Pastrana ordena extradición de Fabio Ochoa Vásquez
El presidente Pastrana ordenó hoy la extradición del supuesto narcotraficante Fabio Ochoa Vásquez y de otros dos ciudadanos colombianos, requeridos por la justicia de los Estados Unidos.
BOGOTA.---- El presidente Pastrana ordenó hoy la extradición del supuesto narcotraficante Fabio Ochoa Vásquez y de otros dos ciudadanos colombianos, requeridos por la justicia de los Estados Unidos.Ochoa Vásquez, pertenece al llamado ´Clan de los Ochoa´ que en los años ochentas integró el Cartel de Medellín, que exportaba el ochenta por ciento de la cocaína hacia Norteamerica.La entrega de Ochoa Vásquez se producirá en el curso de los próximos cinco dias, tiempo durante el cual se cumple el plazo para que el afectado apele la decisión que tomó el gobierno.Después de recibir concepto favorable de la Corte Suprema de Justicia, y también del Procurador General, el presidente Pastrana y su ministro de Justicia suscribieron tres resoluciones autorizando la entrega de los nacionales a los jueces estadounidenses.Los otros dos extraditados son Jairo de Jesús Meza y Jairo Sánchez Cristancho, también solicitado por tráfico de estupefacientes en los Estados Unidos.Fabio Ochoa fue capturado en octubre de 1999, cuando las policías de Colombia y Estados Unidos realizaron acciones conjuntas bajo el nombre de ´Operación Milenio´, que permitió la captura de más de un centenar de personas vinculadas directa o indirectamente al ilícito envío de estupefacientes.Ochoa, quien se había sometido a la justicia en el marco de un acuerdo de los narcos con el presidente de entonces, César Gaviria Trujillo, siempre se ha declarado inocente y ha pedido garantías para probar sus afirmaciones.Presentó numerosas acciones judiciales para detener la extradición, pero todos sus intentos fallaron.Ahora, la resolución de extradición entregada por la Casa de Nariño, tiene un plazo de cinco dias para ser apelada.Nunca antes se ha revertido la decisión oficial.Es más: la extradición se ordena exactamente al quinto día de expedida la resolución y se le notifica de ello al afectado en la misma escalerilla del avión en que es enviado a los Estados Unidos.(TOMADO DE EL ESPECTADOR 14 DE OCTUBRE DE1999 )Fabio está otra vez en los titulares. Su vida, como la de sus hermanos Jorge Luis y Juan David, ha corrido pareja a la historia del narcotráfico, que a su vez se confunde con la del país en los últimos treinta años. Tiempos muy diferentes a los del tatarabuelo, don Abelardo Ochoa González, a quien, dicen, en 1932 el maestro Darío Echandía le dio la Cruz de Boyacá por organizar la primera gran feria ganadera del país. Y años distintos a los de otro Ochoa, el bisabuelo Fidel, uno de los fundadores de las Escuelas de Medicina veterinaria de Bogotá y Antioquia. Con el abuelo Tulio y con Fabio, el padre, los Ochoa jóvenes entraron en el mundo del ganado. Mejor aún, de los caballos. Y un día... Y un día comenzó esta historia que ahora los obliga a decir de nuevo: œVamos a apelar a la justicia colombiana para defendernos del monstruo. Los caballos, el ganado... Curiosa constante en sus vidas. Primero, la tradición familiar. Al viejo Fabio le reconocen su tarea con el caballo de paso criollo y en un restaurante: La Margarita. Luego, su hijo Jorge Luis se fue de chalán a Texas, donde montó yeguas antes de subirse en el negocio de la coca en Miami. Después, el mismo Jorge Luis hizo uso, con la complacencia de un juez en Cartagena, de un contrabando de toros de lidia para interponerlo como recurso para que no lo extraditaran a E.U., tras ser detenido en Madrid en compañía de Gilberto Rodríguez Orejuela. Ahora, en la captura de Fabio en la madrugada del