En<strong> Urabá</strong> aplican la resiliencia antes de que esa palabra estuviera de moda. A fuerza de necesidad y, a pesar de las violencias que han padecido, sus habitantes aprendieron a recuperarse y seguir adelante. Es posible que esa fuerza tenga que ver con los orígenes mismos de su población, la mayoría colonos que vinieron hace décadas buscando tierra y trabajo. Allí dieron lugar a múltiples mestizajes con comunidades afro e indígenas que llevaban siglos domando una tierra fértil, una naturaleza prodigiosa y un clima hostil. Ahora sus gentes y las actividades económicas intentan recuperarse de una sucesión de actos violentos de las <a title="Clan del Golfo" href="https://caracol.com.co/tag/clan_del_golfo/a/"><strong>AGC</strong></a> que produjo un cierre forzado que dejó más de 60 mil millones de pesos en pérdidas.<strong>La Cámara de Comercio de Urabá</strong> tiene matriculados más de 12.500 negocios, la mayoría corresponde a microempresas. Durante 4 días todas ellas sufrieron una parálisis por la arremetida violenta de las <strong>AGC</strong> y por ello dejaron de vender al menos 15 mil millones de pesos diarios. Aunque ese grupo armado nació, creció y se reprodujo desde esta zona, el gremio niega que la extorsión sea hoy un motivo de preocupación.El sector comercial en estos diez municipios intenta pasar la página del<strong> paro armado</strong> y prefiere hablar de su optimismo por los megaproyectos que están en marcha: por ejemplo, una <strong>vía 4G con túneles y viaductos</strong> que podría reducir a la mitad el tiempo del recorrido a <a title="Medellín" href="https://caracol.com.co/tag/medellin/a/">Medellín</a> y un puerto con el que han soñado más de un siglo. Toda esa expectativa ha traído nuevas inversiones, pero mientras terminan las obras anunciadas o iniciadas, en esta temporada lluviosa <strong>Urabá</strong> vuelve a resentir la dependencia de una sola vía para ir hacia el Caribe y una sola para comunicarse con Medellín. Además, sus habitantes lamentan el estado de sus carreteras terciarias que impiden sacar a tiempo los productos de esta despensa agrícola. Escuche el diagnóstico de <strong>Eladio Ramírez, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Urabá.</strong>También los bananeros acaban de pasar un momento crítico pues el <strong>paro armado del <a title="Clan del Golfo" href="https://caracol.com.co/tag/clan_del_golfo/a/">Clan del Golfo</a></strong> golpeó 313 fincas productoras. La asociación bananera se llama Augura y reconoce que este es un momento difícil pero no sólo por las intimidaciones recientes del <strong>Clan del Golfo</strong> que paralizó su producción sino por la guerra, pero en Ucrania. Los precios de los insumos importados se han triplicado y las exportaciones de fruta hacia ese país son cosa del pasado. Como si fuera poco, competidores como <strong><a title="Guatemala" href="https://caracol.com.co/tag/guatemala/a/">Guatemala</a> </strong>y<a title="Costa Rica" href="https://caracol.com.co/tag/costa_rica/a/"><strong> Costa Rica</strong></a> son ahora más productivos y Ecuador está asediando mercados que eran colombianos.Casi la mitad de la tierra de <strong>Urabá e</strong>stá dedicada a la<strong> ganadería.</strong> Hay 35 mil hectáreas sembradas de<strong> banano</strong> y otras 25 mil de <strong>plátano</strong>. Sin embargo, la economía se ha ido diversificando con <strong>cacao, arroz, palma, piña y plantaciones forestales</strong>. Simultáneamente ha crecido la población y entre ella los jóvenes constituyen una enorme porción. Lo paradójico es que la agroindustria ofrece empleo, pero no encuentra trabajadores para hacer un necesario relevo generacional.Los<strong> bananeros</strong> saben que hay suelos que deben renovarse tras décadas de explotación. Están alerta para evitar que una plaga mortal