Retrato de papá… a Don Félix...

Cartagena de Indias

El cuadro, desde que tengo uso de razón, siempre ha estado en la sala. Se trata de la foto de papá, de cuerpo entero, en la inauguración de un campeonato de sóftbol interbancario. Está de medio perfil, con su uniforme nuevo y su cara contenida, inexpresiva. Es su uniforme del Banco Industrial, con su número de siempre: el 15.

A nosotros, los hijos, siempre nos apenó esa foto en la sala. Papá la ha mantenido allí, contra todos, a fuerza de decirnos que el día en que le quitemos la foto de la sala será porque se ha ido de la casa o porque se ha muerto...

- ¡Escojan! - nos dice.

A mí ni lo uno ni lo otro me agrada.

Tampoco me gusta que se apasione tanto por un hecho tan pequeño y tan trivial. Me gusta es su posición, la manera como la defiende y su terquedad.

Conozco, a fuerza de tanto ver su imagen todos sus detalles. Conozco sus gestos congelados en el tiempo. Conozco su amor por el sóftbol y la traición de sus hijos al preferir el fútbol. Esa foto debe ser muy significativa para él. Su sentido de posesión de la casa se lo ha transmitido al cuadro.

Por eso, mi felicidad más grande fue en estos días. El día en que lo llevé a conocer a mi hija. Se extrañó de ver en el cuarto del bebé su foto. Un duplicado de su foto...

- ¿En qué momento lo sacaste? -Me preguntó y se revisaba jactancioso.

Era una buena copia. Allí estaba el sofbolista, de cuerpo entero, el número 15 del Banco Industrial, con su uniforme nuevo, solo, a medio perfil y entre los dibujos infantiles que adornan la habitación de mi hija.

La foto ocupando un espacio en el cuarto de su nieta.

-Es que quiero que conozca a su abuelo sofbolista. -Fue lo único que se me ocurrió decir.

Si supiera que ahora soy yo quien discute con Claudia, mi mujer, por la permanencia de esa foto en el cuarto de nuestra hija. Lo hago con suficiencia. Con la misma fórmula que él me enseñó. Amenazando con irme de la casa si esa foto sale de ese cuarto.

(Del libro: Marica el último. Crónicas del Alto Bosque).-