miércoles en su finca, La Loma, de nuevo los caballos, los toros, incluso el hipódromo de Guarne y los potros de carreras de la familia, œWellcome y œAmaretto. Fabio Ochoa tiene las manos amarradas por las esposas y suelta los recuerdos ante Serrano: œDesde que estaba en quinto de bachillerato me metí en esa huevonada. Se fue a hacerle compañía a su hermano Jorge Luis en E.U. Según la revista Forbes, Jorge Luis Ochoa creó la red de distribución del Cartel de Medellín. En poco tiempo los Ochoa controlaban el 30% del tráfico de cocaína de esa conexión, superados apenas por Pablo Escobar, quien dominaba el 40%. El Cartel de Medellín tenía bajo control entonces el 80% de la coca que entraba a E.U. En ese entonces, 1987, la fortuna de los Ochoa, fruto del narcotráfico, se estimaba en 2 mil millones de dólares. Testimonios de la época coinciden en el carácter dominante de Fabio y en la autoridad que parecía ejercer, por encima de sus hermanos mayores. Max Mermelstein, un nombre que podría ser decisivo en el futuro de Fabio Ochoa en caso de que sea extraditado a Estados Unidos (ver recuadro), cuenta cómo el entonces joven se posesionaba de su papel de juez para absolver o castigar con dureza y sin atenuantes a quienes en la organización cometían errores demasiado caros para el negocio. Al enterarse de su captura esta semana, fuentes de las agencias de inteligencia de Estados Unidos no dudaron en calificarlo como œhombre violento. Todos esos aspectos no serán simples asuntos del pasado en la etapa por iniciarse. De alguna manera, y así lo reconoce (œyo toda la vida he dicho una cosa: los apellidos pesan) el clan Ochoa está inscrito en diversos casos, como el de Jorge Luis y la captura aquella en Madrid, que dio lugar a 17 meses de detención antes de que fuera traído al país el 13 de julio de 1986 y recluido en La Picota. Al final lo condenaron a 20 meses de prisión y le dieron libertad condicional, tras pagar 2 millones 300 mil pesos. Tenía que presentarse y nunca volvió. Lo hizo obligado, cuando cayó en una carretera del Valle del Cauca al volante de un Porsche. La historia de Fabio resultó menos compleja. En septiembre de 1990 el gobierno de César Gaviria expidió los decretos de rebaja de penas. Tres meses después el menor de los Ochoa se entregó “en el atrio de la iglesia del municipio de Caldas, muy cerca de La Vitrina, una finca sembrada de caballos“, a Martha Luz Hurtado, la directora seccional de Instrucción Criminal. Eso se interpretó como un gesto de aprobación a la política de sometimiento. Y lo era. Pero algunas voces del propio entorno dijeron que en realidad lo hacía porque temía que lo mataran y porque el estar fugitivo lo tenía al borde de la locura. Fue condenado a ocho años y medio de prisión. Al final pagó menos de seis. Quedó en libertad el 6 de septiembre del 96. Con Fabio y con sus hermanos se inauguró el Pabellón de Seguridad. Sus trabajos en la cárcel, haciendo cucharas y platos desechables o trabajando en talabartería, les ayudó para rebajar hasta 35 meses de la pena impuesta. Todo se creía saldado. Los Ochoa volvieron a sus fincas. Los vecinos de Fabio dicen que lo veían ir y venir desde su finca La Loma hasta Envigado, donde visitaba las entidades bancarias. A veces tomar camino rumbo a Montería, ciudad en la que tiene amigos. Como los que dicen que tiene en muchas partes. Uno de ellos, Alejandro Bernal Madrigal. Al que llaman Juvenal. œSe conocen, son amigos y tienen relaciones comerciales a través de los caballos. Mi hermano le ha vendido varios caballos. Nada más. Dijo Marta Nieves, su hermana. Otra vez los caballos... El general pregunta. Fabio Ochoa Vásquez responde: œNo he salido del país, ni pensaba salir.



