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¿Qué develó el paro armado del Clan del Golfo?

Panelistas creen que queda en evidencia la fallida estrategia en seguridad; el alcance de las redes de la organización y el narcotráfico.

¿Qué develó el paro armado del Clan del Golfo?

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¿Qué develó el paro armado del Clan del Golfo?

En Hora20 un debate para analizar a fondo los días de confinamiento y violencia que han tenido que vivir comunidades y habitantes de 11 departamentos del país tras el paro armado decretado por el Clan del Golfo en el que por cinco días hubo hostigamientos, quema de camiones, prohibiciones para la población y una criticada respuesta del gobierno nacional y de la Fuerza Pública. Después una mirada al tono que ha ido tomando la campaña presidencial a 20 días de elecciones: los ataques, las acusaciones, los señalamientos se han convertido en el día a día de la contienda política.

Hace apenas ocho meses, el presidente Iván Duque anunció que con la captura de alias “Otoniel”, máximo jefe de la organización criminal del Clan del Golfo y su posterior extradición, se marcaba el fin de esta estructura criminal que opera sobre todo en el norte del país y en el Urabá. La semana pasada, cuando finalmente se cumplió la extradición a Nueva York, esta organización decretó un paro armado que se extendió hasta la noche de este domingo. Un paro armado que generó confinamiento en 173 municipios, desabastecimiento, obstrucción a la movilidad, bloqueos de vías y hasta 24 homicidios, según cifras de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz. El accionar de la organización generó afectaciones en 11 departamentos del país, pero, sobre todo, estaría demostrando que el Clan del Golfo o las AGC como también se hacen llamar, estarían lejos del fin.

Ante la situación, el llamado de 19 alcaldes de municipios afectados y de las críticas por la demora en la respuesta de la Fuerza Pública, el ministro de Defensa, Diego Molano se ha mantenido en la tesis de que más que bloqueos y un paro, se trata de intimidación y querer infundir miedo, pues considera que las retaliaciones evidencian que los golpes que se le ha dado a la organización han generado fractura en su interior. Se desplegaron más de 25 mil hombres, hubo 98 capturas, 29 pelotones contra lo que el gobierno considera, son “reductos” del Clan del Golfo, además de una recompensa de $5 mil millones por los cabecillas de la organización. Finalmente, el presidente Duque hizo presencia este lunes en la mañana en Carepa, desde donde aseguró que “se va a ver el despliegue que nunca se ha visto en contra de esa estructura”, en una estrategia que se mueve en las mismas líneas que ha mantenido el gobierno en materia de seguridad: extraditar capturados, aumentar recompensas y concentrarse en objetivos de alto valor.

Lo que dicen los expertos

Juan Diego Restrepo, periodista y director de Verdad Abierta, explicó que el Clan del Golfo es una estructura con 14 años, “las AGC surgen como nombre en octubre del 2008 en Urabá; ese fue el primer paro armado cuando se dieron a conocer. Después de eso, van cinco paros armados, el último en 2016”, señaló que su crecimiento se dio a partir de agregar todos los excombatientes inconformes de AUC en 2008, “el motivo de AGC en crearse era el incumplimiento a las AUC y rearmarse; ese fue el discurso fundacional”.

Advirtió que, de alguna forma, este paro era esperado, pero advierte que no hubo inteligencia para contenerlo, a lo que se pregunta si no hubo una intención política. De igual forma, planteó cómo puede mantenerse esta estructura y no ser tocada por la fuerza letal del Estado, “esa respuesta la tienen lo obispos del Chocó, ellos han dicho que AGC está aliada con Ejército para combatir ELN”.

Para Jairo Libreros, abogado, profesor universitario y experto en asuntos de seguridad, no se puede hablar de un solo paro, pues cree que está el del Clan del Golfo el cual fue planeado, coordinado y ejecutado de manera delictiva y con aparente éxito, mientras que el otro paro fue el del Estado, “un paro que no logró evitar afectación comercial, de la vida social y en manera particular, demuestra que capacidad institucional está muy por debajo del estándar que se creía que teníamos; no se ha dimensionado lo que es el Clan”, afirmó.

Afirma que hoy no se tiene la capacidad suficiente para conocer los movimientos de esta estructura, la cual considera, se fortaleció con narcotráfico y tráfico ilícito de armas. De otra parte, lanzó una propuesta para desarticular la organización: una política de sometimiento en el que no haya impunidad o negación de justicia, pero donde se logre acabar con la estructura.

Rafael Nieto, exviceministro de justicia, exprecandidato a la presidencia, abogado y columnista, planteó que el problema no es de narrativa y aunque cree que este gobierno en relación con seguridad ha sido más de lo mismo del gobierno Santos, “el Gobierno ha cumplido en el Acuerdo, el problema es de narcotráfico y no hemos querido asumirlo, tal vez porque seguimos en la discusión sobre pacto Santos-Farc; esa ya no es la discusión”, concluyó.

Señaló que enfrentar estructuras como el clan del Golfo no es fácil, pero advierte que el punto central está en aceptar que los elementos que se “pactaron” en términos de narcotráfico en el Acuerdo de paz, no han funcionado.

Para Sandra Borda, politóloga y profesora universitaria, parte de lo ocurrido tiene que ver con la lectura de las Fuerzas Armadas y el gobierno, de lo que fue el resultado del acuerdo, “en su momento hubo dos lecturas: como una victoria ante Farc y ocupar los territorios. La otra opción, insistir en historia una derrota”. En este punto, comentó que si se cree que es derrota y no victoria, es comprensible que se dé visión de túnel en el que definieron a disidencias y ELN como la principal amenaza a seguridad y dejaron de lado la necesidad de priorizar combate contra bandas criminales.

Ante este panorama, se preguntó, “¿Cómo las fuerzas que empujan a una guerrilla y la sienta en mesa de negociación, hoy no están en condiciones y tienen debilidad?”, asegurando claro que hay problemas de deficiencia estructural, pero advierte que la politización de la Fuerza Pública llevó a que se creyera que el Clan del Golfo era un mal menor.

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