La semana de los problemas con las palabras
Esta semana en Colombia muchas personas tuvieron problemas con las palabras.
Hay gente, como Laufurie, que hace propuestas polémicas y que provoca malentendidos. Por eso les toca luego salir a autodefenderse
Por ejemplo. Gente como el canciller que no articula las letras del ABCÉ pero tampoco las vocales de la OEA.
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O gente que tiene que cambiar la forma de hablar porque es proclive de pasar en cualquier momento del “silencio diplomático” al “silencio, diplomático”.
Gente a la que le preocupa que la incluyan en los impuestos al salchichón y la butifarra porque al pasar de apoyar la reforma tributaria de Carrasquilla sin reservas a hacerle oposición a la de Ocampo, han tenido que embutirse sus palabras.
Gente como el ministro del interior que buscando apoyo popular decidió apropiarse de las palabras de Suso y se convirtió en Alfonso El Praspi. Así piensa “asporbar la reforsma tisbutaria”.
Gente eligiéndose en el Consejo Nacional Electoral intentando evitar que se la cobren por ponerse a hablar con quien no debía. Por eso a veces es mejor guardar silencio a que lo guarden a uno.
Gente que siente que no la dejan hablar y por eso sale a dar lecciones de cómo decrecer una rueda de prensa.
Y finalmente gente que con lo que cuesta un pescado en una playa de Cartagena sale mejor invertir en un diccionario español-coreano coreano-Vendedora de rosas
Lo que sí es cierto es que no hay semana en la que este país no nos deje sin palabras.