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Congreso galardona a docente de la Universidad Tecnológica de Bolívar

Rosa Acevedo Barrios, Bióloga y candidata a doctora en Toxicología Ambiental, fue reconocida entre 100 investigadores

Cartagena de Indias

El Congreso de la República de Colombia por medio de la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del Senado hizo reconocimiento hoy, con la Medalla al Mérito Policarpa Salavarrieta, a la docente de la Universidad Tecnológica de Bolivar, Rosa Acevedo Barrios, por su aporte a la investigación en nuestro país.

La Bióloga, magíster en Microbiología, candidata a doctora en Toxicología Ambiental y docente de la UTB, ha participado en 3 de las 5 expediciones científicas de Colombia a la Antártida, coordinada por la Comisión Colombiana del Océano, coordinadora del Programa Antártico Colombiano en las expediciones, con el proyecto: Evaluación de los cambios en la composición de microorganismos extremofilos provenientes del Continente Austral.

Acevedo Barrios fue postulada por la senadora bolivarense Nadia Blel, como de mujer emergente en Ciencia y Tecnología en Colombia, ante la plenaria de la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del Senado de la República, siendo seleccionada para otorgarle tan merecida presea, como es la Medalla al Mérito Policarpa Salavarrieta, de esa alta corporación.

Acevedo Barrios ha venido trabajando en el proyecto de investigación Tardígrados de la Antártida con un grupo de expertos de la UTB, ellos son: Carolina Rubiano Labrador, Eliana Beltrán Pardo y Hernando Altamar. Sus líneas de trabajo son Microbiología Ambiental, Toxicología Ambiental, Biorremediación de Ecosistemas y Ecología Microbiana.

Toda una experiencia

“La Antártida para mí es un sueño hecho realidad. Quise regresar porque mi deseo era caminar nuevamente por esas playas pedregosas remotas que me hacen sentir maravillada, como una intrusa en un paisaje frío y silencioso. El continente blanco es todavía un paisaje virgen donde el hombre puede dedicarse a escuchar y contemplar la hermosa creación de Dios”, manifiesta.

Explica que los sonidos de la Antártida, como el trueno que se escucha cuando los glaciares se rompen, son únicos y hacen parte de una sinfonía natural, profunda y primitiva a la que se suman el eco del canto de los escúas, de los cormoranes, de las gaviotas, de los albatros y preteles; así como el resoplido espumoso de las ballenas, los bramidos incansables de los pingüinos o el canto ahogado de las focas, elefantes y lobos marinos. Pero lo mejor de todo, dice, es el silencio.

La microbióloga resalta, además, que durante el invierno austral nunca oscurece. Para ella es interesante ver cómo el sol brilla, como si fuera medio día, desde las 3:00 de la madrugada hasta las 12 de la noche.

El viaje a la Antártida tiene, de todas formas, para Rosa Leonor su lado duro: explicarle a su hijo Enmanuel el porqué de los viajes lejos de él. A sus familiares y a los profesores del niño y también debió hacerles un resumen de las razones que la impulsan a regresar a este maravilloso lugar.