choque que le representó ver su rostro después de casi dos meses del ataque, empezó su proceso de aceptar su nueva imagen y de encontrar un nuevo propósito para la vida, de la que se aferraba a pesar de todo: “Yo no me quería morir, quería seguir adelante”.
“Yo decía: ‘si salgo viva y victoriosa de esta situación, creo que mi misión es muy grande en esta vida’. Entonces voy a lucharla y a salir adelante. Voy a volverme una mujer muy fuerte, una guerrera y un ejemplo para todo el mundo. Y empecé”, contó Ponce de León en ‘Meterse al Rancho’.
Resistir y empezar
Cuando salió del hospital por la puerta de atrás, para evitar el asedio de los medios, y volvió a su casa, se dio cuenta de que en los pequeños retos y logros también se escondía el sentido de su vida. Poder abrir la boca lo suficiente para comerse un bocado de sushi o una hamburguesa; poder bañarse sola, porque había desarrollado un temor al agua; volver a salir.
“Iba todos los días a mi terapia, así me diera la mamera más mamera. Dos o tres horas. Empezar, era mi trabajo. Volver a empezar. Ser muy constante con todo o sino no me iba a recuperar”, contó Ponce de León como una de sus claves para resistir. Tarea de la que aseguró fue posible gracias a la compañía de su familia, en especial de su mamá, que nunca la dejó sola.
“Tuve ganas de ir a la cárcel y preguntarle a Jonathan Vega por qué lo hizo, pero nunca va a existir una respuesta. No logró su cometido, sencillamente me hizo mucho más grande y más fuerte”, concluyó Natalia Ponce de León el recuento de la historia de una víctima que, como tantas otras, encontraron el sentido en su empeño de resistir.