DESCUBRIMIENTO PREHOMINIDO ARROJA NUEVA LUZ SOBRE EVOLUCION
El descubrimiento en Kenia de un nuevo género de pre-homínidos, el Equatorius africanus, que vivió hace 15 millones de años, ha arrojado nueva luz sobre la evolución de los antepasados del hombre en una época que aún permanece en penumbra para...
El descubrimiento en Kenia de un nuevo género de pre-homínidos, el Equatorius africanus, que vivió hace 15 millones de años, ha arrojado nueva luz sobre la evolución de los antepasados del hombre en una época que aún permanece en penumbra para la ciencia.
Equatorius africanus está tan alejado de los monos como de los humanos, pero muestra algunas de las características que, hace 4,5 millones de años, heredaron los australopitecus, los primitivos homínidos.
El ejemplar, del que se han encontrado dientes y huesos fosilizados, fue descubierto en las colinas de Tugen Hills, en Kenia, por un equipo de antropólogos de la Universidad Northeastern de Ohio.
Esta especie se alimentaba tanto en los árboles como en el suelo y pudo ser uno de los primeros animales en descender temporalmente de los árboles para colonizar la tierra firme.
En realidad, sostienen los investigadores, es un nuevo género de "hominoideo" (un grupo al que pertenecen tanto hombres como monos), de los muchos que existieron en el mioceno medio, hace unos 16 millones de años, y que después desaparecieron.
El conocimiento antropológico tiene un profundo agujero en el período que va desde 14 millones atrás hasta cuatro millones y medio.
No hay fósiles, ni de homínidos ni de monos, en ese período, en el que se encuentra el "eslabón perdido", la horquilla divisoria en la que se separan homínidos y monos de un antepasado común, probablemente hace 6 millones de años.
Para Steve Ward, uno de los investigadores de la Universidad de Ohio que ha estudiado el nuevo género de Equatorius africanus, este grupo podría englobar también al keniapitecus, que vivió hace 16 millones de años y es el único representante conocido de esa época, antes de que desaparezcan los fósiles.
El keniapitecus africanus, más primitivo de lo que se creía hasta ahora, puede ser la conexión entre los monos de Africa y la explosión que les llevó a extenderse por todo el mundo.
Del mismo modo que, mas adelante en la evolución, un antepasado de los homínidos realizaría este salto para extenderse desde Africa hacia el resto de los continentes.
El camino de la evolución, que llega hasta la actualidad con especies perfectamente diferenciadas como el hombre moderno (Homo Sapiens), los chimpancés y los gorilas, está jalonado de pasos previos.
El Homo antecesor, cuyos restos fueron encontrados en España, y el Homo erectus, se remontan a un millón de años atrás, a 2 millones el Homo hábilis, a 3 millones el Australopitecus africanus, a 4,5 el Ardipitecus ramidus.
Más allá, las huellas se desvanecen y no vuelven a aparecer hasta 14 millones de años atrás, cuando los fósiles hallados pertenecen ya a prehomínidos, que se alimentaban de fruta y caminaban a cuatro patas, los que podrían llamarse "los antepasados de los antepasados".
En esa franja conocida del camino de la evolución es donde han excavado ahora los antropólogos para conocer al Equatorius africanus, cuyo conocimiento puede llevar a tener que revisar lo que se conoce sobre los predecesores de humanos y monos.
Los fósiles hallados de este género indican que combina algunos de los rasgos de la posterior evolución moderna, con otros de los primitivos monos, pero su importancia quizás radica, han dicho los investigadores, en su ambivalencia para alimentarse en los árboles y en el suelo.
El paso de la alimentación arbórea a la que se realiza en tierra firme es fundamental, porque condiciona el tránsito hacia los homínidos erectos, que dejan de caminar con sus cuatro extremidades para alzarse solo sobre dos.
Equatorius africanus está justo en medio de toda la evolución conocida de primates (animales con capacidad prensatil en sus miembros), desde el Eoceno, hace 30 millones de años, hasta hoy.
Cada nuevo eslabón que se descubre amplia el conocimiento de la evolución de los seres humanos y las especies paralelas y, pese al nuevo impulso que está obteniendo el creacionismo, confirma la teoría evolucionista que esbozó Darwin, sin prejuzgar si hay razones sobrenaturales que puedan haber ayudado en esa evolución



