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Coronavirus Covid-19

Jorge, el hombre qué pasa la cuarentena en su carro

De origen humilde, este hombre vive y trabaja en un Dodge Polara.

Son la 5 y 15 de la mañana, el frío es intenso y solo un par de personas se ven en las calles, mientras se espera que 2 millones 300 mil personas salgan a la ciudad. Estoy en Kennedy, la zona de Bogotá que requiere más atención por causa del COVID-19.

En medio del amanecer, la silueta de un hombre que está en una corta ‘pantaloneta’ llama la atención. “Se está bañando, sacando agua con un balde de una alcantarilla”, me dice un señor qué pasa casualmente.

Me acerco y con el balde en la mano me mira un hombre, que espera saber que le voy a decir, después de todo no es normal ver a un hombre ‘lanzándose’ agua en medio de la calles.

“La vida es así y estamos en las manos de papá Dios”. Dijo Jorge cuando me acerqué, él es un hombre de 58 años que ha convertido su carro, un vehículo modelo 78, en su vivienda.

Su familia le dijo que se fuera, o por lo menos así lo cuenta él. Asegura que la vida lo ha tratado duro, nació en una familia humilde en donde convivía en una habitación con 10 hermanos. En las calles, conoció el flagelo que trae las drogas y eso sería lo que marcaría su destino.

Casado y con hijos, nunca pudo dejar ese “vicio” que solo le ha traído problemas y en medio de una voz aguardientosa y melancólica solo atina a decir “que se le va a hacer”.

El carro, una cama improvisada, una zona de ropas, un espacio para comer, la radio y una biblia, son sus compañeros de cuarentena que por “situaciones de la vida”, como él mismo lo dice, ha tenido que vivir durante 4 años en su viejo vehículo azul en el que también trabaja eventualmente en Corabastos.

Comienza a amanecer y algo apenado ya por la aparición de personas, tapa la alcantarilla, toma una toalla y comienza a secarse. Cuenta que en una ocasión se topó con la Alcaldesa de Bogotá en uno de los recorridos que hace ella y le dijo que vive en un carro... no pasó nada más.

Pasan los días y mientras tanto este hombre, de contextura fuerte y mirada tranquila, asegura que en el barrio donde parquea su carro la gente lo conoce, le dan un plato de comida o una charla informal, lo que lo mantiene en paz y cuenta que en medio de la situación que vive el mundo, el país, la ciudad y hoy especialmente la localidad de Kennedy ubicada en el sur de Bogotá, solo espera tener salud y no tener que terminar en un hospital al que difícilmente tiene acceso.

Así es el día a día de Jorge, que con un tapabocas, un tarro de gel y el cariño de la gente que vive en los edificios cercanos, ese cariño con el que le acercan comida o le regalan una charla amena, espera superar la llamada cuarentena, mientras piensa si una ayuda del gobierno, que aún no llega, le podría dar una nueva esperanza.