La productora como interfaz: Rocio Taboada y la ingeniería invisible del contenido visual latino
En la arquitectura de una producción audiovisual, la figura del productor suele ocupar un rol de engranaje invisible: indispensable pero no protagónico, estructurante pero silencioso
La productora como interfaz: Rocio Taboada y la ingeniería invisible del contenido visual latino
Sin embargo, en el ecosistema contemporáneo del contenido visual —marcado por la velocidad, la hiperconectividad y el cruce de industrias—, ese papel ha mutado. Hoy, el productor es interfaz. Es mediador. Es articulador de lenguajes, plataformas y culturas.
El caso de Rocio Taboada ilustra esta mutación con claridad. Formada en Producción Audiovisual en Buenos Aires y con una trayectoria que cruza cine, televisión, videoclips y series para plataformas, Rocio se ha consolidado como una figura clave en la generación de contenido visual que no solo circula globalmente, sino que además se construye desde la identidad regional.
A diferencia de otros perfiles técnicos más compartimentados, Taboada entiende la producción como una práctica situada. “La forma en que producimos no es neutra. Está atravesada por lo cultural, lo económico y también lo emocional. Hay países donde se prioriza la planificación milimétrica. Otros donde se trabaja desde la flexibilidad. Saber leer eso hace la diferencia”, afirma.
Ha trabajado en Argentina, España y Estados Unidos. Ha producido para compañías globales como The Walt Disney Company y ESPN, y ha formado parte de equipos creativos detrás de artistas de impacto masivo como Rauw Alejandro, Duki, Tiago PZK y Emilia Mernes. Pero su mérito no es solo estar, sino cómo estar: cómo construir, desde la producción, un espacio donde las ideas puedan volverse posibles sin perder autenticidad.
En sus palabras, el éxito de una producción no se mide únicamente por métricas de visualización, sino también por coherencia narrativa y fidelidad estética. En ese sentido, considera que el contenido visual es parte constitutiva del relato artístico. “Un videoclip no solo ilustra una canción. La resignifica. Le da contexto. Y cuando eso se hace bien, el impacto no es solo emocional, también es simbólico.”
Uno de sus aportes más interesantes está en la noción de “resonancia cultural”. Rocio no piensa los proyectos en términos de replicabilidad industrial, sino de conexión contextual. “Cuando trabajo con artistas de distintos países, no busco imponer un modelo de producción. Me involucro con los equipos locales, escucho. La producción no es exportable como una receta. Se adapta.”
Este enfoque puede leerse como una ética del trabajo, pero también como una filosofía de la producción. En sus documentales, como En primera persona (con Juan Martín del Potro y Manu Ginóbili), se percibe esa atención al detalle no espectacular: planos largos, montaje sobrio, entrevistas sin estridencia. En sus videoclips, como Ni me conozco o Traductor, se nota la habilidad para contener el caos creativo y transformarlo en piezas funcionales a la narrativa del artista, sin aplanarla.
En un mundo dominado por la velocidad del contenido y la lógica algorítmica de las plataformas, su visión propone un modelo alternativo de producción: uno que no renuncia a lo técnico, pero que pone en valor lo humano. “Hay algo esencial que no se puede automatizar: el criterio. El juicio sensible. Saber cuándo acelerar y cuándo parar. Eso lo da la experiencia, pero también la empatía.”
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Actualmente trabaja en nuevos formatos híbridos que cruzan documental, contenido de marca y ficción breve. Su interés está en generar piezas que no solo respondan a briefs comerciales, sino que también aporten a una narrativa más amplia de la cultura audiovisual contemporánea.
Rocio Taboada no necesita estar en el centro del plano. Sabe que su trabajo ocurre, muchas veces, detrás de escena. Pero ahí, entre la idea y su realización, es donde habita el verdadero poder de producir: hacer posible lo que aún no tiene forma, sin ruido, pero con sentido.




