El sargento secuestrado por militares venezolanos del que nadie habla
Pérez Arciniegas salió de su base militar de Saravena, en el departamento de Arauca, y desde entonces no se sabe qué pasó con él.
En estos últimos días los medios y las autoridades en Colombia han hablado de la desaparición del coronel del ejército Pedro Enrique Pérez Arciniegas. En la noche del sábado, Pérez Arciniegas salió de su base militar de Saravena, en el departamento de Arauca, y desde entonces no se sabe qué pasó con él. Hay especulaciones, videos en los que se puede ver a quien parecer ser el coronel, y datos que indicarían que fue secuestrado. Lo que sí es claro es que lo están buscando. Este, sin embargo, no es el único caso en los últimos meses.
El sargento Antonio Misse Ceballos, de 34 años, que fue secuestrado por fuerzas armadas de Venezuela el pasado 15 de diciembre de 2020, en una zona de frontera conocida como Villa del Rosario, en Norte de Santander. El sargento estaba de vacaciones, salió con su sobrino de 12 años a montar bicicleta, pararon a tomarse fotos, siempre del lado colombiano, y hombres en una camioneta blanca, después de interrogarlos, se los llevaron para Venezuela. El sobrino, que fue devuelto un par de días después, cuenta que había uniformados y que le preguntaron a Misse Ceballos qué hacía en Colombia. "Él les dice que trabaja en el ejército colombiano, que está de vacaciones. A mí me preguntaron muchas cosas, qué hacía, que por qué estábamos en esa zona".
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Del sargento Misse Ceballos, que tiene familia en Colombia, no se sabe mucho más desde la semana del 20 de diciembre. Su esposa, Katerine Díaz, ha enviado derechos de petición a distintas entidades en Colombia, se ha comunicado con la cancillería y también con el ejército. No ha sido posible que alguien le ayude. La cancillería, en un correo electrónico con fecha del 10 de febrero, le dice que el sargento Misse Ceballos ha sido trasladado al DGCIM, la Dirección General de Contrainteligencia Militar. En otro correo, con fecha del 22 de diciembre, le cuentan que hay una información, no verificado, de que al sargento lo iban a acusar de espionaje, ataque el centinela y terrorismo. Eso, al parecer, no ha ocurrido. El sargento, que está bien de salud, no ha sido formalmente acusado de ningún delito.
Consultamos a la cancillería sobre el caso de Misse Ceballos. Respondieron con un mensaje general que no aclara nada: "La Cancillería conoce el caso y con el equipo de asesores jurídicos que tenemos en Caracas hemos estado atentos a la situación. Tan pronto se tenga información concreta, se comunicará a la familia". En un correo enviado a Katerine el 17 de marzo, el funcionario de la cancillería José Antonio Barrios le dice que los abogados no han logrado entrevistar al sargengo porque "las autoridades venezolanas no lo permiten." Y dicen que Foro Penal, una ONG venezolana que ayuda a presos políticos en ese país, ya está enterada del caso.
El Ejército colombiano, por su parte, contesta lo mismo que la cancillería. En una respuesta enviada a Caracol Radio, escriben: "Sobre la situación de nuestro suboficial Antonio Misse Ceballos, en este momento la Cancillería, por su competencia y misionalidad, adelanta los procedimientos respectivos. La Institución ha permanecido atenta. De tener información adicional inmediatamente se la haremos conocer a su familia, que al igual que nuestro sargento, son nuestra prioridad". Katerine, sin embargo, no se ha sentido apoyada. En febrero le enviaron un mercado y un kit para las dos hijas, y luego le pidieron que firmara un papel y que dijera que la están apoyando. Al sargento, que lleva 14 años de servicio, le siguen pagando su salario.
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Tal vez lo más complejo de todo esto, dice Katerine, es explicarle a sus dos hijas, de 3 y 9 años, que su papá está bien y que pronto podrán volver a verlo. "Mi hija de 3 años no duerme, me pregunta mucho por el papá, dice que ella va a ir a buscarlo, es muy duro". La situación práctica no es buena. El gobierno de Colombia no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro, que es el que tiene todo el poder en Venezuela, pero sí mantiene relaciones con Juan Guaidó, que nada puede hacer por la suerte del sargento Antonio Misse Ceballos. Nadie, em este momento, sabe bien qué es lo que buscan manteniéndolo secuestrado. Queda, en cualquier caso, una pregunta: si no fuera un sargento, un suboficial, sino un coronel o un general, ¿estarían también en este silencio y esta pasividad aterradora?