¿De qué manera el alcohol, tabaco y cafeína afectan su sueño? Efectos reales y cómo evitarlos
El sueño no solo es un proceso fisiológico básico, sino una función esencial para el bienestar integral.
Alcohol, café, tabaco; mujer joven cansada (Getty Images).
Para empezar, es relevante destacar que la neurobiología del sueño ha captado gran interés en los últimos años debido a su estrecha relación con la salud física y mental.
Desde la perspectiva de la investigación denominada como ‘Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario’, de Carrillo, Ramírez y Magaña, el sueño no solo es un proceso fisiológico básico, sino una función esencial para el bienestar integral.
Según los autores, a pesar de su importancia, muchos de sus mecanismos y funciones aún se desconocen. Actualmente, se ha observado una reducción global en las horas de sueño, lo que ha incrementado la incidencia de trastornos asociados, sobre todo en jóvenes universitarios.
Cabe destacar que factores como el estrés académico, el consumo de sustancias como alcohol, tabaco o cafeína, y los hábitos irregulares alteran profundamente la calidad del descanso.
Adicionalmente, el sueño desempeña un rol importante en la consolidación de la memoria, tanto declarativa como procedimental. Incluso breves siestas pueden mejorar el aprendizaje, aunque la duración y el momento del sueño influyen en su eficacia.
Por ende, fomentar una adecuada higiene del sueño es determinante para el rendimiento académico, el equilibrio emocional y la prevención de enfermedades en la población estudiantil.
¿Cómo afectan el descanso el alcohol, la cafeína y el tabaco?
El sueño puede verse alterado por diversas sustancias de uso común como el alcohol, la cafeína y el tabaco.
Según los autores, aunque el alcohol parece inducir el sueño por sus efectos sedantes, en realidad lo fragmenta, reduce su duración e interfiere con sus fases profundas, provocando insomnio, fatiga y riesgo de recaída en personas en tratamiento por alcoholismo.
Por el lado de la cafeína, presente en café, té y bebidas energéticas, los autores sostienen que bloquea los receptores de adenosina e incrementa neurotransmisores como la dopamina.
Esto puede mejorar el estado de alerta, pero también retrasar el inicio del sueño, reducir su calidad y causar somnolencia diurna, sobre todo cuando se consume cerca de la noche.
En el caso de las bebidas energéticas, además, combinadas con alcohol, potencian efectos adversos, como alteraciones del juicio o mayor riesgo de accidentes.
Frente al tabaco, afirmaron que también afecta el sueño: los fumadores presentan menor duración del descanso, más movimientos y apneas nocturnas. Estos efectos, incluso, se han registrado en fumadores pasivos.
Para evitar que el alcohol, tabaco y cafeína afecten su sueño, evite consumirlos horas antes de dormir. Mantenga horarios regulares, reduzca el uso de pantallas por la noche y cree un ambiente tranquilo. Estos simples cambios mejoran la calidad del descanso y previenen efectos negativos en su salud.
¿Qué es importante tener en cuenta sobre el descanso?
Para los autores, en la actualidad, especialmente en contextos urbanos, el sueño ha perdido protagonismo frente a las exigencias de la vida moderna.
Dormir menos se ha vuelto una tendencia, y muchos jóvenes ven el descanso como tiempo desperdiciado. Esta percepción, combinada con el uso frecuente de sustancias como cafeína, alcohol, tabaco o bebidas energéticas, altera profundamente la calidad del sueño.
Además, conductas como trasnochar estudiando, mantener horarios irregulares, utilizar pantallas antes de dormir o llevar una vida sedentaria, empeoran la situación.
Como resultado, un alto porcentaje de estudiantes universitarios reportan problemas para dormir bien. No obstante, las consecuencias de un sueño deficiente no se limitan al cansancio o bajo rendimiento académico; existen riesgos reales y graves, como hipertensión, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y trastornos mentales como la depresión.
Finalmente, la buena noticia es que muchas de las causas son evitables o modificables. Por eso, adoptar hábitos saludables de sueño debe considerarse una estrategia preventiva esencial. Los autores concluyen diciendo que dormir bien no es un lujo, es una inversión en salud física, mental y emocional a largo plazo.