<span style="color: #393939; font-family: proximanova, serif; font-size: 17px; font-weight: normal;">Escondido entre nubes que acarician una montaña en Quito, el bosque de la reserva <strong>Yanachocha</strong> protege al <strong>zamarrito pechinegro, una diminuta ave con plumas blancas que envuelven sus extremidades casi por completo</strong> a manera de un pantalón rústico (zamarro), del que hereda su nombre.</span>De unos <strong>siete centímetros y aproximadamente diez gramos de peso</strong>, con plumas negras en el pecho, pero azules y violetas en el resto del cuerpo dependiendo del reflejo del sol en su frenético vuelo,<strong> el colibrí en cuestión ha sido declarado el ave emblemática de la capital ecuatoriana.</strong>.. pero está bajo amenaza.<span>A 45 kilómetros de Quito se encuentra la reserva <strong>Yanacocha</strong>, de la Fundación Jocotoco,<strong> una zona creada para proteger aves y especies en peligro</strong>, que se despliega desde los 3.000 hasta los 4.500 metros sobre el nivel del mar.</span><span><strong>En ese rango hay bosque montano alto</strong>, bosque de polylepis (planta nativa) y algunas zonas de pajonales.</span>Allí,<strong> la vegetación parece jugar a las escondidas con las nubes</strong> que, al son del viento, cobijan y descubren en minutos la montaña en la que hay<strong> pumas, tigrillos, lobos, ciervos y osos de anteojos, entre otras especies.</strong>Y también está el<strong> zamarrito pechinegro,</strong> un ave endémica del sector, que "está<strong> críticamente amenazada</strong>", explica a Efe Efraín Cepeda, director de las reservas del norte de la Fundación Jocotoco.La reserva<strong> Yanacocha se creó en 2001</strong> en el noroeste del volcán Pichincha,<strong> con el afán de preservar la especie</strong> del zamarrito pechinegro (Eriocnemis nigrivestis).De<strong> pico corto, recto y negro</strong>, a esta ave también se la puede encontrar en la cordillera del Toisán sobre el valle de Intag, en las provincias de Esmeraldas e Imbabura, en el noroeste de Ecuador.Sin conocer aún a ciencia cierta todos los factores que afectan al diminuto colibrí, Cepeda opina que<strong> su principal amenaza es la pérdida de hábitat.</strong>"<strong>Todos estos sitios antes eran un bosque y ahora la frontera agrícola ha ido creciendo</strong> y se ha perdido todo ese bosque y en zonas tan altas, sobre los 3.500 metros de altura, los procesos de regeneración natural son muy lentos", explicó.Los expertos calculan que<strong> hay unos 300 colibríes zamarrito pechinegro.</strong> Con ese número tan bajo, "¿cómo podemos garantizar que genéticamente esta especie va a seguir desarrollándose?", se preguntó Cepeda en lo alto de la montaña donde el viento sopla con fuerza y el luminoso sol no alcanza a calentar el ambiente."Lo que por años <strong>se mantuvo escondido entre las nubes</strong> y cerca de convertirse en carbón o pastizales, <strong>ahora es una reserva biológica</strong>", reza un letrero en Yanacocha (cocha negra, en quichua).Cepeda comenta que antes, en la parte alta del páramo había una <strong>laguna pequeña, cuyo reflejo era oscuro, "como que el agua fuera negra".</strong>En la comunidad de <strong>Yanacocha viven unas veinte familias</strong>, cuya actividad económica fundamental es la <strong>ganadería y la producción de leche,</strong> que es uno de los principales problemas que debe afrontar la Fundación Jocotoco para proteger las especies."Tenemos que buscar los<strong> mecanismos para trabajar, convivir con la gente</strong>" que es de bajos recursos, que<strong> vive en "condiciones difíciles",</strong> anota Cepeda antes de reconocer que es "complicado" compaginar las labores.No obstante, han logrado involucrar a miembros de la comunidad con actividades relacionadas con<strong> el turismo ecológico y la observación de aves</strong>, en busca de algún sustento económico.