Cómo usar todos los fondos de tu bono de regalo y no morir en el intento

Crónica: Roció Moreno 

Quién no soñó alguna vez con estar por lo menos un día como Julia Roberts de compras en Rodeo Drive? Bien, yo estuve no uno, sino tres (tres!!) días.

Aunque claro, algo va de la mujer de figura increíblemente sexy y actitud desparpajada a mí: pelo recogido, pantalón cómodo, tenis y cartera terciada recorriendo las pasillos de los enormes Centros Comerciales de Ciudad de Panamá para encontrar ese capricho secreto que siempre quedaba postergado, el ineludible antojo tecnológico, el regalo para mi sobrina adorada, las sandalias divinas que le vi en el ascensor a la “chica del quinto piso”, la máquina para hacer expreso que ya tenía rincón propio en mi cocina.

Ya en las tardes la cantidad de personas se había multiplicado, y el anhelado glamour de Rodeo Drive desaparecido sin remedio: yo estaba sudorosa y con el escaso maquillaje completamente diluido.

Las pausas para almorzar fueron suficientes para retomar energía y seguir en la misión: abrirme paso “amablemente” entre las familias que bloqueaban la entrada a los locales, lograr que el dependiente de la tienda me prestara atención en medio de otras veinte personas, explicar a qué me refería cuando pedía una “patineta”.

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Y lo confieso: también fue inevitable esa compra absurda en la que todos alguna vez incurrimos: el equipo (pequeño, eso sí) de gimnasia pasiva que me vende la ilusión de que mientras veo televisión y como palomitas puedo perder peso.

En fin, todo valía la pena para aprovechar por completo las tarjetas de compra que junto con todos los gastos del viaje recibí como premio en “Dos y Punto”. Al final el bono alcanzó hasta para pagar el exceso de equipaje!

Si, de alguna forma también hubo tiempo para visitar el Casco Histórico: está hermosísimo y se sigue trabajando en su renovación. El Causeway, el moderno centro financiero y el Biomuseo de la Diversidad son otras caras de esta ciudad vibrante que también pudimos conocer.

Solo cariño y gracias al programa por el premio estupendo, mejor imposible. Con Ushi me sentí orientada y cuidada en todo momento. Conocer y recibir las atenciones de Karen de la Oficina de Prisa en Panamá y compartir con los otros ganadores y acompañantes que llegaron de Costa Rica, hizo que la toda la experiencia fuera increíble, muchísimo más de lo que imaginé cuando escribí para participar. Unas palabras finales para Rubén Botacio, nuestro entrañable guía. Cuánta dedicación, cariño y paciencia para cada uno en todo momento.

Ahora sé que en Panamá no solo hay un Rubén grandioso sino dos.

Suelen decir que al final de un viaje el alma llega al destino después que el cuerpo. Esto no parecería aplicable en un viaje de tres días para compras y turismo en Panamá, pero con personas tan amorosas, simpáticas y serviciales, seguro que mi alma quiso quedarse un ratito más.