El País supera los 250.000 suscriptores, refrendando el periodismo de calidad
El que es considerado el diario de habla hispana más influyente del mundo superó está cifra luego de dos años y medio de lanzar su modelo de suscripción digital
El País de España, considerado el diario de habla hispana más influyente del mundo, superó en las últimas horas los 250.000 suscriptores tras dos años y medio de haber lanzado su modelo de suscripción digital. Este importante logro, que se presenta en un momento crucial para el futuro del periodismo, refrenda el camino de más de 46 años en el que ha primado la calidad.
El pasado viernes 11 de noviembre, el diario español alcanzó los 214.000 suscriptores exclusivos digitales, con un crecimiento inusual entre los grandes medios, a los que se suman los 33.000 de la edición impresa, quienes en buena parte hacen uso de la opción digital, y a los cerca de 7.000 usuarios de la versión PDF del periódico. Razón por la cual se espera superar la cifra de 450.000 usuarios en 2025, a través de un modelo basado en el “rigor, la transparencia informativa y una clara apuesta digital”, que hacen parte de la apuesta por la transformación y sostenibilidad del medio.
Un notorio impulso en las suscripciones fue la amplia e intensa cobertura que llevó a cabo el grupo de enviados especiales del periódico en Ucrania, luego que estallara la guerra con Rusia a finales de febrero, lo que también se vio catalizado por el cambio de modelo de pago unas semanas antes a que se presentara este importante acontecimiento mundial.
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Carlos Núñez, presidente ejecutivo de PRISA Media y presidente y consejero delegado de EL PAÍS, destaca ese crecimiento “muy por encima de la media en España e incluso de grandes periódicos internacionales, a los dos años de lanzamiento del modelo de pago”, y asegura que el objetivo es superar “como mínimo” los 450.000 suscriptores en 2025. “Lo haremos con el aval de los 400 periodistas que integran la redacción y unas normas claras que defienden el rigor y la transparencia”. Para Núñez, existen tres claves: la primera, el producto editorial -”si no tiene calidad, nadie va a pagar”-; luego, la industrialización del proceso en la gestión de suscriptores, y tercero, una buena experiencia de usuario sin saturación publicitaria.
Lo cierto es que los últimos tres lustros han sido un camino pedregoso y oscuro para la mayoría de los medios de comunicación. El modelo económico sobre el que se sostenían, fundamentalmente la publicidad y la venta de ejemplares en el caso de los diarios impresos, comenzó a resquebrajarse hacia 2008. Desde entonces ha habido cambios relevantes para el sector, algunos impactando directamente al negocio -como la desaparición de los clasificados de los periódicos, por ejemplo-, otras alterando los hábitos de consumo informativo de los ciudadanos -la popularización de los teléfonos inteligentes- y, quizá lo más grave, demasiadas contribuyendo al deterioro de las democracias, la polarización social y la pérdida de credibilidad de los medios, con las redes sociales jugando un rol determinante.
Sin embargo, hoy los suscriptores se erigen como el bastión sobre el que cimentar el futuro del periodismo, en comunidad con sus cabeceras de referencia, con las que comparten valores. En España, las cabeceras tradicionales cambiaron el paso muy tarde. EL PAÍS lanzó su muro de pago en mayo de 2020, El Mundo seis meses antes, y antes aún muchos periódicos de Vocento. La Vanguardia lo hizo en octubre de 2020 y eldiario.es, medio nativo digital, ya nació con un sistema de socios que pagaban aunque la web fuera en abierto. Los datos de la industria muestran que ningún diario salvo EL PAÍS supera los 100.000 suscriptores digitales. Casi todos están aún lejos de esa cifra y, según explican líderes de distintos medios, el ritmo se ha estancado en los últimos meses.
Cuando en la industria de los medios se habla de suscripciones, todo el mundo piensa en la misma cabecera: The New York Times. Mark Thompson, un ejecutivo británico procedente de la BBC, se hizo cargo en 2012. El periódico contaba con medio millón de suscriptores. Cuando lo dejó, en 2020, estaba a punto de llegar a los seis millones. En Francia, por ejemplo, después de más de una década cobrando por contenidos, Le Monde tiene 465.000 suscriptores digitales, y sus seguidores, Le Figaro y Mediapart, rondan los 200.000.
Más allá de los números, existe un denominador común: no hay otro camino que invertir en contenido de calidad, que invertir en periodismo, que invertir en periodistas. EL PAÍS al igual que los grandes medios internacionales lleva, además, muchos años invirtiendo en el proceso de transformación digital, adaptándose a una nueva época. Después de pasar por diferentes etapas, se observa cómo los modelos de éxito se construyen sobre los suscriptores y sobre el contenido diferencial con valor añadido, y el terreno perdido de la edición impresa es sustituido por millones de lectores en todo el mundo y, ahora, 250.000 abonados.
El periódico, fundado en 1976, tiene un carácter más global que nunca, con una red de corresponsales que ha permanecido intacta mientras se creaban redacciones en México, Colombia o se reforzaba la cobertura en Estados Unidos. Quizá en el momento clave, EL PAÍS cuenta con el equipo de periodistas científicos más numeroso de su historia, con especialistas en nuevas narrativas y visualización, expertos en cambio climático, 11 personas en el departamento de audio, una estrategia audiovisual en expansión, más de 40 newsletters de alta calidad y, en definitiva, la redacción más grande de España.
Su directora, Pepa Bueno, describe el momento: “Haber alcanzado ese hito significa que es posible. Estamos construyendo una comunidad a la que le preocupan las mismas cosas que a nosotros. Los lectores nos hacen reclamaciones en las que estamos trabajando”.
Por ejemplo, ejemplo, el desafío de los jóvenes, o llegar a más lectores en América. También quieren ser partícipes, y aprendemos con ellos, porque durante muchos años nuestra relación ha sido unidireccional”. A la directora de EL PAÍS le preocupa la fuerte polarización actual: “La falta de consenso sobre la realidad es muy peligrosa, y ahí tenemos que emplearnos a fondo. El periodismo es fundamental para la democracia. Yo creo en las redacciones que tienen una envergadura que permita hacer un trabajo lento, de periodismo exigente. Y para eso necesitamos seguir creciendo en suscriptores”.
El lanzamiento del modelo de suscripción digital en EL PAÍS en 2020 coincidió con un tiempo de una intensidad periodística rara vez vista, que obligó al periódico a emplearse a fondo en dos asuntos excepcionales: primero una pandemia de efectos devastadores, y después una guerra en Europa con un impacto mundial. Los dos asuntos se han desarrollado en un territorio donde la credibilidad ha sido piedra angular para los medios, con muchos intereses en juego para confundir e intoxicar a los ciudadanos. Ese esfuerzo por explicar la realidad y ser útiles a los lectores tiene probablemente mucha culpa del éxito que suponen esos 250.000 suscriptores de EL PAÍS.