En Colombia por zapatos, la lucha de las mamás venezolanas
Dejar a sus hijos es la decisión más difícil que han tomado, pero no quieren regresar sin nada.
Colombia
La madres venezolanas han tenido que hacer el más grande sacrificio: dejar a sus hijos para poderles dar lo mínimo que necesitan. Tal es el caso de Johana quien dejó a tres hijos, uno de cinco, otro ocho y otro de doce de los que no sabe nada porque le robaron sus cosas, incluido el celular. Su esposo no quiso venir a Colombia.
"Él dijo que de Venezuela no se iba, que él estaba bien allá, pero como le digo nosotras las mujeres sabemos lo que nuestros hijos necesitan. Yo le dije 'yo sí voy a ir'. Mis hijos me dijeron, 'madre bendición que te vaya bien tráigame regalos, me trae una muñeca' y yo no he podido conseguir trabajo. No tengo ni para comprarle los zapatos", cuenta con lágrimas en los ojos.
Unos zapatos en Venezuela están superando los 100 millones y es impotencia lo que sienten al no poder comprar ni los zapatos, ni las gafas que necesitan sus hijos, y hasta las toallas higénicas que valen 5 millones.
Otra madre venezolana, que desde Tunja vuelve a Bucaramanga porque no ha conseguido una buena oportunidad de trabajo, más que vender dulces y propuestas que no aceptó referentes a su cuerpo, afirma que no volverá con las manos vacías.
"Mi esposo me dice 'véngase, véngase' y no, yo no voy a regresarme. Qué hago con los lentes del niño (...). Me vine con esa intención comprarle los zapatos y los lentes. Ya tengo un mes y nada, no he encontrado trabajo", dice.
Geraldin, otra joven madre, ha tenido que dejar hasta su cabello en esta travesía, lo vendió para poder pagar el paso por la trocha desde Cúcuta.
"Las muchachas dijeron están cortando cabello. Y bueno, si hay que pagar la trocha, qué más. Yo fui y le pregunté a la muchacha que cuánto estaban dando por el cabello, entonces me soltó el cabello así seco, me cortó el pelo y quedé con poquito cabello", cuenta.
Por su pelo, le pagaron 20.000 pesos, lo que le sirvió para pagarle a los trocheros para llegar a Cúcuta luego de que no lograran vender su mercancía.