Justicia

Policía de Colombia no baja guardia pese a escándalo

Después de varios años de ser ejemplo para el mundo en la lucha contra el narcotráfico, de combatir con eficiencia el secuestro y de ser blanco de violentas embestidas de la guerrilla izquierdista, la policía de Colombia soporta el peor escándalo en su historia reciente.

BOGOTA.--- Después de varios años de ser ejemplo para el mundo en la lucha contra el narcotráfico, de combatir con eficiencia el secuestro y de ser blanco de violentas embestidas de la guerrilla izquierdista, la policía de Colombia soporta el peor escándalo en su historia reciente.
No obstante, pese a los amagos de crisis al interior de la institución, su director, el general Luis Ernesto Gilibert, dijo que la situación no ha afectado ni perjudicará la lucha contra el tráfico de drogas ni el crimen organizado en este país, considerado como uno de los más violentos del mundo.
"La situación sigue siendo igual, la policía sigue dando resultados, sigue comprometida en la lucha y sigue trabajando a brazo partido", dijo Gilibert, de 58 años, nieto del fundador de la policía de Colombia, el comisario francés Juan María Marcelino Gilibert.
"Los miembros de la policía nacional siguen comprometidos, como lo han estado, y seguimos luchando contra el delito en todos sus tipos de presentación", agregó el oficial en una entrevista con Reuters el miércoles en la noche en su oficina, ubicada en un céntrico edificio de Bogotá.
Los problemas para la policía de Colombia, conformada por casi 100.000 hombres, comenzaron en mayo pasado cuando se denunció el desfalco de dos millones de dólares de una cuenta especial a través de la que Estados Unidos hace aportes para la lucha contra el narcotráfico.
Esas denuncias provocaron la renuncia del jefe de la policía antinarcóticos, general Gustavo Socha, mientras que otros 20 oficiales fueron destituidos o dimitieron.
Actualmente la Procuraduría General investiga a 60 miembros de la policía antidrogas para tratar de establecer su responsabilidad en el denunciado desfalco.
Fuentes estadounidenses dijeron en mayo que sospechaban que parte de los dos millones de dólares terminaron en los bolsillos de algunos oficiales.
Pero a ese caso que golpeó la imagen de la policía, blanco de elogios y condecoraciones internacionales en los últimos años, se sumó el despido del teniente coronel Edgar Bejarano, secretario privado de Gilibert, acusado de desviar desde su cargo recursos de la ayuda antidrogas de Estados Unidos.
SITUACION PREOCUPANTE PARA LA POLICIA
A la cadena de escándalos se sumó el jefe de seguridad del presidente Andrés Pastrana, el teniente coronel Royne Chávez, quien renunció a su cargo luego de que se le cuestionó el origen de los recursos con los que compró un terreno e inició la construcción de un edificio en Bogotá.
"Estamos muy preocupados, debemos enfrentar esta situación y le estamos dando la cara al país en cuanto a las investigaciones, esto tiene que seguir adelante, los responsables deben pagar, pero la Policía debe mantenerse totalmente transparente", declaró Gilibert, quien tiene una carrera policial de 37 años.
En diciembre de 1993, con el apoyo de agencias de Estados Unidos, la policía de Colombia mató en un operativo al temido jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, uno de los principales éxitos en la lucha contra el crimen.
Después de eso, se logró una depuración en 1994 en la que fueron destituidos cientos de oficiales por alegatos de corrupción. La policía desvertebró al Cartel de Cali, que manejó un 80 por ciento del mercado mundial de la cocaína, y capturó a sus jefes, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez.
Desde entonces la Policía ganó el reconocimiento mundial y concentró sus esfuerzos en la lucha contra el tráfico de drogas a través de la erradicación de cultivos de hoja de coca y de amapola y la desarticulación de carteles.
Washington se ratificó como el primer aliado de Colombia en la lucha contra las drogas. Este país es considerado el primer productor mundial de cocaína, con unas 580 toneladas anuales y uno de los principales abastecedores de heroína.
Gilibert, quien en dos años como director ha destituido a más de 1.500 policías, aseguró que pese a la actual situación, siente que ha hecho bien su trabajo y que no se ha bajado la guardia contra el crimen ni se ha reducido la ayuda de Estados Unidos, su principal aliado en la lucha contra las drogas.
"La operatividad no ha menguado en ningún momento y lo que es más importante, la ayuda que hemos recibido del gobierno de los Estados Unidos, tampoco ha menguado", afirmó el oficial.
Simultáneamente la policía continua la lucha contra el secuestro, el crimen organizado y soportando los ataques de la guerrilla izquierdista en medio de la guerra interna de casi cuatro décadas, que dejó 40.000 muertos en el último decenio.
Anualmente cientos de policías mueren en medio de operaciones contra el narcotráfico y ataques de los rebeldes que atacan sus cuarteles en apartados pueblos.

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