Lecciones de un conejo
La fecha del 23 de marzo parece hoy más una presión psicológica que una meta posible.

Lecciones de un conejo(EFE)
Dicen quienes viven cerca las negociaciones en la mesa de La Habana que no hay momentos más aburridos que aquellos que siguen a una crisis porque el ambiente en la mesa se vuelve tenso por la desconfianza y las recriminaciones mutuas. Unas veces, por lo que hace o dice el gobierno por fuera de la mesa, y otras, por acciones o declaraciones de las Farc.
Y esta vez, este próximo fin de semana, cuando se retome el ciclo, nada hace pensar que el ambiente crispado sea diferente por cuenta del cuestionado acto político en Conejo –Fonseca, Guajira—donde las Farc hicieron un acto político ante civiles, en pleno casco urbano, y con guerrilleros escoltas armados. La primera sensación que tuvo la gente que vio las fotos y los videos era que se había regresado a las épocas del Caguán cuando la guerrilla andaba a sus anchas en 4x4.
En el caso de Conejo, el gobierno ha dicho la guerrilla rompió el protocolo que impide que el contacto para la pedagogía del proceso sea con la población civil y menos aún que haya hombres armados y uniformados como ocurrió en este caso. Las Farc han respondido que no han violado las reglas para socializar los acuerdos con la guerrillerada ni con “las masas que históricamente nos han acompañado”.
Lo más probable es que en las horas que siguen quede superado el “impasse”, pero lo sucedido dejar planteadas varias inquietudes:
· En los acuerdos que han firmado hay vacíos que permiten a cada uno hacer interpretaciones a su manera, como ha pasado con los temas de justicia. En el caso de Conejo, las Farc parecen entender que sí pueden reunirse con la población y eso ya se habría dado semanas atrás en el Caquetá. Estos impasses se dan en un momento clave de la negociación y si bien no es un hecho que obligue a una parada de la mesa, daña la confianza.
· A las Farc les debe quedar claro que hay una opinión y una ciudadanía que no están dispuestas a permitir la política con armas. La mayoría de la gente prefiere los discursos a las balas, pero exige primero el desarme.
· El gobierno sigue reaccionando tarde. En el caso de Conejo, dejó todo el espacio a los cuestionamientos del uribismo que aprovechó el papayazo que dieron las Farc con su show político y exhibición de armas. Solo se mostró fuerte cuando lo habían acorralado en las redes sociales.
· Los acuerdos de desmovilización y entrega de armas no estarán exentos de riesgos de este tipo y más aun con un Eln activo, lo que hará difícil la verificación de incidentes que se puedan dar.
· La fecha del 23 de marzo parece hoy más una presión psicológica que una agenda cumplible. Este incidente de alguna manera incide en el calendario.
· Lo ocurrido en Conejo conspira contra el propósito del gobierno de sacar adelante el plebiscito. Cualquier acción de este tipo solo genera desconfianza en el proceso y le da más razones a quienes se oponen a los acuerdos.



