Teimuraz Janikashvili: El violinista que convirtió el sacrificio en arte
Especialista en el repertorio romántico —siglo XVIII y XIX—, siente una conexión profunda con compositores como Beethoven, de quien dice: “Fue un revolucionario. Abrió el camino y dio libertad a los que vinieron después. Ese tipo de música me toca las cuerdas del alma.”

Teimuraz Janikashvili: El violinista que convirtió el sacrificio en arte
A los ocho años, Teimuraz Janikashvili vivió algo que marcaría su vida para siempre: se paró frente a una orquesta —la Nacional de Georgia— y ejecutó como solista el Concierto de Kabalevsky. Tenía apenas ocho años, pero los aplausos ya le hablaban de un destino que estaba escrito mucho antes, quizás desde su nacimiento, en una casa donde la música clásica era más que una presencia, era una forma de respirar.
Su madre, pianista y profesora, fue su primera conexión con el arte. A los tres años ya imitaba el gesto del arco con dos palos de madera. A los seis, empezó a estudiar violín con disciplina diaria. A los siete, sus profesores ya hablaban de un talento fuera de lo común. A los ocho, dejó la educación tradicional para ingresar en la Z. Paliashvili Music School, una institución dedicada a los grandes talentos. Desde entonces, no ha dejado de construir una carrera que combina pasión, virtuosismo, sacrificio y una asombrosa resiliencia.
Un camino forjado con excelencia
A los 15 años consiguió ingresar al prestigioso Tchaikovsky College de Moscú, y ese mismo año fue seleccionado para representar a su país en el festival de Nyrbator, Hungría. En la Unión Soviética de aquella época, viajar al extranjero era casi imposible. Pero él lo logró, gracias a su nivel técnico y expresivo. Era apenas el inicio.
En Moscú, su carrera se expandió de manera imparable. Fue violinista de la Orquesta RTV de Rusia mientras cursaba estudios superiores en el Conservatorio Tchaikovsky con la maestra Irina Bochkova. Luego llegó su etapa como solista en la Orquesta de Cámara del Kremlin (1994-1996), y poco después su ingreso en una de las mejores orquestas de cámara del mundo: los Solistas de Moscú, bajo la dirección del legendario Yuri Bashmet. Con ellos recorrió los escenarios más importantes del planeta: Carnegie Hall, Royal Albert Hall, Musikverein, Suntory Hall, la Ópera de París, entre otros.
Pero incluso en la cima, Teimuraz tomó una decisión que pocos se atreven a tomar: dejarlo todo. Dejó Rusia, renunció a una posición consolidada, y se mudó a España, donde comenzó de nuevo, literalmente desde el atril más bajo.
Volver a empezar… ¡y volver a brillar!
A partir de 1999 fue miembro de la Orquesta Sinfónica de Galicia, formación con la que colaboró como Concertino, y de su Joven Orquesta, participando además en múltiples cuartetos (Ensemble Shostakovich, Ocean Drive, Avanti). Y desde 2004, su trayectoria como solista y concertino invitado se ha proyectado por las principales orquestas de España y Europa: Orquesta Nacional de España, Sinfónica de Barcelona, Nacional de Porto, Royal Philharmonic de Galicia, Sinfónica de Tenerife, Bilbao, Cadaqués, Lisboa, y muchas más.
Janikashvili no solo domina el escenario. Su capacidad de liderazgo y empatía con los músicos lo convierten en un pilar dentro de cada formación. Ha trabajado desde la base y conoce a fondo las exigencias de cada puesto. Esa experiencia lo convierte en un concertino con verdadera autoridad, capaz de guiar a una sección de cuerdas con técnica, claridad y sensibilidad.
Hacer música, no solo tocar
Para él, ser violinista no es un trabajo. Es su esencia. Y eso se nota cuando habla de su manera de interpretar: “Jamás se tocan dos conciertos de la misma manera. Aunque la partitura sea la misma, uno nunca siente igual. Hacer música es dar vida al papel, transmitir emociones. Eso es lo que diferencia a un músico de un ejecutante.”
Momentos que definen una vida
Entre los momentos que marcaron su trayectoria, Teimuraz recuerda con especial emoción su primer concierto como solista a los ocho años, cuando por primera vez sintió el poder de los aplausos dirigidos únicamente a él. A los quince, vivió dos hitos decisivos: fue admitido en el exigente Tchaikovsky College de Moscú y fue seleccionado para representar a su país en un festival internacional en Hungría, un logro extraordinario considerando las restricciones impuestas por el régimen soviético. Más tarde, su carrera lo llevaría a tocar en algunas de las salas más prestigiosas del mundo, como el Carnegie Hall, el Musikverein, el Royal Albert Hall o la Ópera de París. Pero quizás el acto más definitorio de su vida fue su decisión de dejar atrás una carrera consolidada en Rusia —en pleno éxito con los Solistas de Moscú— para comenzar desde cero en España. Allí, tras años de esfuerzo, volvió a conquistar el reconocimiento como concertino y solista, recuperando con mérito el lugar que su talento le exige.
Un artista resiliente
Teimuraz es mucho más que un violinista virtuoso. Es un hombre que ha construido su camino con esfuerzo, pasión y una fe inquebrantable en su arte. Se define como resiliente, y su historia lo demuestra: cada caída fue un nuevo comienzo, cada reto, una nueva oportunidad de crecer. Su vida es música, y su música, una vida que no deja de evolucionar.