llegue y destruya sus racimos. Niegan que la extorsión paramilitar sea una constante y dicen trabajar de la mano de la <strong>Fuerza Pública</strong>. Cada día revisan el precio de la fruta en la <strong>Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos</strong>, sus principales mercados. Sin embargo, cuando se les pregunta cuál debe ser la prioridad estatal en esta zona responden igual que los comerciantes: inversión social especialmente en los jóvenes. Escuche a <strong>Gabriel Elejalde, director regional de Augura</strong>.Uno de los movimientos sociales más golpeados por la<strong> guerra</strong> en<strong> Urabá</strong> fue el sindicalismo. Una relativa calma en los últimos tiempos ha permitido que trabajadores y empresarios bananeros logren avances laborales concertados que son mostrados como ejemplo para el país, pero el paro reciente del<a title="Clan del Golfo" href="https://caracol.com.co/tag/clan_del_golfo/a/"><strong> Clan del Golfo</strong> </a>hizo recordar algunos de los momentos más duros del conflicto en esa región. Lo dice Guillermo Rivera, un veterano dirigente sindical quien lleva 30 años liderando<strong> Sintrainagro</strong>, un movimiento que surgió de las cenizas de otros sindicatos que estuvieron permeados por grupos subversivos y fueron víctimas de todos los actores armados. Por ejemplo: pagaron con sangre su apoyo a la desmovilización del<strong> EPL</strong>. Para mantenerse a salvo, los trabajadores del banano debieron tomar distancia de cualquier ideología, pero han sido conscientes de que en esta región siempre ha habido zonas dominadas por grupos ilegales. Paradójicamente, también han sido testigos de sucesivos intentos de paz con el <strong>EPL, las AUC y las <a title="FARC" href="https://caracol.com.co/tag/farc_fuerzas_armadas_revolucionarias_colombia/a/">FARC</a></strong>.<strong>Lea también: <a title="El golfo, más allá del 'clan': Urabá vista por la academia" href="https://caracol.com.co/programa/2022/05/16/6am_hoy_por_hoy/1652705841_629896.html">El golfo, más allá del 'clan': Urabá vista por la academia</a></strong>Hace 15 años no hay una huelga bananera. La concertación entre empresarios y trabajadores resulta un caso llamativo en el país y este dirigente habla orgulloso de los resultados. Asegura que el 80 por ciento de los obreros tiene casa propia y subraya que muchos de ellos o sus parientes directos son profesionales gracias a programas de educación pactados con las empresas.Ahora, cuando parece inminente la construcción de un puerto, <strong>Sintrainagro</strong> reclama del Estado mayor inversión social. No quiere que <strong>Urabá</strong> repita experiencias de violencia urbana como las que ha sufrido <a title="Buenaventura" href="https://caracol.com.co/tag/buenaventura/a/">Buenaventura</a> y por eso ha empezado poniendo su aporte para capacitar a 700 jóvenes de la región. Aquí encuentra el testimonio del <strong>dirigente sindical Guilermo Rivera</strong>.Los megaproyectos de infraestructura con impacto en <strong>Urabá</strong> han desatado un desarrollo urbanístico sin precedentes en la región. En<strong> Apartadó,</strong> por ejemplo, hay terrenos reservados para desarrollos futuros que podrían triplicar el tamaño de la ciudad. Si se reduce casi a la mitad el tiempo de recorrido por carretera entre <strong>Medellín y Urabá</strong> y si finalmente comienza la construcción de un puerto en el golfo, podría haber un crecimiento inusitado de actividades logísticas, turísticas, de servicios, industria y comercio. Sólo esa expectativa ha dinamizado el sector generando un “boom” inmobiliario en viviendas, bodegas, oficinas y locales.En la construcción no residencial es sintomático que el 90% corresponde a bodegas lo que parece sugerir que hay apetito empresarial por ubicarse en la zona. En vivienda hay todavía un