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Así se vivió el vuelo de 10 horas de Santos y sus invitados a la entrega del Nobel

Momentos de alegría y tensión se vivieron en el avión Júpiter de la Fuerza Aérea que transportó a la delegación de 90 personas a Oslo, Noruega.

Así se vivió el vuelo de 10 horas de Santos y sus invitados a la entrega del Nobel

Así se vivió el vuelo de 10 horas de Santos y sus invitados a la entrega del Nobel(Colprensa)

Sobre las 10:00 de la mañana del jueves comenzó a llegar la prensa nacional para el proceso de migración en el aeropuerto militar de Catam.

A la 1:00 de la tarde empezaron a llegar los invitados especiales, entre ellos los negociadores de paz, como Frank Pearl; los ministros para el Posconflicto, Rafael Pardo, el del Interior, Juan Fernando Cristo, la canciller María Ángela Holguín, representantes de las víctimas como Héctor Abad Faciolince o Clara Rojas y líderes sociales como Piedad Córdoba. Ernesto Samper el único expresidente invitado.

Orillas políticas opuestas se encontraron en la aeronave. El avión se dividió en tres secciones, en seguida de la cabina de los pilotos, la sección VIP, el lugar para el presidente Santos y su señora, María Clemencia Rodríguez.

Allí se ubicó el jefe negociador Humberto de la Calle, el expresidente Samper, el ministro Pardo y la canciller Holguín.

En la segunda sección, los negociadores, el exministro de Justicia Yesid Reyes, la familia del jefe de Estado con sus hermanos Felipe, Luis Fernando y Enrique, al igual que sus hijos Martín, Esteban y María Antonia. En la tercera sección el personal de seguridad y la prensa invitada

Sobre las 3:30 de la tarde la aeronave llegó al aeropuerto de Rafael Núñez de Cartagena para recoger al mandatario quien llegaba de entregar un proyecto de viviendas de interés social en Valledupar previo a su gira por Europa.

A las 4:15 se da el abordaje de nuevo al avión, reacomodan algunas sillas, y hace su ingreso el presidente Santos, se abraza con su esposa, con sus hijos, sus hermanos, luego con los negociadores, va a la segunda y tercera sección, sonriente, saluda a todos, la gente lo felicita, todos quieren la “selfie” con el premio nobel.

El avión despega, Samper y De la Calle, antes presidente y vicepresidente en 1994, quienes rompieron sus lazos políticos luego del denominado “Proceso 8.000”, comparten esta vez, como hace mucho no lo hacían el mismo espacio.

Por años no se hablan, menos en público, pero allí por diplomacia, dialogan sobre política exterior, Venezuela, Brasil, Ecuador, Trump y Estados Unidos, en una charla cordial pero distante.

Avanzaba la noche, el avión Júpiter, el mismo que llevó a la comitiva para presenciar la firma del primer acuerdo de paz en La Habana, fue adaptado para 96 personas. Se distribuyó de forma diferente.

Dos hileras de sillas a lado y lado, en columnas de dos personas permitieron un gran espacio en el centro que sirvió inicialmente para establecer el diálogo por grupos, como una reunión familiar, donde los afines se buscaban para intercambiar palabras.

Un juego matemático rompió con el hielo, el presidente Santos, el ministro Pardo, y varios de los negociadores y las víctimas intentaron infructuosamente resolverlo.

En medio de este escenario, apareció el ex presidente Samper, mientras Frank Pearl dialogaba con los periodistas, y empezaron a hacer pronósticos sobre el escenario político de cara a las elecciones del 2018.

De la Calle hace su aparición, después de años, públicamente entablan una conversación, se ve una situación tensa, pero cordial, intentando ocultar las diferencias, los dos evitan temas difíciles, aunque Samper aprovechó para lanzar la candidatura de De la Calle y dijo “lo único que tengo claro es que usted es candidato presidencial”.

De la Calle aprovecha un descuido para hacer un chiste y abandonar el grupo escapando de la situación. Entra en su reemplazo el senador y negociador de paz Roy Barreras, quien habla con Samper, ya sin De La calle sobre el futuro de los movimientos políticos en el país.

Los invitados especiales, intentan distraerse, algunos conciliaron el sueño, otros como Héctor Abad Faciolince optaron por permanecer en su silla, con una de sus pasiones, la lectura.

Los hermanos del presidente Santos, acompañados por sus esposas permanecieron en sus sillas, dialogaron con ellas, pero la tecnología jugó un papel fundamental las películas y los videos se veían en cada silla, los juegos en las tabletas y celulares, todo ayudó para superar las 10 horas de vuelo.

Ese mismo corredor, que por un momento pareció el salón de protocolo de la Casa de Nariño, se convirtió en el escenario de una improvisada sala de juegos.

María Clemencia Rodríguez y sus hijos, junto a la canciller Holguín, el ministro del Interior, el exministro de justicia, el alto Consejero Camilo Granada, y algunos asesores de Palacio aprovecharon para matar las 10 horas de vuelo, distrayéndose con juegos de mesa. Naipes y dados se lanzaron por varias horas, en medio de risas y la expectativa por el histórico momento que vivirían el sábado de la ceremonia.

Se olvidaron por un momento de las preocupaciones del Gobierno, del paquete legislativo por la paz, de la reforma tributaria, de las presiones de los partidos políticos o el Congreso, del debate del Fast Track en la Corte Constitucional, de la trabada negociación con el ELN, ni siquiera el nobel de la paz les robó la tranquilidad.

En otro lugar del avión, mientras esto ocurría, Álvaro Leyva y Piedad Córdoba hablaban sobre la situación con la otra guerrilla, con el ELN, sin la que se logrará una paz completa.

Esto también fue motivo de diálogo entre Frank Pearl, quien adelantará los diálogos exploratorios con el ELN, Piedad Córdoba y el General, Jorge Enrique Mora, intentando proponer alternativas para el estancamiento que registra esta negociación.

Finalmente el sueño empezó a apoderarse de los invitados, uno a uno fueron cayendo en las sillas asignadas del Júpiter. La competencia de los juegos de mesa que se terminó sobre las 11:00 de la noche, cuando los cálculos, confirmaban que dormirían menos de 4 horas antes de aterrizar en Oslo para presenciar la entrega del Nobel de Paz a Juan Manuel Santos.

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