La leyenda de la paz que camina por Bolívar
Artículo escrito por el subintendente Emilio Gutiérrez Yance, jefe de comunicaciones estratégicas del Departamento de Policía Bolívar

Departamento de Policía Bolívar
Cartagena
Artículo escrito por el subintendente Emilio Gutiérrez Yance, jefe de comunicaciones estratégicas del Departamento de Policía Bolívar
Dicen los viejos de los pueblos ribereños que, en los amaneceres de Bolívar, se escucha un murmullo que no viene del río ni del monte, sino del corazón de la gente: es la voz de la paz, que camina ligera sobre los caminos de polvo, toca las puertas humildes y susurra que todavía es posible soñar un mundo mejor.
Ingresa al grupo de alertas de Caracol Radio Cartagena
La paz aquí no es solo el silencio de las armas, sino el canto de las plazas, el saludo entre vecinos, la confianza de los niños que juegan bajo la sombra de los almendros. Es el respeto que florece como buganvilla en las paredes de bahareque, es la tolerancia que corre como agua fresca desde las montañas hasta el mar.
En esa tarea silenciosa y eterna, la Policía Nacional de Colombia se ha vuelto guardiana y sembradora. Sus uniformados, hombres y mujeres de carne y hueso, no son solo centinelas contra la delincuencia, sino tejedores de convivencia, artesanos de confianza que recorren los caseríos, escuchan a los campesinos, acompañan a los pescadores y cuidan a los niños en las escuelas.
Cuentan que en el sur de Bolívar un campesino dijo una vez: “La paz para mí es que podamos vivir sin miedo en nuestros campos, que podamos trabajar la tierra sin que nadie nos moleste.”
Y esas palabras quedaron grabadas en el viento como un mandato para todos.
El coronel Alejandro Reyes Ramírez, como un narrador de esperanzas, lo resume así: “La paz se construye con el compromiso de cada ciudadano, trabajando juntos por un futuro en armonía y seguridad para todos.”
Por eso, en cada jornada de prevención, en cada operativo de control, en cada gesto de cercanía con la comunidad, la Policía reafirma su promesa de ser cercana, segura y presente. No solo con armas y patrullas, sino con manos tendidas, palabras de aliento y la firme convicción de que la paz es un fruto que se cultiva entre todos.
Así, en Bolívar, la paz se convierte en una leyenda viva que se escribe día tras día. Una tarea colectiva donde la comunidad y la Policía, hombro a hombro, van levantando los pilares invisibles de una sociedad más justa, tolerante y humana.
Porque la paz no es un regalo caído del cielo. La paz es una semilla, y en Bolívar todos estamos llamados a regarla.



