Misterios y creencias

Mi pesebre es tan colombiano

La historia de una mujer en Colombia llamda María.

Mi pesebre es tan colombiano

Mi pesebre es tan colombiano / Alexas_Fotos / CC

Mi pesebre es tan colombiano que bajo el humilde techito de paja no solo falta el niño Jesús sino su padrastro el San José, pues el tipo salió corriendo apenas supo que María estaba embarazada. Como él esperaba casarse con una virgen, en cuanto supo la noticia la acusó de fácil y buscona, y le aseguró que él debía tener una cara de guevón muy grande si ella pensaba que se iba a creer el cuento de que todo había sido obra del Espíritu Santo. Agregó antes de lanzar el último puertazo, que más le valía no enterarse del nombre del responsable de la panza y mucho menos cruzarse con él por las calles de Belén, pues suele cargar un fierro entre el calzoncillo y el cinturón, y no sabe qué podría hacer si se le salta la piedra. “Agradezca que matar niños es pecado porque si no la agarraba a patadas” –dijo para terminar.

Mi pesebre es tan colombiano que la virgen –es decir María, que ya no es virgen pero a uno se le queda la maña- no permanece arrodillada junto a la cunita de paja que compró de segunda para su bebé, sino que se la pasa corriendo de un lado para otro lavando platos y ropa, cocinando y limpiando los baños del dueño de la finca en la que la recibieron luego de explicar entre lágrimas que la habían echado de su hogar por quedar embarazada. La dueña de casa se conmovió tanto con la historia (con la cual secretamente se identificaba pues se casó con un vestido sospechosamente ancho), que de inmediato le ofreció un salario mínimo por trabajar como interna desde las seis de la mañana hasta la hora en que ella decida irse a dormir, haciéndole prometer que no molestaría con contratos ni prestaciones, y que asumiría los gastos de hospitalización en cuanto naciera la criaturita.

Como mi pesebre es muy colombiano, María no solo accedió a trabajar bajo éstas condiciones, sino que le aseguró a la doña que de los gastos médicos se harían cargo sus primos Melchor, Gaspar y Baltasar, tres morenazos a quienes se refiere con estos alias desde que tiene memoria, y que además son conocidos como los tres reyes magos porque nadie sabe con qué comercian pero siempre lucen en el cuello sendas cadenas de oro decoradas además con uno que otro diamante. En nombre de los años en que jugaron con María al doctor y la enfermera o al piloto y la azafata, ellos han prometido llevarla donde un tío que vive en la costa y que tiene un restaurante donde ella trabajará como mesera.

Mi pesebre es tan colombiano que María reza todas las noches no tanto pidiéndole perdón a Dios por haberse convertido en una mujer impura, sino rogándole para que el papá de su bebé de un momento a otro intente localizarla aunque sea por Facebook, pues está segura que de la unión de los dos solo podrá salir un niño muy bonito del cual él se enamorará en cuanto lo vea, más cuando sepa que en honor a él le puso el mismo nombre, es decir Jesús.

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