<strong>"Hacer memoria es caminar sobre la palabra viva de nuestros ancestros"</strong>. Bajo esa consigna, <strong>líderes de pueblos indígenas del país presentaron el primer informe en el que se recapitula más de 500 años de luchas</strong> por permanecer y defender sus territorios.En el Teatro Colón, recinto en el que se firmó hace tres años el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las Farc, <strong>líderes aseguraron que a través de la voz de los pueblos indígenas quieren reconstruir memoria.</strong> “Nos reunimos para escribir algo que está en nuestra alma, en nuestro territorio”, afirmó Aída Quilcué Vivas, líder indígena Nasa y consejera de Derechos Humanos y Paz de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).Son tres las conclusiones del informe: <strong>la conquista de los pueblos indígenas continúa,</strong> <strong>la red vital está amenazada y las comunidades son víctimas de la llamada ‘mala muerte’.</strong> “Por primera vez en 5<strong>27 años se da cuenta de la violencia social, política y armada.</strong> Esperamos que el informe sirva como un documento pedagógico de sensibilización”, indicó Luis Fernando Arias, consejero mayor de la ONIC y líder Kankuamo.Sobre la conquista de los pueblos, el coordinador del informe y líder Kankuamo, Oscar Montero, aseguró que<strong> desde la época de la colonización ha persistido el exterminio, despojo, discriminación y opresión.</strong> “Desde hace más de<strong> 500 años</strong> se ha vivido un <strong>genocidio</strong> que actualmente permanece vigente. De los<strong> 102 pueblos indígenas</strong> que habitan el país, <strong>70 están en vía de extinción física y cultural</strong>”, aseguró.Carlos Benavides, coordinador del informe, aseguró que las amenazas a la red vital se refieren a las<strong> afectaciones al territorio y medio ambiente de los pueblos indígenas.</strong> La ‘mala muerte’, término que adoptaron a algunas comunidades, se refiere a la sangre derramada. En el informe se señala que <strong>260 líderes Nasa, en el departamento del Cauca, han sido asesinados desde 1959.</strong>Para la elaboración del informe, que tardó tres años, los investigadores <strong>recorrieron el 80% de los pueblos indígenas.</strong> Montero aseguró que para construir memoria desde la voz de las comunidades <strong>se realizaron actividades espirituales.</strong>Montero afirmó que se trató de unos rituales para poder abrir los caminos. “Hicimos unos <strong>diálogos de saberes y memoria donde se hicieron recorridos y caminatas a través de selvas, montañas, desiertos, mares y ríos.</strong> Pero también lo hicimos en malocas, alrededor del fuego y las cocinas para<strong> recoger la voz de la memoria</strong> en los pueblos”, indicó.María Eulalia Yagarí, una de las creadoras de la ONIC, aseguró que <strong>el compromiso de las comunidades y el país es incluir a los pueblos indígenas en los procesos de memoria histórica.</strong> “Más de<strong> 3.000 indígenas han sido asesinados en los últimos 40 años</strong>. No están en las bases de datos de los computadores, pero sí en nuestra memoria. Soñamos y pedimos que no nos excluyan porque<strong> todos tenemos derecho a la vida”</strong>, afirmó.Además de aportar elementos para que el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición entienda cómo los pueblos indígenas han vivido el conflicto, en su mayoría de acciones violentas perpetradas por la guerrilla y paramilitares, Montero aseguró que <strong>el informe es un llamado para romper las brechas de discriminación.</strong> <strong>“Hay que hacer una adecuación que responda a la diversidad étnica y lingüística</strong>. Por ejemplo<strong> todavía se cree que en Colombia solo se habla español</strong> y se profesa <strong>una religión</strong>”, señaló.En la presentación del informe varios líderes aseguraron que “<strong>no son folclor, sino sujetos”</strong>. También resaltaron que <strong>buscan llamar la atención para que la ciudadanía reaccione,</strong> no de forma solidaria por ser indígenas, sino<strong> como un compromiso por conservar la memoria de los ancestros</strong> y evitar el<strong> negacionismo</strong> sobre los hechos de violencia contra los pueblos.