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"El Niño" protege al Atlántico de una dura temporada de huracanes

Los meteorólogos vaticinaron para el 2006 otra terrible temporada de huracanes que prolongaría la ola destrucción del año pasado, pero las predicciones no se cumplieron gracias a la aparición de la corriente de "El Niño".

Los meteorólogos vaticinaron para el 2006 otra terrible temporada de huracanes que prolongaría la ola destrucción del año pasado, pero las predicciones no se cumplieron gracias a la aparición de la corriente de "El Niño".
En la temporada que comenzó el 1 de junio y concluye el 30 de noviembre sólo se formaron nueve tormentas y cinco huracanes, convirtiéndose en la de menor número de tormentas desde 1997 cuando se registraron siete.
Además, este año ningún huracán tocó tierra en Estados Unidos.
Esta benigna actividad ciclónica contrasta con la pesadilla del 2005 cuando 28 tormentas y 15 quince huracanes embistieron la cuenca atlántica, incluyendo al mortífero "Katrina" que arrasó Nueva Orleans.
"'El Niño' ciertamente tuvo un impacto. Los años en que aparece con frecuencia resultan en un descenso de la actividad ciclónica en el Atlántico", dijo a Efe Max Mayfield, director del Centro Nacional de Huracanes (CNH) de EEUU, con sede en Miami.
El fenómeno es un calentamiento atípico de las aguas del océano Pacífico y su presencia debilita o impide el desarrollo de los huracanes.
Antes de comenzar la temporada, el CNH vaticinó que se formarían entre 13 y 16 tormentas, de las cuales entre ocho y diez se convertirían en huracanes.
Un pronóstico similar emitió William Gray, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Colorado, quien predijo la formación de 17 tormentas tropicales, nueve huracanes y cinco de éstos con vientos superiores a los 178 kilómetros por hora.
Pero la llegada de "El Niño" al Pacífico tropical, neutralizó los pronósticos y tranquilizó al Caribe y el Golfo de México que en el 2005 fueron víctimas de la ira de los huracanes.
"Muchas personas pueden describir la temporada del 2006 como una sin incidentes. El número de tormentas tropicales y de huracanes fue menor al promedio. Se formaron dos ciclones de categoría mayor que afortunadamente se desviaron hacia el norte del Atlántico sin impactar tierra", precisó Mayfield.
En ello influyeron las corrientes de aire formadas en la atmósfera que arrastraron a casi todos los huracanes hacia el mar abierto, alejándolos de zonas pobladas.
Gray, el "Gurú de los huracanes", reconoció que él y su equipo pronosticaron una excesiva actividad ciclónica.
"Pensamos que la temporada sería muy activa aproximadamente en línea con el promedio de actividad que hemos experimentado desde el comienzo" de una fase de hiperactividad ciclónica que podría abarcar entre diez y veinte años.
En vez de ello -apuntó- la temporada terminó con una actividad ligeramente por debajo de la media registrada entre 1950-2000.
El experto coincidió con Mayfield en que "El Niño" contribuyó con esta menor actividad, además de que el Atlántico tuvo condiciones más secas que el promedio.
"Una de las características extraordinarias de la temporada de la cuenca atlántica ha sido la rápida llegada de las condiciones de El Niño al Pacífico tropical", destacó Gray.
Pese a la relativa calma de este año, los expertos recalcaron la importancia de estar siempre preparados para afrontar la posibilidad de que una tormenta o un huracán embista áreas pobladas.
"Un punto importante a enfatizar es que la historia demuestra que en la cuenca atlántica se pueden formar huracanes mortales, nadie puede esperar que esos ciclones paren de desarrollarse de manera milagrosa", dijo Mayfield.
En el 2006 se formaron los huracanes "Ernesto", "Florence", "Gordon", "Helene" e "Isaac".
"Gordon" y "Helene" alcanzaron la categoría tres en la escala de intensidad Saffir-Simpson de un máximo de cinco.
"Ernesto" primero impactó a Haití -causó cinco muertos-, luego golpeó a Cuba como tormenta tropical y de la isla caribeña se trasladó a Florida, donde dos personas fallecieron en accidentes de tránsito causados por las torrenciales lluvias del sistema.
Embistió después a Carolina del Norte y ocasionó daños materiales de al menos 100 millones de dólares en Estados Unidos, según el informe de Gray.
Los otros cuatro ciclones causaron daños menores y ninguna víctima mortal.

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