Ciencia y medio ambiente

España derrama lágrimas de oro, se coronó campeona mundial de Baloncesto

España derramó lágrimas antes de la bocina en el Saitama Green Arena, pero de alegría, lágrimas de oro, lágrimas de campeón del mundo a costa de Grecia, el campeón de Europa, que capituló ante la más grande España que se haya visto y que, de paso, sacó el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2006

España derramó lágrimas antes de la bocina en el Saitama Green Arena, pero de alegría, lágrimas de oro, lágrimas de campeón del mundo a costa de Grecia, el campeón de Europa, que capituló ante la más grande España que se haya visto y que, de paso, sacó el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2006.
Impresionante España. Demoledora. Ambiciosa. Enorme. Campeona. Baloncesto total para la gesta más grande de la historia de la canasta nacional. De Los Angeles'84 a Saitama 2006. De Corbalán, Martín, Llorente y compañía a los Calderón, Garbajosa, Reyes, Pau Gasol -aunque en el banco, también jugó en la mente de sus compañeros- y demás. Del cielo a la gloria.
La selección española de José Vicente Hernández pasó por encima del actual campeón de Europa con un juego de manual. Una final perfecta, una noche de ensueño para situar el baloncesto de casa al frente del 'planeta basket'. Cualquier cosa que se diga, escriba o comente es poco. España lo bordó. Sin Pau, pero con Marc Gasol; sin partir como favorita en los pronósticos, pero como lo que es, como el mejor equipo del orbe.
Desde el primer hasta el último jugador; desde 'Pepu' Hernández hasta el último de sus ayudantes; todos, absolutamente todos los miembros de esta familia que forma la selección buscaron la gloria con el corazón, aunque sin perder nunca la cabeza. Al revés, ejecutaron un plan táctico de libro con una frialdad pasmosa. Pareció lo más fácil del mundo.
Y en baloncesto lo que parece más fácil es lo más difícil. Hay que ser unos fuera de serie para jugar como lo hicieron los jugadores de 'La Roja'. Grecia, un bloque en el sentido más amplio de la palabra, una tropa aguerrida especializada en llevar los partidos a su ritmo y manejarlos a su antojo bajo las directrices de Panagiotis Giannakis, un mago de la pizarra y de la estrategia, siempre bailó al son impuesto por el equipo español a partir de una defensa perfecta.
La mejor defensa del mundo. Sin duda. Porque ningún equipo de este campeonato y tampoco del pasado Europeo de Belgrado que acabó con el oro en manos griegas ha descompuesto al combinado heleno igual que en Saitama la tarde-noche del 3 de septiembre de 2006, una fecha que ya es historia imborrable para el baloncesto y para el deporte nacional.
Habría que revolver en el pasado para intentar encontrar una exhibición semejante de una selección española de cualquier deporte en una final mundial. Grecia, que dos días antes había dejado patente la calidad de sus baloncestistas y de su equipo tumbado a los Estados Unidos en semifinales, se sintió impotente desde el salto inicial, superada, rebasada, dominada.
No vencida, porque el espíritu le sobra, pero sí incapaz. Además, miraban al banco y veían a Gasol con el pie izquierdo colgando y sin jugar. Luego, levantaban la vista y el marcador iluminaba un paraíso para España. Fijaban de nuevo los ojos en el parqué y otro Gasol, Marc, mordía junto con los demás hombres de rojo para darle el oro a su hermano. Olieron la derrota de principio a fin.
Enfrente, los españoles volaron hacia la victoria soberbios en el rebote, pieza clave del triunfo porque a través de los balones atrapados debajo de ambos aros y de la defensa rompieron el peligroso ritmo que tiene Grecia cuando domina los tableros.
Carlos Jiménez y Felipe Reyes, también Marc Gasol y Garbajosa, defendieron por encima del bien y del mal. Los demás también, pero ellos sabían que tenían mucho que decir ahí para ganar esta final. Igual que Juan Carlos Navarro en ataque. Garbajosa y Reyes, encima, también desplegaron todo el poder ofensivo que guardan dentro.
La defensa de la selección escribió números de 'Guinness' en el casillero heleno: doce puntos en el primer cuarto, once en el segundo y el tercero, trece en el último. España borró del mapa a los campeones de Europa.
El trabajo de protección pergeñado en los sistemas de 'Pepu' Hernández fundió los plomos de los chicos de El Pireo, les paralizó la maquinaria en la misma línea de salida. Y eso que a Reyes, un eje clave por la ausencia de Pau Gasol en el centro de la zona, le cayó la segunda muy pronto (m.6) y al pequeño de los Gasol, Marc, le llegó poco después.
Un 0-8 del 9-8 (m.6) al 9-16 (m.8) tras triple de Navarro. Otra serie igual entre el 12-18 del final del primer cuarto y el 12-26 del minuto doce impactaron en el mentón de Grecia. Porque España no les dio opción. A los pocos estímulos positivos que encontraron los helenos, algún triple suelto, algún rebote fuera de guión y cosas así, les siguieron idénticas respuestas.
A los 34 minutos, cuando el partido ya estaba ganado -una final del Mundial ganada a los 34 minutos no es cosa baladí-, los griegos sólo habían anotado 36 puntos. El mismo equipo que le había metido 101 puntos a los Estados Unidos el viernes agonizaba con 36 a cuatro minutos del final el domingo. En el otro casillero, 62 esplendorosos tantos iluminaban la gloria de la selección española.
Dieciocho triunfos seguidos entre la preparación mundialista y el campeonato oficial -nueve y nueve- para tocar la cima del mundo invictos, con exhibición final, sin Pau Gasol y ante un rival de altura. Oro. Gloria eterna y pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Salud, campeones.
- Ficha técnica:
47 - Grecia (12+11+11+13): Diamantidis (4), Hatzivretas (-), Kakiuzis (17), Fotsis (7), Papadopoulos (2) -cinco inicial-, Spanoulis (4), Tsartsaris (-), Schortsianitis (2), Papaloukas (10), Dikudis (1) y Vasilopulos (-).
70 - España (18+25+11+16): Calderón (7), Navarro (20), Jiménez (4), Reyes (10), Garbajosa (20) -cinco inicial-, Marc Gasol (2), Berni Rodríguez (6), Mumbrú (-), Cabezas (1), Fernández (-) y Sergio Rodríguez (-).
Arbitros: Jungebrand (FIN), Moore (USA) y Estévez (ARG).
Excluyeron por personales a Diamantidis (m.37).
Incidencias: encuentro correspondiente a la final del Mundial 2006 disputado en el Saitama Super Arena ante unos 18.500 espectadores.
El Principe Hitachi y su esposa, la Princesa Hanako, presenciaron el encuentro desde el palco, al que también asistieron la ministra de Educación y Ciencia, Mercedes Cabrera; el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetszky; el director general de Deportes, Rafael Blanco; el secretario general de la Federación Internacional de Baloncesto, el suizo Patrick Baumann; el presidente de la Federación Española, José Luis Saez; el de la Federación Griega y, también, de FIBA Europa, Giorgos Vassilakopulos, así como los secretarios generales eméritos de la FEB y de la Federación Internacional, Ernesto Segura de Luna y el serbio Borislav Stankovic respectivamente.

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