El regreso de Beckham le da aire a Capello

Regresaba Beckham, indultado y convocado primero, y premiado con la titularidad después. También volvía Emerson, en detrimento de Diarra, e Higuaín se quedaba fuera del once, por primera vez desde que fichó. Pero el único retorno que parecía importar en el equipo donostiarra era el de Gago, al que Lotina no tardó en poner estrecha vigilancia, síntoma de la importancia y el peso que, en muy poco tiempo, el medio centro argentino ha cobrado en este equipo.
Invitaba el Madrid a la Real a que se acercase, le daba el balón, las alas y la manija, y los de Lotina aceptaron gustosos la invitación, que estaban en casa, y muy necesitados. En qué hora se le ocurrió a Capello arrancar de semejante modo; Kovacevic falló por muy poco un control en el área pequeña y, al rato, era Iker Casillas el que fallaba al tratar de atajar un centro de Xavi Prieto desde la derecha, un error que, Aramburu, muy atento, aprovechó para empujar sin problemas a gol.
Siete minutos de juego y un gol en contra. El Madrid de Capello tenía que cambiar el discurso, ya no podía esperar al rival, debía buscar el partido, tratar de apoderarse del balón y generar peligro cerca de Bravo. El caso es que, superada la media hora de juego, los blancos no habían chutado ni una sola vez a puerta y su juego era lento, previsible y desorganizado.
Cuando la depresión estaba apunto de instalarse definitivamente en el equipo y en cualquier aficionado madridista que estuviera presenciando el partido, Beckham, que regresaba al equipo tras más de un mes apartado, hizo valer el argumento que le convirtió en uno de los futbolistas más famosos del planeta y que, a la postre, le trajo al Real Madrid; su exquisito golpeo de balón. Así, en una falta directa, el inglés empató el partido con la inestimable ayuda de Bravo, que no quiso ser menos que Casillas y se comió el bote del balón a pocos centímetros de sus manos.
Mejoría y victoria
El Madrid pareció recuperar de pronto la memoria y comenzó a jugar al fútbol. Guti, desaparecido en la primera mitad, se deshizo por primera vez de un contrario, sacó el tiralíneas y dibujó una preciosa apertura para Torres que, de primeras, colgó una banana al área que remató a gol Van Nistelrooy adelantándose a un Bravo tan despistado como un juvenil. Vaya noche para los porteros.
El gol del delantero holandés trasladó la tristeza a la Real Sociedad, que empezó a mostrarse como el equipo plano y espeso de la presente temporada, un conjunto de aspecto indefenso en el que sólo Savio Bortolini parece tener algo de fútbol. Además, como los donostiarras habían adelantando las líneas, el Madrid estaba encontrando más espacios y posibilidades de ataque.
Con la Real Sociedad en busca del empate con las armas oxidadas de que dispone Lotina, en fin, con el grupo de delanteros menos goleadores de Primera, Capello buscó más rapidez en ataque y dio entrada a Higuaín y Reyes. No parecía correr peligro el resultado para los blancos, la Real, aunque dominaba, no daba la sensación de poder darle la vuelta al partido y el Madrid, cómodamente instalado atrás y con el ojo puesto en la contra, jugaba a favor de viento.
Los minutos pasaban sin dejar ninguna sustancia. No estaba sirviendo el partido para ver una gran mejoría en el juego madridista, más bien, para verificar el estado comatoso de la Real Sociedad, que se adelantó gracias a un error de Casillas y acabó perdiendo por los fallos de su guardameta y de la grave sequía goleadora de sus delanteros, que sólo han sumado 13 goles en lo que va de Liga.