Piden proteger al gorila oriental del Congo, en peligro crítico de extinción
El gorila oriental de planicie, que solo vive en la República Democrática del Congo, necesita zonas protegidas y control de la minería que sigue amenazándolo.
Andrew Plumptre, el investigador que certificó que este animal está en peligro crítico de extinción, intervino en la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), es el autor del primer análisis de población de esta subespecie del gorila oriental desde que estalló la Primera Guerra del Congo en 1996.
Ese trabajo, que publica la revista PLOS, hizo que el pasado mes de septiembre la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasificara al gorila oriental de planicie "en peligro crítico de extinción" dentro de su Lista Roja de Especies Amenazadas.
El investigador reveló que la población de este gorila ha caído un 77 por ciento en una generación, pasando de 16.900 antes de la guerra a solo 3.800 ahora.
"Cuando dimos con estos resultados en abril de este año nos reunimos con el Gobierno de la República Democrática del Congo para alertar de esta situación y pedimos dos áreas protegidas que resguardarían al 60 % de los gorilas que no están en zonas protegidas", relató Plumptre.
Una de esas áreas, la Reserva Natural Itombwe, se creó en junio y la segunda, la Reserva Gorilla Punia, está "en proceso de desarrollo y en fase de consultas con las comunidades locales".
"Nosotros volvemos a pedir que este lugar sea protegido porque es un área clave para este gorila", afirma el investigador.
Plumptre y su equipo también exploran "vías de manejo de la minería artesanal en la región", sobre todo para que las empresas compren minerales que tienen un certificado de "libres de conflicto" y "respetuosos con la conservación del medioambiente".
"Ya hemos trabajado en certificar lugares como 'libres de conflicto' y estamos tratando de añadir la etiqueta de 'respeto a la conservación" porque gran parte del declive del gorila oriental de planicie se debe a la caza en busca de carne de animales salvajes alrededor de los campos de minería", detalla Plumptre.
Durante los últimos 20 años, esta subespecie de gorila se ha visto severamente afectada por las actividades humanas, sobre todo por la caza furtiva asociada con los campos mineros artesanales y el comercio.
Esta caza ilegal ha sido "facilitada por la proliferación de armas de fuego resultado de la generalización de la inseguridad en la región", apunta el investigador.
El índice de reducción del 77 % en una generación es casi tres veces más del mínimo estipulado para considerar a un animal "en peligro crítico de extinción" en la Lista Roja de la UICN.