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Mitt Romney, el candidato perfecto

No hay nada que Mitt Romney (Detroit, Michigan, 1947) no haya planificado al milímetro para ganar estas primarias.

Mitt Romney, el candidato perfecto

No hay nada que Mitt Romney (Detroit, Michigan, 1947) no haya planificado al milímetro para ganar estas primarias. No ha protagonizado grandes traspiés, declaraciones estridentes o salidas de tono como los que han hundido a otros candidatos. En las segundas elecciones a las que se presenta, no ha querido dejar nada al azar. Y aun así, sólo se ha podido proclamar ganador claro en unos solos comicios, los de New Hampshire. En Iowa y en Carolina del Sur, los votantes conservadores optaron por reforzar a otros candidatos

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En Carolina del Sur Romney gozó de una bonanza en las encuestas que se vio truncada por la victoria de Newt Gingrich. Le perjudicaron en esos comicios noticias sobre su compañía de inversiones de capital de riesgo, que saneaba empresas para venderlas y que destruyó numerosos puestos de trabajo. Tampoco le benefició su negativa a revelar sus declaraciones de patrimonio. Su fortuna se estima de entre 190 y 250 millones de dólares (147 y 193 millones de euros). En los caucus de Iowa Romney logró un 24,5% de los votos. En principio se le declaró ganador, ocho votos por encima de Rick Santorum. Dos semanas después, sin embargo, y tras un recuento, el Partido Republicano declaró a Santorum ganador por 34 votos. Los analistas declararon un empate técnico

En New Hampshire, Romney clamó victoria a sólo media hora de que cerraran los colegios electorales, sin esperar a que acabara el recuento. Previamente, en 2008, había perdido allí frente a John McCain, que acabó ganando la nominación pero perdió las elecciones generales. Romney se dedicó en su discurso de victoria a criticar al presidente Barack Obama y, como ha hecho en los actos electorales, a medirse con él en lugar de con los demás candidatos republicanos. “Al presidente se le han acabado las ideas, y ahora se le acaban las excusas”, dijo. “Estoy listo para guiar a este país por un camino diferente”

Los votantes conservadores, los que controlan primarias como las de Iowa o Carolina del Sur, no ven a Romney como uno de los suyos. Además, le critican que en los últimos años haya cambiado de opiniones progresistas a otras más a la derecha en asuntos para ellos cruciales como la reforma sanitaria, el cambio climático o el matrimonio homosexual

McCain le dio su apoyo a Romney en un acto en New Hampshire el día posterior a los caucus de Iowa. Entonces, como ahora, tuvo que salvar el escollo de su fe. Es mormón, una religión minoritaria, afiliada al cristianismo, de la que recelan los votantes evangélicos, que superan los 80 millones de votantes. Los mormones practicaban la poligamia hasta finales del siglo XIX, estuvieron en guerra con el gobierno federal y consideraban a los negros como gente manchada por el diablo hasta 1978. Según recientes encuestas, solo un 35% de los estadounidenses se sentiría a gusto con un presidente mormón, una cifra cercana a la que registran los musulmanes

Aunque los mormones son, normalmente, muy conservadores en asuntos sociales (opuestos al aborto y al matrimonio gay, por ejemplo) Romney fue gobernador de uno de los estados más progresistas de la unión, Massachusetts, entre 2003 y 2007. Desde ese puesto, aprobó una reforma sanitaria muy similar a la de Barack Obama, con cobertura universal, y no bloqueó la aprobación de los matrimonios homosexuales. Aquellos dos asuntos han sido un considerable lastre en la precampaña

Si Romney gana las primarias será, en gran parte, por sus credenciales como empresario. Gestionó con notable éxito los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City en 2002, que estuvieron al borde de la bancarrota. En los años 80 y 90 trabajó como ejecutivo en Bain & Company, una asesoría de gestión empresarial, y de Bain Capital, una empresa de inversión en capital de riesgo. El hilo central de su campaña ha sido la economía, y se ha presentado como un avezado empresario capaz de acabar con la crisis y crear empleo

Romney aguantó en la precampaña los ascensos y desplomes de otros candidatos, menos preparados y menos centrados, pero más populares entre las bases conservadoras. Michele Bachmann, Rick Perry, Hermann Cain y Newt Gingrich se lograron colocar por encima de él en algunos sondeos, sólo para caer tan rápido como habían subido. Romney llegó al umbral de las primarias, los caucus de Iowa, como favorito, con una previsión de voto del 22% según la media de Real Clear Politics. Mejoró esa cifra, pero sólo le sacó ocho votos a la nueva estrella de la ultraderecha, el excongresista Santorum

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