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Marcela Rivera, mamá y coequipera del nuevo crack del fútbol colombiano

Detrás de las gambetas, asistencias y goles de Daniel Ruíz que engalanan la Liga, se encuentra un largo camino que Marcela recuerda paso a paso.

Marcela Rivera cumple muchos roles en la vida de Daniel Felipe Ruíz, todos resumidos en una sola palabra, mamá. El volante bogotano, que fecha a fecha deleita a los hinchas de Millonarios y a los seguidores del fútbol colombiano en general, conforma un tridente de ensueño junto a Marcela y a Javier Ruíz, su padre, presentes en cada uno de los pasos que el hoy 10 azul ha dado en una corta, pero bastante esperanzadora trayectoria deportiva.

Cada uno de esos pasos los recuerda al pie de la letra Marcela, quien reconoce que, pese a los elogios que recibió desde muy chico de parte de sus profesores, "hasta hace muy poco" no pensaban que Daniel pudiera hacer una carrera como futbolista profesional.

"Tal vez eso sí viene en la sangre, Daniel desde muy chiquito comenzó con el tema del balón(...) para él no había otra cosa desde muy pequeño, sino el balón", cuenta, recordando que el trayecto comenzó a los cuatro años en un curso de fútbol al que lo inscribieron.

A los cinco años estuvo un año vinculado a Santa Fe; sin embargo, como si fuera una cuestión del destino, no se sintió a gusto. "Nosotros hicimos un grupo bonito en ese momento, Dani y los otros niños decían 'no queremos ahí, miremos otra alternativa', no en esas palabras, pero no les gustó básicamente".

El paso a seguir fue River Plate Fortaleza, donde coincidió con Alex Becerra "alguien muy especial e importante en la carrera de Daniel". Tras cerca de dos años se marchó a Dinhos, escuela fundada por Becerra y la "que realmente formó a Daniel", donde permaneció por cerca de cinco años.

Marcela, quien se autodenomina "llorona por naturaleza", recuerda que el primer aviso de un futuro exitoso en el fútbol para Daniel Felipe lo dio a los 8 años, luego de que lo inscribieron en un campamento del Milan, lejos de imaginar que el pequeño fuese a ganarse el premio de un viaje todo pago a Italia, para ver al en ese entonces poderoso equipo Rossoneri en el mísmisimo San Siro. "Ahí como que ya dijimos: 'oiga este chino como que sí es bueno'"; dos años después repitió la experiencia con un campamento del Bolton, viajando rumbo a Inglaterra.

Un título en el torneo de La Morena con Dinhos le dio el salto a la selección Bogotá, donde llegó a estar compartiendo equipo con niños tres años mayores que él. Tuvo una primera experiencia internacional en el Rayo Vallecano, la cual no trascendió por distintos motivos.

El orgullo y la felicidad con la que Marcela recuerda aquellos tiempos cambia un poco al hablar de su paso por el Deportivo Cali, la primera vez que tuvo que alejarse de su pequeño, quien para ese entonces apenas contaba con 15 años. "Con 15 añitos llegó a una casa hogar. Todavía lo pienso y es duro, Daniel nunca había salido de su casa", recuerda con la voz entrecortada.

Con esa misma personalidad que hoy gambetea y encara a sus rivales en el fútbol colombiano, el mismo Daniel tomó la decisión de no regresar a Cali, justo en el momento de abordar el avión, uno de los momentos más difíciles para ellos, "nosotros teníamos la vida organizada en torno a que él venía de vacaciones y se iba".

Pese a la incertidumbre del momento, Marcela y Javier apoyaron y nunca desfallecieron con su hijo, trascendiendo esto en la llegada a Fortaleza, el debut como profesional y su posterior paso a Millonarios, donde todo empezó a escalarse repentinamente.

"Cuando llega el tema de Millonarios, la felicidad total, la sorpresa, todos por parte de mi familia súper hinchas de Millonarios, abonados siempre", rememora sobre su fichaje por el equipo para el 2021.

El equipo Ruíz-Rivera comenzó a trabajar en pro de Daniel con su llegada a la primera división y Marcela le pidió a su hijo, en ese entonces de 19 años, paciencia, pero los planes de Alberto Gamero fueron otros. "Nosotros siempre hemos sido de objetivos y de metas... tenemos una meta, 'cinco partidos antes de que te convoquen la primera vez'", le comentaron a su hijo; no obstante, "primer partido, ya convocado", menciona con emoción, "y juega siete minutos, casi morimos", agrega aún más emocionada. 

Pese a la euforia por el debut, Marcela se encargó de ser el polo a tierra del volante: "ya se te dio esto pero hay que seguir trabajando, siempre con el tema de la disciplina, de los objetivos a corto, mediano y largo plazo", recuerda haberle dicho al joven.

En ese primer semestre llegó el que para Marcela Rivera ha sido el momento más feliz en la ascendente carrera de su hijo, el gol en la final ante el Deportes Tolima. "Eso fue una locura, son muchos momentos, Daniel siempre nos ha dado muchas alegrías, pero a nivel futbolístico la felicidad de hacer un gol en una final, eso es algo único".

Tras tener presente el camino recorrido y lo que aún falta por recorrer, la meta es clara para el equipo Ruíz-Rivera y los sueños son grandes: "por los gustos de Daniel, por todo lo que hemos visto, vivido y soñado, que él juegue en la Premier y específicamente en el Chelsea, él muere por Chelsea, ese sería el sueño mayor, que juegue Champions League y que le aporte a la Selección Colombia para que nos encaminemos nuevamente".

Finalmente y embargada por la emoción, Marcela denomina el ser mamá como "la emoción total". "Es una experiencia que no tiene precio, desde cada etapa, desde el momento de la gestación es un proceso tan bonito(...) siempre tenemos una relación tan bonita, de confianza, que hoy por hoy se mantiene. Es una experiencia invaluable, soy la mamá mas orgullosa del mundo, por todo, independientemente si alejamos el tema del fútbol", concluyó con una sonrisa.

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