enorme déficit pues se trata de una región con cifras preocupantes de pobreza. Existen, sin embargo, proyectos de interés social liderados por fundaciones empresariales ligadas al sector bananero, los municipios y las cajas de compensación. Pero en este sector no todo es color de rosa; según cifras del gremio, 7 de cada 10 construcciones nuevas en <strong>Urabá</strong> son informales ya sea por la falta de licencias o de estudios de suelos o porque no contratan profesionales para ejecutar las obras. Escuche a<strong> Angélica Mejía, directora de Camacol en Urabá</strong>.El viaje soñado de muchos antioqueños desde niños era para conocer el mar. Las primeras playas que vieron en su vida fueron, para la mayoría, las de<strong> Tolú y Coveñas</strong> en el departamento de <a title="Sucre" href="https://caracol.com.co/tag/sucre/a/"><strong>Sucre</strong></a>. En el colegio enseñaban que Antioquia tenía costas, pero ellas parecían tan lejanas e inaccesibles que las familias gastaban una jornada entera saliendo de la cordillera, bordeando el <a title="Río Cauca" href="https://caracol.com.co/tag/rio_cauca/a/"><strong>río Cauca</strong></a> y planeando las sabanas de Córdoba hasta llegar a las arenas del Caribe. Eran pocos los osados que tomaban la vía a Urabá, vista entonces con espanto por su longitud, sus derrumbes y por el cañón de La Llorona, un bosque tupido partido por una carretera serpenteante donde asustaba más la guerrilla que el personaje mítico que le daba nombre. Todo eso parece hoy un recuerdo lejano pues en todo el trayecto hay obras de las concesiones Mar 1 y Mar 2 que prometen convertir el trayecto entre <strong>Medellín y Chigorodó</strong> en una vía de cuarta generación mediante 36 túneles (uno de ellos de casi 10 kilómetros) y una sucesión de más de 100 viaductos que dejarían el mar de Urabá al alcance de turistas del interior del país.Allí los esperan cuatro rutas de productos turísticos: una de mar y playa, otra de avistamiento de aves, una más que recorre<strong> ríos y ciénagas</strong> y una de agroturismo para apreciar la producción del banano. Sus operadores han hecho esfuerzos para formalizar la actividad de agencias de viajes, posadas, guías y transportadores. Sólo en Necoclí, por ejemplo, han formalizado más de <strong>50 posadas turísticas</strong>. Los gremios, las autoridades y las cajas de compensación han hecho capacitaciones en servicio al cliente, mercadeo digital, bioseguridad, normas técnicas y salud en el trabajo buscando profesionalizar a quienes esperan aprovechar los buenos vientos que se anuncian. Escuche a <strong>Karen Martínez, directora de la Corporación Turística Urabá-Darién-Caribe.</strong><strong>Urabá</strong> sigue intentando superar el estigma de la violencia, pero el paro armado de las <strong>AGC</strong> causó un daño evidente. Después de ello ha sido notable la disminución en el número de viajeros, la cancelación de muchas reservas y la consecuente reducción en las ventas de servicios conexos como transporte y restaurantes. Esos hechos violentos, sumados a la oleada de migrantes que usan Urabá como sitio de paso hacia <strong>Centroamérica</strong>, han herido de muerte a muchos negocios. En un hostal de <strong>Necoclí,</strong> por ejemplo, consideran irreversible el cierre pues sus dueños son incapaces de mantener los costos de operación con escasos huéspedes y con una competencia feroz de casas de familia donde reciben viajeros cobrando bajísimos precios.El sector reclama mayor inversión en infraestructura y equipamiento turístico por parte de los municipios para fortalecer sus actividades. También espera que las dos únicas aerolíneas que vuelan hacia <strong>Carepa</strong> -la estatal Satena y la privada Easyfly- reconsideren el alto costo de sus pasajes que es un obstáculo para la competitividad de la región.