La fotógrafa Andrea Olivieri presenta la muestra “Cartagena Dividida”
Donde muestra a la ciudad más allá de lo obvio

La fotógrafa Andrea Olivieri presenta la muestra “Cartagena Dividida”
En su más reciente proyecto fotográfico, la artista visual venezolana Andrea Olivieri llevó su cámara al corazón palpitante de Cartagena, Colombia, para construir un retrato honesto de una ciudad atrapada entre dos fuerzas: el esplendor del turismo y la crudeza de la vida local. Su exposición, presentada recientemente en Colombia, no se limita a capturar paisajes pintorescos o postales vibrantes. Es un fotodocumental profundo que habla desde las entrañas de Cartagena, exponiendo sus contradicciones con sensibilidad y respeto.
“La intención era mostrar la esencia de la ciudad más allá de lo obvio”, afirma Olivieri. Y lo logra. A través de su lente, vemos las calles agitadas, los rostros marcados por el sol, la sonrisa practicada del vendedor ambulante, los mercados caóticos, la calidez innegable del cartagenero. Cada imagen contiene una historia sin adornos, un instante detenido que revela tanto como cuestiona.
Inspirada por la observación directa, Olivieri optó por un enfoque no intrusivo: “Observar sin intervenir y dejar que cada escena hablara por sí misma.” Su trabajo no romantiza la ciudad, sino que la desnuda: en sus fotos, las palenqueras no son solo símbolos coloridos para el lente turista, sino mujeres atrapadas entre su herencia cultural y una economía que las empuja a representar un papel, más que a vivir su tradición.
El documento que acompaña su exposición, titulado “Cartagena Dividida”, refuerza este mensaje. Describe una ciudad donde todo, desde los dulces hasta la hospitalidad, se convierte en moneda. “Todo en Cartagena parece tener un precio,” escribe. “Incluso la propia calle.”
Esta narrativa fotográfica encuentra su mayor potencia en los contrastes: turistas que posan frente a papagayos de colores colgados en callejones sin saber que, detrás de esas puertas, vive gente real. Una señora, por ejemplo, cuya casa se convirtió en una atracción sin su consentimiento. Son momentos como este los que Olivieri enmarca con sutileza, invitando a mirar más allá de la fachada caribeña.
Lo que diferencia a Olivieri no es solo su ojo técnico, sino su visión humanista. En sus propias palabras, su arte “documenta, preserva y conecta”. Ella busca que sus fotos no sean solo bellas, sino útiles: piezas de una memoria visual colectiva que ayuden a entender y respetar las culturas que retrata.
Este enfoque no termina en Cartagena. Su compromiso es llevar esta sensibilidad a la comunidad artística de Estados Unidos, donde espera que su obra inspire un diálogo sobre identidad, representación y verdad visual. “Mi arte es un puente entre las personas y sus historias”, dice. Y ese puente no es neutral: está cargado de intención, de verdad, y sobre todo, de empatía.
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En una era donde el turismo a menudo disfraza la explotación de espectáculo, Andrea Olivieri ofrece un contrapeso: imágenes que devuelven dignidad a lo cotidiano y memoria a lo que suele olvidarse. Cartagena, en su lente, no es solo una joya colonial, sino una ciudad que sobrevive, resiste y espera ser comprendida. La venezolana se posiciona como una de las profesionales latinas con más visión en este tipo de fotografía documental y espera próximamente agregar nuevas ciudades que sean retratadas con su lente.




