Esta es la oración que se reza el segundo domingo de adviento: Poderoso significado

Con la llegada de diciembre, los creyentes tienen como tradición prepararse durante los cuatro domingos previos a la Navidad, es decir, al nacimiento del Niño Dios. Es por esto que desarrollan cada domingo una oración de Adviento. En este 2024 el segundo domingo de Adviento es este 8 de diciembre, mientras que el primero fue justo el 1 de este mes.

De forma concreta, el Adviento es vista como una temporada de reflexión y acercamiento a Dios. Pero también es una época de preparación espiritual para el nacimiento de Jesús, para recibirlo con la fe intacta. Aunque cada domingo se debe rezar, la ciudadanía puede optar por orar la oración que más le parezca conveniente.

El segundo domingo de Adviento es una fecha que se refiere a la paz, pero que tiene también como objetivo lograr una reconciliación con Dios al provocar que cada ciudadano reflexione sobre su mal y buen comportamiento. Adicionalmente, en este día los ciudadanos pueden hacer una confesión, para así aceptar la responsabilidad sobre lo malo del año.

Durante la oración es tradición que los creyentes tengan la corona de Adviento y en ella coloquen las velas correspondientes a los cuatro domingos. Así pues deberán encender la que corresponda al día dos.

Al encender la vela del segundo domingo de Adviento, esta será una señal de crecimiento espiritual. La vela en esta ocasión deberá ser de tono morado para simbolizar la paz. Este cirio es conocido como la Vela de Belén y nos recuerda la travesía que tuvieron que realizar María y José antes de que el Niño Dios naciera.

¿Cuál es el significado de la segunda oración de adviento?

En el segundo domingo se pretende con la oración manifestar paz, tranquilidad y calma antes de la llegada del Niño Dios, esto ayudará a la ciudadanía a reflexionar sobre su comportamiento con los otros, pero también a mejorar su relación con Dios y su entorno al buscar la paz.

Oración que se reza el segundo domingo

Esta oración se puede rezar en compañía o de manera individual:

Guía: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos: Que hizo el cielo y la tierra.

Guía: El Señor está cada vez más cerca de nosotros y debemos prepararnos dignamente para recibirlo en nuestros corazones. En este momento especial vamos a encender la segunda vela de nuestra Corona de Adviento, la vela de la Paz. Hagamos un momento de silencio para elevar nuestra oración al Señor.

(Todos guardan silencio)

Lector: Lectura del Evangelio según San Lucas (Lucas 3:1-6):

”En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos llanos. Y toda carne verá la salvación de Dios”.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

Guía: Reflexionemos sobre esta lectura y pidamos al Señor que nos ayude a preparar nuestros corazones para su venida. Que la luz de esta segunda vela nos recuerde la paz que Cristo trae al mundo y nos inspire a buscar la paz en nuestras vidas y en nuestras relaciones.

(Se dedican unos segundos al reflexión)

Todos: Señor Jesús, tú eres la luz del mundo. Te pedimos que ilumines nuestros corazones con tu paz y nos ayudes a preparar el camino para tu venida. Que esta vela encendida sea un signo de nuestra esperanza y de nuestro deseo de vivir en paz contigo y con los demás. Amén.

Guía: Ahora, elevemos nuestras peticiones al Señor.

(Todos los presentes pueden hacer una petición personal)

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.