Gente conectando gente

Concluye hoy en Bogotá la Cumbre de Líderes por la Educación, que reúne a entendidos en el tema para mirar con cabeza fría el estado de nuestra educación. Una cumbre que debería concitar más atención de la que recibe, pero lamentablemente estamos ocupados en lo de los falsos testigos, en lo de la pelea del día en redes, en los de lo de la poquita mermelada que están dando, en lo del vestido que no nos gusta de alguien… 

De los muchos y valiosos invitados a la cumbre, me llamó especialmente la atención Maggie McDonell. Maggie es una profesora canadiense que trabaja en áreas rurales y que ha desarrollado parte de su tarea educativa al lado de las comunidades indígenas de su país, en el Ártico, trabajando con muchachos que creen no tener futuro y con altas tasas de suicidio. 

Hace dos años ella ganó el Premio Global a la Enseñanza, que la Fundación Varkey da a un “docente innovador y comprometido, que haya tenido un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad”. En aras de entender bien el rollo, diremos que es una de las mejores profesoras del mundo, y vale la pena atender lo que dice. 

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Maggie asegura que mucho se habla hoy de tener tecnologías en las aulas y toda clase de aparatos y aplicaciones, pero que es imposible conectar con una aplicación. Uno puede conectarse a una aplicación pero no conectar con ella. Eso solo lo hacen los humanos; solo los alumnos y los profesores pueden conectarse, comunicarse. La tecnología, dice ella, es fascinante cuando complementa al profesor… y complementar no es reemplazar.

 La tecnología es fundamental, pero la manera de usarla y de entenderla corresponde a las personas y, en un salón de clases, son los estudiantes y los profesores lo que deben unirse para entenderla y aprovecharla. 

Última enseñanza de la profesora: es fundamental que la verdad sea parte de la educación. El consejo es sencillo, su ejecución, como sabemos en Colombia, es especialmente difícil, porque aquí hay varias verdades. 

Como sea, me parece muy valioso aquello de que puede ser maravilloso tener graduados en las carreras tecnológicas que el mundo necesita, pero que esa formación no la dan las máquinas, sino los seres humanos.

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