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Duelo nacional por tres días y la bandera a media asta decretó Santos

El presidente de la República dijo que Gabo 'dio voz a nuestros silencios' y apoyo causas como la educación y la paz.

Duelo nacional por tres días y la bandera a media asta decretó Santos

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El presidente Santos en una alocución desde Cartagena, destacó las virtudes del premio nobel de literatura y pidió a los colombianos rendir un homenaje al hombre de quien dijo fue “el colombiano que, en toda la historia de nuestro país, más lejos y más alto ha llevado el nombre de la patria”

El jefe de estado dijo acerca de Gabo "es el colombiano que más lejos y más alto ha llevado la imagen de Colombia"

Fue un escritor que sin duda cambio la vida de muchos de los lectores quienes se dedicaron a leer alguna de sus maravillosas obras, no con solo hacer volar la imaginación sino como un ejemplo a seguir, su carisma y su muchas veces evidente gracia deslumbró al mundo, llevó a todos al maravilloso "Macondo"

El presidente Santos recalcó lo que Colombia le debe a Gabo "le dio voz a nuestro silencio. Nos llevó en un día inolvidable a la cumbre más alta de nuestras letras. Nos enamoró con sus palabras"

Y finalizó con la frase "gloria eterna a quien más nos ha dado"

En las instituciones públicas del país se izará a media asta la bandera de Colombia conmemorando al gran escritor

Alocución del presidente Juan Manuel SantosColombia entera está de luto pues se nos ha ido el compatriota más querido y admirado de todos los tiempos. Gabriel García Márquez, nuestro premio Nobel, ha sido –y no exagero al decirlo– el colombiano que, en toda la historia de nuestro país, más lejos y más alto ha llevado el nombre de la patria. Y no lo hizo desde el mundo de la política y el poder. No lo hizo en las luces deslumbrantes del espectáculo. No lo hizo tampoco en el deporte, que tantas glorias nos ha dado. Gabriel García Márquez trabajó con las palabras y las ideas. Les dio vuelo y las hizo subir a las cumbres de la imaginación, y nos hizo creer –he ahí su carácter excepcional– que eso que soñaba era posible, que los hechos inverosímiles que sucedían en Macondo realmente existían. Lo cierto es que –para el mundo– Gabo fue un escritor que cambió la vida de sus lectores, que abrió puertas y horizontes a la literatura, y que dibujó con su pluma historias y personajes fantásticos. Para nosotros, los colombianos, Gabo no inventó el realismo mágico sino que fue el mejor exponente de un país que es –en sí mismo– realismo mágico.  Un país que combina alegría y dolor, poesía y conflictos, en el que las mariposas amarillas cruzan los senderos y hermosas niñas de nombre Remedios ascienden entre sábanas al cielo.  Un país donde todo es posible, sobre todo la vida. Colombia entera debe tanto a García Márquez… Él dio voz a nuestros silencios y a las leyendas de nuestros abuelos. Él apoyó siempre las causas de la justicia y de la educación. Él nos llevó –un día inolvidable de 1982– a la cumbre más alta de las letras cuando, vestido de impecable liqui-liqui blanco, recibió el Nobel de Literatura de manos del rey de Suecia. Él nos enamoró de las palabras y pulió –con primor de relojero– no sólo sus cuentos, crónicas y novelas, sino incluso la misma Constitución. Gabo, quien decía que escribía “para que sus amigos lo quisieran más”, debe saber hoy –desde el Olimpo de los genios– que 47 millones de colombianos lo queremos mucho, ¡muchísimo!, y que el mundo entero, sin excepción, lo despide con honores. Tuve el privilegio de ser su amigo, y debo decir que él –más que ningún otro– me estimuló siempre, y me acompañó muchas veces, a buscar la paz, a trabajar por la paz. Nuestro saludo solidario y afectuoso a Mercedes, “la Gaba”, y a sus hijos Rodrigo y Gonzalo, así como a sus nietos y hermanos. Como Gobierno, y en homenaje a la memoria de Gabriel García Márquez, he decretado el duelo nacional por tres días y he dado orden de que en todas las instituciones públicas se ice el pabellón nacional a media asta, como esperamos lo hagan también los colombianos en sus casas. Mañana viernes Santo –cuando tantas personas en el mundo y en nuestro país vamos a reflexionar sobre la muerte de Cristo– dediquemos también una oración por el alma de Gabo y demos gracias por todo lo que nos dio y nos seguirá dando. ¡Gracias, Gabo! ¡Gracias, maestro!  ¡Gracias por su obra, su palabra y su ejemplo! Gracias por recordarnos que Colombia y América Latina no estamos ni estaremos condenados a otros 100 años de soledad, y que podemos ganarnos –como lo estamos haciendo– una segunda oportunidad sobre la tierra. ¡Gloria eterna a quien más gloria nos ha dado!

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