Premier League

El fútbol Ríe

La victoria del Barcelona en la Champions fue un canto al fútbol y la oportunidad para revisar conceptos y revaluar verdades asumidas como ciertas cuando no lo son tanto. El fútol sonrió en Roma y demostró que la mágia también le puede ganar a la táctica

En la tierra de los emperadores romanos los dos mejores equipos del viejo mundo se liaron en una batalla imperial por una Copa que quedó en manos del más audaz. Fiel a su convicción, a su estilo, resolvió la lucha con dos certeros flechazos de plebeyos del tercer mundo: un africano y un sudaca. El fútbol volvió a sonreír de manos del Barcelona, un equipo que supo resolver los contratiempos con autoridad y decisión. El primero fue la ausencia de tres defensas claves y el segundo el comienzo activo del Manchester United que dominó y generó peligro en los primeros 10 minutos del partido. Un gol puede cambiar la vida y lo hizo el Barsa cuando no había pasado de la mitad del campo, cuando los ingleses avasallaban y cuando parecía que el poder y la contundencia de los dirigidos por Ferguson iban a imponer su condición. Desde el minuto 20 el partido fue un solo de violín para los españoles que tuvieron una defensa exuberante donde Piqué fue impasable y Puyol un gladiador que anuló a Cristiano Ronaldo y se dio el lujo de tener un mano a mano ante Vander Sar. En el medio tiene dos centinelas que se vuelven generales de muchos soles con la pelota: Iniesta y Xavi son jugadores de acción múltiple que saben quitar, marcar, administrar, contener, generar y resolver. Hicieron los dos pases gol del partido. Barcelona es un equipo completo, equilibrado y contundente que le ganó la contienda a la fortaleza y a la táctica. El Manchester durante 80 minutos fue un equipo sometido, impotente y sin ideas que terminó recurriendo a la violencia y al desespero como fórmula. La final de la Champions volvió a demostrar que en el fútbol la posesión de la pelota es la esencia para jugar bien, que los especialistas están perdiendo la pelea ante los polivalentes, que el toque puede vencer la potencia y la velocidad, que las posiciones fijas son superadas por la función y que un “chiquitin” como Messi que ha sido mortal arrancando de atrás y por los costados, puede jugar de centro delantero y puede marcar goles de cabeza. Y una más: Barcelona no tiene un 10 clásico, no hay un creador definido, no cuenta con un mediocampista de armado. Utiliza tres delanteros con misiones de mediapunta; uno encarador y certero como Henry, otro practico y contundente como Eto’o y otro genial y atrevido como Messi. Guardiola nunca renunció a sus convicciones y aunque enfrentaba a un favorito mantuvo el tridente ofensivo, mientras Ferguson renunció a Bervatov que siempre jungó con Rooney y Cristiano Ronaldo. Ya cuando incluyo a Tévez y al búlgaro, los catalanes tenían agarrado el toro por los cuernos. Aunque en el fútbol casi siempre hay uno que encanta y otro que gana, esta vez triunfó el que siempre encantó, el que emocionó sin tacañerías, el que cautivo el sentimiento de los que seguimos disfrutando el juego como espectáculo de lo imprevisto.

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