Mourinho llegó como el sucesor de Ferguson y se fue por la puerta de atrás
El portugués no pudo tomar la batuta del histórico entrenador del United.
Quizás nació como un sueño o como una ambición como profesional, pero José Mourinho ya nunca será el relevo de Alex Ferguson en el Manchester United. Llegó tarde, no cumplió y salió despedido tras tener a uno de los mejores clubes del mundo sumido en una pesadilla continua.
El lazo entre el United y Mourinho se trenzó en mayo de 2016, meses después de su escarmiento en Stamford Bridge, de donde fue echado tras situar al Chelsea al borde del descenso.
Mourinho llegó a Old Trafford con la vitola de salvador de un club que daba tumbos y con el objetivo de arreglar los continuos remiendos e intentos fallidos tras la salida de Ferguson en mayo de 2013.
Por entonces, el técnico portugués daba sus últimas instrucciones en el Real Madrid. Semanas antes de la marcha de Ferguson, el United confirmó como su sucesor a David Moyes, hasta entonces inquilino perenne del Everton.
Mourinho quizás ambicionaba haber sido él quien tuviera la oportunidad de ocupar el sillón de Ferguson y asumir las riendas del equipo más rico del mundo en una época en la que aún el United era considerado un temor en Europa.
La elección de Moyes fue uno de los errores más grandes en la historia reciente del United y los aficionados aún recuerdan con cierta vergüenza y arrepentimiento la época del técnico inglés.
No duró ni un año, fue sustituido por Ryan Giggs como interino y, más tarde, por un Louis Van Gaal del que tampoco se guarda buen recuerdo en Old Trafford.
Se abrió entonces la oportunidad de Mou. El portugués pactó su salida del Madrid, firmó por el Chelsea, del que fue despedido, pese a conseguir en su primera temporada la Premier, y se le presentó la posibilidad de sentarse en el puesto de Ferguson, dos años después.
La solución que propuso la directiva del United no parecía ligada a la filosofía del club, de atar a un mánager a largo plazo, como lo fue Ferguson o como se intentó más tarde con Moyes.
Mourinho era presentado como un ganador a corto plazo y, como se demostró en sus etapas en Madrid y Londres, un volcán a largo plazo. No en vano, su mayor éxito llegó en el Inter de Milán, donde solo estacionó una campaña.
El portugués dio la razón a sus valedores y se hizo con la Liga Europa y la Copa de la Liga en su primera campaña. Falló en Liga, donde acabó sexto, pero sacó el billete para la Liga de Campeones con el título de la UEFA.
La unión se sostuvo por los títulos, pero cuando estos se secaron, volvieron los problemas al United.
Su segunda campaña se pasó en blanco. Subcampeón en Liga, a años luz del avasallador Manchester City, y eliminado en octavos de final de Champions por el Sevilla, exhibiendo un ejercicio de racanería que era imposible de justificar en un club con tres 'Orejonas' en sus vitrinas. La final de la FA Cup no fue argumento suficiente para contentar a nadie.
El crédito se le había agotado, los fichajes durante su mandato, como Victor Lindelof, Eric Bailly y Alexis Sánchez, incorporado en enero, no daban la talla. Millones y millones que no eran justificados en el campo y que transformaron al United en un equipo del montón, incapaz de competir con los grandes y sacando planteamientos extremadamente defensivos cuando un rival con calidad estaba enfrente.
Su despido, fraguado después de que las opciones del United de llegar lejos en Champions se hayan minado por el cruce en octavos de final contra el París Saint Germain, coincide con la derrota por 3-1 contra el Liverpool en Anfield, estadio que le dirigió cánticos cuando el resultado estaba totalmente decantado.
El propio Ferguson comprobó desde la grada del templo del Liverpool la caída del que soñó con ser su sucesor.
Sextos en la Premier, por detrás de equipos con menos recursos como el Arsenal y el Tottenham Hotspur, a 19 puntos del Liverpool y a 18 de sus vecinos celestes, eliminado de la Copa de la Liga por un Segunda división como el Derby County y peleado con el buque del vestuario, Paul Pogba; así deja Mourinho el Manchester United, ese que nunca le reconocerá como el nuevo Alex Ferguson, ese que intentará olvidar su época lo antes posible, mientras sigue añorando al genio de Glasgow.