Cultura

Fallece el escritor Augusto Roa Bastos

Augusto Roa Bastos, fallecido hoy a los 87 años, sufrió la historia de su país en carne propia y la convirtió en literatura, pues más de la mitad de su vida la pasó en el exilio huyendo de las dictaduras y del pasado de un país que luego inspiraría su obra

Augusto Roa Bastos, fallecido hoy a los 87 años, sufrió la historia de su país en carne propia y la convirtió en literatura, pues más de la mitad de su vida la pasó en el exilio huyendo de las dictaduras y del pasado de un país que luego inspiraría su obra.
Galardonado en 1989 con el Premio Cervantes, el más importante de las letras hispanas, Roa Bastos se confesó entonces un deudor de la herencia del Quijote, cuya inspiración le acompañaría en la escritura de "Yo, el Supremo".
Esta novela, la más reconocida de Roa junto con "Hijo de hombre", recrea la historia de Paraguay desde la independencia (1811) hasta la muerte del Dictador Perpetuo (Gaspar Rodríguez de Francia, el Supremo) en 1840.
"Conozco bien a Cervantes, lo he leído desde niño y, a mi modo, he plagiado El Quijote en "Yo, el Supremo". El Quijote no entró en Paraguay durante la (época de la) colonia y mi país debió haber sido invadido por ese libro", dijo en 1990 en una entrevista con EFE.
Roa Bastos nació el 13 de junio de 1917 en Asunción y vivió un exilio de casi 50 años, gran parte del mismo durante el régimen militar de Alfredo Stroessner (1954-1989).
Su infancia transcurrió en Iturbe del Manora, pueblo del interior de Paraguay habitado en su mayoría por mestizos guaraníes -él mismo procede de una familia mestiza de origen portugués y guaraní- que sólo hablaban su dialecto y trabajaban en un ingenio azucarero, mundo que Roa Bastos llevó a sus novelas.
Con diez años se trasladó a estudiar a Asunción y allí se alojó en casa de su tío, el obispo Hermenegildo Roa, de quien fue monaguillo y secretario, función esta última que le permitió conocer el ambiente de pobreza que reflejó en primeros cuentos, como "El viejo señor Obispo".
En 1933 empezó a trabajar como administrativo de banca y a colaborar en prensa y, en 1934, prestó servicios auxiliares en el Ejército en la guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a su país y Bolivia. Posteriormente siguió escribiendo en prensa y realizó estudios de Derecho y Economía en Asunción.
En 1944, en plena desarrollo de la II Guerra Mundial, se trasladó a Londres como corresponsal del rotativo independiente "El País", experiencia que utilizó en su libro de entrevistas y comentarios "La Inglaterra que yo viví" (1946).
A la vuelta, decepcionado por la situación sociopolítica en Paraguay, tras la asonada de Natalicio González, quien dictó orden de búsqueda y captura contra Roa por su trabajo en el citado diario, el escritor decidió exiliarse en 1947, y sólo regresó a su tierra de modo esporádico en 1966 y 1982.
La larga dictadura de Stroessner prolongó su exilio en Argentina, donde estuvo 30 años trabajando como mozo de hotel, limpiador de cristales, traductor de letras de canciones y guionista accidental hasta su llegada a la Universidad de La Plata como profesor de Literatura y guiones.
En 1976 cambió su residencia a Toulouse (Francia), en cuya Universidad impartió clases de guaraní y literatura latinoamericana, y en 1985 obtuvo la nacionalidad francesa.
A España llegó en 1980, invitado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana para participar en un acto literario en el que leyó textos inéditos de su novela "Contravida". Tres años después el Gobierno español le otorgó la nacionalidad española.
En 1987 inauguró en Madrid las Jornadas por la Democracia en Paraguay, donde abogó por la transición democrática, y al siguiente año clausuró en El Escorial el curso de verano de la Universidad Complutense "Narrativa hispánica: El autor y su obra".
En febrero de 1989, tras ser derrocado Stroessner, fue autorizada la entrega del pasaporte al escritor, acto que tuvo lugar en el Consulado de Paraguay en Barcelona.
Ese mismo año recibió el Premio Cervantes de Literatura y en 1990 hizo la donación de una parte del importe del mismo al Congreso de Paraguay para que después fuera destinado al proyecto Fundalibro Cervantes, al que estuvo dedicado desde entonces.
En 1996 fijó su residencia en Asunción y puso fin a su exilio.
En 1997 se afilió al Partido Encuentro Nacional para apoyar la consolidación democrática en Paraguay y cuya militancia abandonó en 2000 por discrepancias con la entonces tercera fuerza política del país e integrante del llamado Gobierno de Unidad Nacional.
A pesar de la edad y su debilitada salud -intervenciones quirúrgicas de 1999 y 2002 por problemas cardiacos y, de 2003, de próstata, así como la hospitalización que pasó en la última semana de septiembre de 2004 por hipertensión y edema pulmonar-, Augusto Roa Bastos continuó hasta el final con su tarea literaria.
De su producción literaria destacan, además de "Yo, el Supremo" (1974), las novelas "Hijo de hombre" (1960, reeditada en 2003), "El sonámbulo" (1976), "Vigilia del Almirante" (1992), "Contravida" (1994), "Madame Sui" (1995) o "Un país detrás de la lluvia" (2002).
Entre sus cuentos más elogiados destacan "El trueno entre las hojas" (1953), "El baldío" (1966), "Madera quemada" (1967), "Los pies sobre el agua" (1967), "Morencia" (1969), "Cuerpo presente y otros textos" (1972), "Los juegos 1: Carolina y Gaspar" (1979), "Los juegos 2: La casa de invierno-verano" (1981).
También es autor de la obra de teatro "Mientras llegue el día" (1946), el poemario "El naranjal ardiente" (1960) y el libro de aforismos "Mil y un aforismos" (2002).
El 23 de marzo pasado la hija de Roa Bastos, Mirta Roa Mascheroni, denunció que a finales de 2004 su padre había sido maltratado y drogado por la empleada doméstica que estaba a su servicio por aquellas fechas, Cesarina Cabañas, quien, además, se apropió de 26.900 dólares del escritor.
Roa Bastos estaba casado con Iris Giménez, especialista de la lengua "náhuatl" y las antiguas culturas de México, con quien tuvo tres hijos, Francisco, Silvia y Aliria. Con su primera esposa, Ana Lidia Mascheroni, dos, Carlos y Mirta, y con María Isabel Duarte, uno, Augusto, ya fallecido.

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